Tres poemas con sabor a ti

De Dante Vázquez M. /ilustración de Juan Astianax

 

Sueño de una tarde de primavera
 
De tu cuello a tus senos
hay una distancia de diecisiete besos;
de tus pezones a tu boca uno alado.
 
Suspiras cuando sigilosa
mi mano se desliza de tu cintura a tu pubis
hasta perderse en la húmeda calidez entre tus piernas.
 
Me empapas de los oídos al alma
con tus cándidos gemidos,
y pronto me tienes
endulzándome la lengua y el paladar
con tu almíbar vaginal.
 
¡Qué fácil es descalzarnos del Tiempo!
¡Qué fácil es despojarnos del Sistema!
 
Imitando el aleteo
de una mariposa libando licores primaverales,
me invitas a penetrarte.
Nuestros cuerpos deseosos,
vestidos de sudor, se anhelan.
 
Arde mi pene cubierto de látex
dentro de ti.
Me atenazas. Te liberas.
Somos más que complicidad;
menos que carne, huesos y sangre.
 
En cada vaivén de tu pelvis,
al estar sobre mí,
te vuelves etérea, hermosa, divina;
y valiente me aferro a tus nalgas ligeras.
 
Tu ritmo aumenta. Tus pupilas se dilatan.
Tus mejillas se ruborizan. ¡Estallas! Y caes
y caes
y caes
desmoronada sobre mi pecho.
 
¡Qué sencillo es perdernos de la muchedumbre!
¡Qué sencillo es olvidarnos de la insignificancia!
 
Te arrodillas. Te inclinas hacia adelante;
y yo, detrás tuyo,
veo la planicie desnuda de tu espalda.
 
Mis brazos sostienen tus caderas.
Tu cabello se balancea acariciándote.
De la calma al frenesí.
Todo acaba, Nada empieza,
para mí, fuera de ti.
 
Y desarmados, en un espacio íntimo,
nos abrazamos mientras la tarde se desvanece.

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D de delicia
Morderte las orejas, el cuello, los hombros,
la espalda y las nalgas. Luego apretujar tus caderas
y voltearte para deleitarme
con el bello vello negro color de tu pubis.
 
Después aventarte hacia la cama,
abrirte las piernas, chuparte la vulva y el clítoris
para humedecer mis dedos en tu vagina;
lamerlos y penetrarte despacito… despacito…
mientras inhalo ansioso el aroma a durazno de tu piel,
musitándote al oído: “Eres la pastillita de veneno
que tomo cada día para bien morir. Me fascinas imperfecta,
libre, divina, mía, sabor a frutos rojos:
fresa, cereza, ciruela, frambuesa, grosella”.
 
Tener sexo es rico; hacer el amor, delicioso.
 

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Sueño de una tarde verano

Para Sally (You Say)

Llevo aquella tarde desnuda en mi pecho.
¡Cómo olvidarla! Era de agosto. ¿Y tú? Hermosa.
Dispuesta a ceder tu vulva primorosa
a los besos de vino tinto en el lecho.
 
¡Cómo olvidarla! Estrellas puse en el techo
para contemplarte sonreír nerviosa.
¡Cómo olvidarla! Eras una mariposa
libando flores a seductor provecho.
 
A la luz de las velas tu piel lozana
empapó la habitación con su belleza,
cálida, natural, tal orín temprana.
 
Llevo aquella tarde viva en mi cabeza.
¡Cómo olvidarla! Nos traicionó la gana,
y el deseo se apagó con sutileza.~