¿Creer o no creer?

«En mi larga vida he aprendido una cosa: que toda nuestra ciencia, comparada con la realidad, es primitiva e infantil y que, a pesar de todo es lo más valioso que tenemos»
Albert Einstein

¿Qué entendemos por pseudociencia? El término pseudociencia es una afirmación, creencia o práctica que, a pesar de presentarse como científica, no se basa en un método científico válido. Le falta plausibilidad o el apoyo de evidencias científicas o no puede ser verificada de forma fiable, en fin, es un conjunto de conocimientos que pretende ser auténtica ciencia cuando en realidad no es más que un montón de connotaciones peyorativas y creencias dogmáticas. Epistemológicamente sería algo como “lo que no es, aunque parezca, ciencia” [1].

Por el contrario, en la ciencia, todos los resultados experimentales deben ser reproducibles, y susceptibles de ser verificados, permitiendo, mediante la investigación posterior, determinar si una hipótesis o teoría acerca de un fenómeno es válida y fiable. Para ser considerado científico, un estudio debe aplicar el método científico en todos sus ámbitos, es decir, que en la medida en que pueda resultar aplicable, la metodología científica exige que las teorías puedan someterse a pruebas empíricas rigurosas, mientras que a las pseudociencias no será posible aplicarles sistemas de refutación por tratarse de formulaciones ambiguas.

¿A que se llama Método Científico? Podríamos resumir el Método Científico en cinco etapas: (1) Observación y descripción de un fenómeno, (2) Formulación de hipótesis para explicar el fenómeno observado, (3) Diseño experimental para probar la hipótesis, (4) Demostración o refutación de la hipótesis y (5) Tesis o teoría científica (conclusiones).

¿Cómo sabemos que se trata de una pseudociencia?
Una pseudociencia presenta alguna de las siguientes características: No aplican el método científico, Son dogmáticas o no admiten refutación, Proclaman teorías para las que no aportan pruebas empíricas, Son inmutables, Al no tener bases experimentales, no cambian ni siquiera ante nuevos descubrimientos, No cumplen con La navaja de Occam o también conocido como principio de parsimonia (que indica que la solución más sencilla suele ser la correcta), No buscan ni utilizan leyes generales, Ignoran las críticas por parte de las ciencias, Invocan entes inmateriales o inaccesibles a la investigación empírica tales como “mente”, “agujeros negros” o “fuerza oscura” (en astrofísica), fuerza vital, alma, superego, creación divina, destino, etc., Protegen su teoría con hipótesis auxiliares o ad hoc, formuladas a posteriori, en lugar de someterla a ensayos que puedan refutarla. Por mencionar solo algunos de los campos considerados como pseudocientíficos encontramos: Alquimia, Astrología, Biomagnetismo, Acupuntura, Bioenergías (como es el caso del Reiki), Cerealogía, Creacionismo, Criptozoología, Feng Shui, Fisiognomía, Flores de Bach, Frenología, Grafología (no confundir con la caligrafía forense), Homeopatía, Quiromancia, Naturismo, Numerología, Parapsicología, Piramidología, Psicoanálisis, Ufología, Sintergética, Tarot, entre otros.

Seguramente algunos de estos nombres le son familiares, un simple ejemplo de la vida cotidiana: “el horóscopo”, en las redes sociales “Anita predictions” (se trata de una aplicación de Facebook de un dibujito de una señora con turbante y una bola de cristal que adivina el futuro), la galletita de la fortuna o las cartas de tarot. Basta con observar un par de horas la pagina de nuestros conocidos en esta red social para ver que existe un alto consumo de todo este tipo de informacion.

Criterio de demarcación: Pseudociencia, Ciencia y Religion
El problema de la demarcación entre lo que es conocimiento científico y no científico, entre ciencia o pseudociencia y entre ciencia o religión. A pesar del amplio consenso acerca de las bases generales del método científico, los límites que demarcan continúan siendo debatidos. La demarcación entre ciencia y pseudociencia tiene mucho que ver con la crítica, la censura y la intolerancia en la investigación científica, además de tener grandes implicaciones éticas y políticas. Distinguir lo que es ciencia de lo que no, tiene relevancia desde el punto de vista económico (a la hora de financiar proyectos de investigación), jurídico (a la hora de evaluar pruebas), sanitario (a la hora de prescribir tratamientos médicos), y educativo (a la hora de establecer programas de estudio), entre otros.

Si nos remontamos al pasado encontramos indicios de esta problemática, como la teoría de Copérnico que fue condenada y prohibida por la Iglesia Católica, que tenía el poder político y “científico” en esa época. Otro ejemplo, los defensores de la genética mendeliana que fueron enviados a morir a campos de concentración por considerarla “burguesa y reaccionaria” [2]. En términos históricos, la relación entre ciencia y religión ha sido muy complicada y comenzaron a ser vistas por la sociedad como posiciones enfrentadas, alcanzando su clímax en torno a los debates acerca de la teoría de la evolución de Charles Darwin.

La situación actual del criterio de demarcación entre ciencia y no ciencia varía según el ámbito epistemológico que se considere para el análisis (ciencias naturales, ciencias sociales, matemáticas o lógica). Se han hecho varios intentos, como el criterio de falsabilidad de Karl Popper o la Metodología de los programas de investigación científica de Imre Lakatos, entre otros. No obstante aunque no existe un criterio de demarcación perfectamente delimitado, algunas de estas disciplinas acusadas de pseudocientíficas son aceptadas como científicas por universidades, asociaciones científicas, centros médicos, gobiernos, etc., por ejemplo el psicoanálisis y la homeopatía.

Pseudociencia y el impacto en la sociedad
La medicina alternativa o medicina natural, a pesar de que su efectividad no ha sido probada consistentemente, se ha puesto muy de moda en la sociedad actual. Principalmente se divulga de boca a boca porque “a mí me funcionó”. Lo que hoy se vende como medicina alternativa, o complementaria, es muy heterogéneo. A mi criterio, es cuestión de una mezcla entre charlatanes y personas bien intencionadas.

Podemos mencionar las populares pulseritas holográficas Power Balance, usadas por varias figuras famosas como Antonio Banderas, Cristiano Ronaldo y la infanta de España, con pretendidos efectos beneficiosos que proporcionan “un estado de armonía y equilibrio”. Estas pulseras fabricadas con materiales inertes, como silicona, hace imposible tener efecto alguno sobre el cuerpo humano. Un estudio [3] doble ciego permitió demostrar que no era más que un fraude y que su único mecanismo posible de acción es la fe en sus supuestas propiedades.
Más tarde aparece otro producto del mismo estilo, los RubberChic, unos relojes de siliconas que dicen estar compuesto por dos minerales: la turmalina y el germanio -que dicho sea de paso no suelen emplearse en la producción de la silicona-, ambos con presuntos efectos poderosos. ¡Mucho marketing pero poca química! Otro ejemplo de que el engaño al consumidor es moneda corriente en este mundo.

Muchos medios de comunicación se fundan en la premisa de que “lo extraordinario vende”. Es raro encontrar un diario o revista que no tenga una sección de horóscopo, que no promocione productos homeopáticos o no publique otros artículos de pseudociencia incluyendo remedios caseros. Hay un lucrativo negocio, la cantidad de literatura que se consume en estos tiempos sobre metafísica, Feng Shui y el paradigmático libro “El secreto – La ley de atracción” (el fenómeno editorial más importante por estos días). Este último refiere al poder de la mente ¿mito o realidad? ¡Habrá que ponerlo en práctica y ver qué ocurre! A la información bibliográfica se le suma infinita cantidad de enlaces de internet a favor y en contra de las pseudociencias. Los medios de comunicación saben que hay una beta comercial en todo esto ignorando, a mi criterio, de manera intencionada los peligros que conlleva.

También existen los consumistas de la astrología, fácilmente detectados porque lo justifican todo diciendo “porque es acuario” (o del signo del zodíaco que sea), vaya uno a saber que tiene que ver. Será pasatiempo, incertidumbre o curiosidad por el futuro lo que lleva a una persona a consumir horóscopos y todo tipo de oráculos. Aunque su origen antiquísimo, aún sigue deslumbrando a la gente. Yo me pregunto, ¿alguna vez coincidió el horóscopo con la realidad?

Las nuevas pseudociencias afines a la New Age que hablan de “bioenergía” y proponen a la vida como una “fuerza” que reside en los seres vivos y que se balancea entre la salud y la enfermedad. Esto no es otra cosa que la fuerza vital [4], aquí encontramos el reiki, aromaterapia, reflexología, etc.

Las actividades más institucionalizadas son la acupuntura y la homeopatía. La primera, se basa en una teoría occidental, que altera la respuesta al dolor, modulando los circuitos de éste en la médula espinal y la liberación de endorfinas, es ampliamente usada en muchos países para el tratamiento de una variedad de trastornos. Aunque cada vez parece entenderse mejor cómo funciona, aún existen razones que ponen en duda su utilidad. Cabe señalar que algunas personas presentan mejorías luego de ser tratadas con esta técnica. Respecto a la homeopatía, el inconveniente radica en sus diluciones infinitas. Es “remota” la posibilidad de encontrar una molécula de principio activo en ese diluido. Entonces, ¿qué efecto puede producir en el cuerpo? Un efecto psicológico, algo parecido a un efecto placebo. . En mi opinión, hay dos puntos discrepantes. Por un lado, como se dice el “gran negociado de vender agua en frasquitos”, y por otro, la salud de las persona que está en juego.

Por último, una gran controversia, el psicoanálisis [5]. No debe confundirse con la psicología ni con la psiquiatría. Es imposible hablar del psicoanálisis refiriéndonos solo a Freud. Algunas hipótesis psicoanalíticas han sido contrastadas mientras otras son incontrastables. Sin entrar en un debate, hay a quienes les funciona y a quienes no.

Pseudociencia y los peligros para la salud
Muchas personas creen que la medicina alternativa puede ayudar a sobrellevar enfermedades crónicas para las que la medicina convencional no ofrece cura sino solo cuidados paliativos, pero desconocen el daño potencial que se presenta por aplicar estas prácticas, que incluso podrían resultar fatales a medio o largo plazo pudiendo provocar daños irreversibles y hasta la muerte.
La mayoría de los defensores de las terapias alternativas suelen no entender qué es y cómo funciona la ciencia, y tienen prejuicios: natural es sinónimo de bueno; artificial de malo; medicina de farmacéuticas y mafia; plantas de bueno y vida, entre otros, sin realmente saber por qué. Lo cierto es que muchas personas no cuentan con las herramientas ni los criterios adecuados para analizar si una terapia le fue eficaz, o se curó de una enfermedad porque ésta retrocedió naturalmente, porque fue influenciado por el efecto placebo, o por lo que haya sido. Muchas de estas disciplinas suelen ser un negocio que abusa de la ignorancia y necesidad de los que la consumen y creen en ella. Es evidente que encierra un potencial peligro para la salud de quiénes confían en ellas, por lo que no debe ser considerado un tema menor.

Pseudociencia en expansión
Sin duda, el auge imparable y la popularidad de la pseudociencia en estos tiempos son preocupantes. Además, existe otro gran factor: una crisis.

Una gran parte de las creencias aparecen o se refuerzan en momentos difíciles como la enfermedad de un ser querido. Existe manipulación de la opinión pública -en materia comercial y científica-, industria del robo, del aprovecharse de la credulidad natural de la gente, también hay una deficiente educación en ciencias, y en otros casos, falta de acceso a la información.
Se presenta una situación paradójica: un mundo cada vez más dependiente del conocimiento científico y de su producto, la tecnología, con un acentuado crecimiento de las disciplinas pseudocientíficas. Curioso, ¿no?

A mi parecer, seria obstinado descartar toda nueva disciplina porque podría suponer cerrar caminos a nuevos avances científicos pero, sin duda, es eminente el desarrollo personal del escepticismo y el pensamiento crítico. La ciencia no es panacea y muchas veces no es suficiente ni perfecta, pero intenta explicar la realidad.~

Referencias:
[1] Hansson, Sven Ove (1996). “Defining Pseudoscience”, Philosophia Naturalis, 33: 169–176.
[2] Miguel A. Giusti, La filosofía del siglo XX: balance y perspectivas. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Catolica de Peru. Edicion: julio 2000- pag. 542
[3] Estudio “doble ciego” llevado a cabo por Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad Politécnica de Madrid en abril 2010.
[4] Ver concepto de fuerza vital, La biología en el siglo XIX, Volumen 43 Historia de la ciencia y de la técnica Ediciones Akal 1991 – Alberto Gomis Blanco (pag 18) y Williams, W., The Encyclopedia of Pseudoscience (2000) publ. Fitzory Dearborn Publishers.
[5] La psicología: es la ciencia que estudia la conducta o comportamiento humano y los procesos mentales. “La definición de Psicología” Keller, Freud. Editorial Trillas, México 1982. El psicoanálisis: es una práctica terapéutica fundada por el neurólogo vienés Sigmund Freud alrededor de 1896. Laplanche, Jean & Pontalis, Jean-Bertrand (1996). Diccionario de psicoanálisis. Traducción Fernando Gimeno Cervantes. Barcelona: Editorial Paidós. (Pag. 316).