Los cinco momentos del día

PARA MI ES un hábito, y lo cierto es que me funciona; marcar estos cinco instantes diarios sirven de quiebre entre los eventos extraordinarios, alegres, íntimos, tristes, gloriosos o patéticos de la semana laboral. Si no puedo estructurar mi horario para acomodar el ritmo 8/8/8 al menos tengo estos puntos de referencia que me sirven de guía ¿cuáles son los suyos?

5 am

Hasta hace unos años no me hubiera imaginado levantándome tan temprano de lunes a viernes. Claro que en una ciudad como esta para miles de personas resulta imprescindible, pero en mi caso la logística es diferente. No defiendo el famoso dicho sobre los madrugadores, es sólo que esto me sirve y muy bien. Tras sonar el despertador bajo al estudio, abro la libreta que contiene el diario y escribo lo primero que me viene a la mente; el sueño que tuve, la inquietud que me mantuvo despierto, lo que espero hacer en el transcurso del día, la anécdota interesante del día anterior, lo que sea que ronde por mi cabeza en el momento. Hay gente que reza al amanecer para sentirse segura, cada quién sus preferencias; escribir es quizá una de mis mejores maneras de recibir la mañana.

7 am

Los minutos del trayecto matinal entre la casa y la escuela son fundamentales en la formación de cualquier niño, o al menos eso quiero creer. Chistes, anécdotas, canciones, dudas, tal vez a mi hijo le guste la dinámica de la charla mientras manejo, o tal vez le importe un comino, todo dependiendo del humor en el que se encuentre: mientras tengamos esta oportunidad habrá que aprovecharla. Hay veces en las que nos hacemos confesiones, en otras hay risas y por supuesto algunas lágrimas; todos los días el viaje será de alguna forma distinto, y espero sea un episodio para conocernos un poco más y del que tengamos un gran recuerdo.

7:40 am

Soy de los pocos que han llegado a un arreglo civilizado en el trabajo para entrar temprano y en consecuencia salir también a una hora decente. Mientras a esta hora todavía muchos se enfrentan al tránsito de rigor, unos cuantos ya tenemos los monitores encendidos; vivir cerca de la chamba es una gran ventaja. Tras revisar los correos, tweets, feeds y links recomendados, sigue un rato de lecturas vertiginosas, barrer con el radar entre la abundante maraña de información datos que realmente demuestren potencial para un artículo, una entrada de blog, un tweet; nunca antes el olfato para esta clase de temas fue tan importante. Es el momento en el que se encuentra un tema –no necesariamente popular– o un disco o canción que te acompañarán obsesivamente durante el resto del día.

13.30 pm

El tiempo pasa rápido cuando mantienes la cabeza ocupada. Entre la revisión de textos, escribir un artículo, verificar fuentes y buscar más notas siempre hay momentos para arreglar la cita con el dentista, el pago en línea o la pelea con los analfabetas funcionales de algún centro de atención telefónica bancario; la pausa de la comida llega como el medio tiempo de un aguerrido partido de americano, donde de acuerdo al balance será momento para plantear una nueva estrategia. Es entonces que me concentro en rodear la que quizá sea la cuadra más larga y solitaria de la zona; si el clima lo permite, los 15 minutos que tardas en recorrerla son un gran momento para pensar en el presente y reordenar las prioridades del futuro inmediato. A veces me quedo a leer, sobre todo cuando estoy clavado con alguna novela, algo que me tranquiliza bastante cuando el día ha sido una mierda.

21.45

La contraparte del ritual matutino ocurre dos horas antes de dormir; en este tiempo también escribo, pero a diferencia de la primera hora de la mañana, esta vez se trata de ficción o ensayos, y en vez de libreta uso la computadora; en comparación con el trabajo ordinario, aquí la máquina no estará conectada a Internet. Según el trabajo, una parte de este tiempo estará dedicado a continuar con las lecturas pendientes. Al terminar, con suerte dormiré cinco de las ocho horas que recomiendan, no seguidas por supuesto, ya que siempre existen interrupciones o insomnios acechando; en el fin de semana me desquito.~