Intervenciones (enero  2018) #literaturaDigital

Vida virtual (que acecha)

NOS ENCANTA SONAR que no somos.  Que no estamos por completo. Que hay algo más detrás de la cortina, del velo. Es lo que siempre quiso Platón y toda su especie de profetas del más allá. Como Philip K. Dick, quien tuvo una visión en donde era y no él. La visión lo liberó porque, según, le enseñó lo que en realidad estaba pasando. En su vida. Y no a causa de ese evento, pero sí como parte de él, Dick construyó y solidificó una ciencia ficción que se basa en el cuestionamiento de lo real. Y con ello, de lo que no es. De lo virtual, diferente a lo digital. Como él hay muchos. Somos, tal vez. Porque el tema sigue ya sea en anime como Sword Art Online o series como Black Mirror o como experimentos o spam o lo que sea. Ahí está como elemento adaptado a la vida eléctrica. Si cambiáramos la torre de Segismundo en La vida es sueño por un videojuego o por un blog, tendríamos la trama de una novela o poema de hoy.

Esa vida virtual (im)posible también pide otro tiempo. Otras circunstancias. ¿Una utopía? No, sólo una posibilidad. Y eso pasa ahora, en lo digital. Con las redes sociales, con los chats, con la posibilidad de hacerse de un yo y no fingir ser otro, sino ser como se quiere, cuantos se quiere. El hombre que se rehace mujer en un MMORPG es aquel que se rebela contra la realidad impuesta. Pone la suya.

¿Pero hay una diferencia realmente? ¿Estamos divididos en avatares o somos una sola máscara que cambia? Antes pensábamos en un lugar donde se encontraba Lo Que Realmente Es, luego creamos el nuestro hasta que ahora ya no importa. La vida aparente, vida virtual es la que hacemos. La vivimos en el cuerpo y la memoria. Y se queda. Antes teníamos un futuro al que llegar o un pasado al que responder. Hoy entendemos que todo es presente. Por el Internet, porque todo nunca se va. La vida virtual, entonces, no sería una que no es o que está en posibilidad de serlo, es la que vivimos. Si acaso, podríamos decirla como eventos de la vida completa.

Los autores de estas #intervenciones exploraron sus vidas, sus obsesiones. Y tal vez de eso se trate la vida virtual: de la vida que sólo le pertenece a uno. Somos un glitch y no lo creemos.

Andrea Alzati articula nuevas voces y silencios con “perro persona perro”.  En su subjetividad monta imágenes y sensaciones que se re-producen en el lector en ecos. Vienen de las palabras y frases que están en la sensibilidad del que vive en lo digital. Una brisa puede armar puentes,

Martín Rangel  en “horizontal en blanco” deshace en poesía a los cuerpos que se desviven y se construyen en ideales palabras. Escribe un/el poema siempre con un play. Y música. Demuestra el presente de la lectura y la escritura y la acción de las palabras que se proyectan hacia la red.

Ytzel Maya desgarra estructuras en “Tres sonetos y un poema” y encuentra puntos de acción y exploración en la vida de la escritura que es una digital porque el lenguaje así lo es. Por lo tanto, hay implicaciones políticas a las que es necesario desenterrar de los supuestos. Lo virtual se convierte en certeza.

Néstor Robles construye una ofrenda poderosa, llena de memoria y narración en “EXVOTOS DE PLÁSTICO A UN LOBO EXPIATORIO” porque lo que se reza, pasa, no importa quién lo escuche en Internet. Cualquier acción o evento literario que sucede aquí está destinado a llegar a alguien. O algo.

Alethia Alfonso hace con “Desenchufarse para existir en todo” una breve pero profunda investigación de términos y  características de la vida digital en relación con los videojuegos y, particularmente, el Holodeck. ¿Esa vida es la que tenemos ahora?

Joseba Buj redistribuye el proceso de lectura en una pieza que al mismo tiempo es una muestra de sus investigaciones. Con “EXERGO [fragmentos [propuestas-conclusiones]]”, se sumerge en los límites del papel y la página en blanco que nunca está vacía realmente.~

Enrique Urbina, editor de #Intervenciones