Imagen del veinticinco de mayo
Una crónica de Melissa Tarabay /ilustración de Robert Belanger
Aprovechemos el confinamiento. No solo escribamos y seamos creativos sino exploremos nuestra situación inmediata. Estamos encerrados ¿estamos solos? Al menos, fisicamente sí. Hemos tenidos que evitar el contacto, los besos y los abrazos, ni siquiera a los odiosos de la oficina. No podemos lanzarnos a los brazos de nadie, conocidos o desconocidos, y solo hacerlo todo digital. No es necesariamente virtual, pero está claro que requerimos una pantalla por medio. ¿Y qué pasa con esos que ya en su día a día están solos? Hay narrativas de confinamiento y aislamiento, nos replanteamos la rutina, la creatividad y hasta nuestra existencia. Así pues, hay soledades. A veces pocas, otras eternas… ¿cómo mierda le hacen las monjas de clausura?
El confinamiento está siendo la estrategia básica para que la pandemia deje de serlo. Seguramente saldremos corriendo como pollos sin cabeza el día D. Mientras, nos estrellamos en nuestras casas contra las paredes, ¿y qué será de nuestros trabajos? ¿Volveremos a las crisis económicas y a las narrativas keynesianas? ¿Habremos de estar aún más solo solos?~
convocatoria de vozed.
Textos »
» Los labriegos, por Rusvelt Nivia Castellanos [ » ♥♥ ]
» Imagen del veinticinco de mayo, por Melissa Tarabay [ » ♦♣ ]
» Square Hunting, por Ana Karen Bueron [ » ♥♣ ]
» Antimonumenta: la ciudad no olvida, por Ana Karen Buerón [ » ♦♣ ]
» La Nadie en ningún lugar, por Humberto Bedolla [ » ♣♠ ]
» Poemas absurdos, por Ender Rodríguez [ » ♠♦ ]
» Manos llenas de sexo, por Chris Aguilar [ » ♥♥ ]
» Licuado energético, por Alba Tzuyuki Flores Romero [ » ♣♣ ]
Una crónica de Melissa Tarabay /ilustración de Robert Belanger