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Tuve a los seis años la certeza de que el número 6 me haría ganar siempre en cualquier juego.
En El castillo de If: Echarle ganitas, de Édgar Adrián Mora /ilustración de Jacques Callot (“Pereza”, serie sobre los pecados capitales, 1621).
En este ensayo, MaryCarmen Castillo, aclara los distintos conceptos que se mezclan al hablar de la esclavitud sexual con otro, que es de orden laboral y político: «cuando alguien ha dejado de ser un “alguien” para convertirse en “algo”, porque cruzó una frontera y encontró comida y trabajo»: los migrantes.
«Hay niveles, dicen algunos, en esto de utilizar el tiempo libre pues cuando se ama estar en el trabajo y vivir en él, entonces a la persona se le señala como un workaholic, un adicto al trabajo, una persona sin vida. La diferencia entre este ente y la persona que emplea su tiempo desde una actividad recreativa es que no está esclavizado. Uno emplea su tiempo libre para entretenerse, el otro hace de su tiempo libre un eslabón más de su actividad laboral, la cual depende de un tercero. Esclavo es uno, el otro amo»
«Mientras, fantaseo con lo que ocurre después, con lo que es más real: cocino con mi mujer, leo, veo algo en la televisión (por cable), escribo, escribo, escribo, y para tener más de esto duermo lo mínimo necesario. El insomnio sigue siendo emocionante y aventuroso, pero esta vez no es furtivo, sino obligatorio: de no ser por el desvelo que me aprendí hace mucho, hoy no tendría una vida en absoluto.» Un texto de Ruy Feben
«Veía en un periódico en días recientes un infograma (creo que así se llama) donde aconsejaban las mentes preclaras del diario cosas para hacer más llevadero el viaje: leer, contestar correos electrónicos, ponerse al día con las redes sociales en las que se esté, sacar fotografías del entorno, aprender un idioma a través de diversas apps. (…) Me llamó la atención es que ninguna de las “sugerencias” para aligerar el viaje implicaba socializar con los compañeros de transporte.»
«Las horas frente al escritorio son ya personificación de una “cultural laboral”; sentados se levanta la ignominia: somos como trabajamos.»
PARA MI ES un hábito, y lo cierto es que me funciona; marcar estos cinco instantes diarios sirven de quiebre entre los eventos extraordinarios, alegres, íntimos, tristes, gloriosos o patéticos de la semana laboral. Si no puedo estructurar mi horario para acomodar el ritmo 8/8/8 al menos tengo estos puntos de referencia que me sirven de guía ¿cuáles son los suyos?
«Acudo a los libros, pero siempre acabo con los [libros] de autoayuda, y de ahí llego a los libros de Paulo Coelho, que son lo «más mejor» de esas cuestiones. Así de grave es el tema.», escribe Adrián L. Alexander.
Mi nombre es Denisse Espejel y soy una Aplazadora Oportuna…
SUENA EL DESPERTADOR y empieza nuevamente el ritual, esos minutos de lucha con la cama antes de levantarse parecen interminables, al final me levanto y pienso en lo que me toca hacer hoy, me viene a la mente lo rutinaria que es la vida para la mayoría de los currantes como yo, hacer lo mismo día tras día de forma repetitiva, siempre los mismos preparativos antes de ir a trabajar,