De los traumas del mundillo editorial | Reseña

Reseña por Urla Poppe #literaturaDigital

 

HE VUELTO A la carga de las reseñas literarias después de unos cuantos meses ausente (por iniciativa propia). Las vacaciones deberían ser siempre obligatorias, no me veo viviendo en tiempos donde no se podía tomar unas cervecitas sin mirar el mar. Aunque en mi caso, un chilcano sin mirar el mar…

Le pedí a Humberto, editor de vozed, que me diera tiempo para leer este libro/antología y así analizarlo tranquilamente con un pisco sour en la mano y mi querido ebook, que últimamente me está sirviendo mucho a la hora de leer textos y una grandiosa ayuda para mi ya “antigua” espalda.

Empecemos por el principio, como siempre, el título del libro es bastante sugerente aunque te da tantas pistas que no puedes tener espacio para la imaginación… Los traumas del mundillo editorial son muchos y sobretodo los escritores estamos muy acostumbrados a escuchar casi de todo y a padecer también casi de todo. En este libro no iba a ser menos. El título te da una sensación de terapia psicológica que han querido expresar mediante la escritura estos autores.

El libro lo podéis encontrar, disfrutar, recomendar: “su precio es nada, un par de cervezas” (frase recogida del final del libro)

No es la primera vez que leo uno de sus libros y no creo que sea la última. Tienen [en vozed] muchos libros interesantes, textos poéticos, fotos sugerentes de cafés para desayunar y muchísima imaginación que se desborda por donde lo mires.

Y como no iba a ser menos, esta antología lo es. Desborda empatía, traumas curados y otros no, imaginación sobrante y muchas ganas de escribir, que de eso se trata todo en esta vida literaria.

Empieza con un prólogo muy sugerente y que te da bastantes claves para entender el libro al final.  Humberto nos hace reflexionar sobre la revolución un tanto silenciosa, para mi gusto, del mundo editorial. Sobre los cambios que están viviendo tanto escritores, lectores, agentes literarios: producto sobretodo de la tecnología. Era bastante obvio que este mundo tampoco se iba a librar de la revolución de Internet, del móvil, de las RRSS y la llegada del ebook y del libro digital. Ya es algo indiscutible que el libro electrónica ha llegado para quedarse un buen rato y seguir dando guerra a los nostálgicos del libro en papel. Aunque para mi la crisis no es entre el papel y lo digital, sino más bien entre el leer y no leer. Porque a este paso lo que está en peligro es más bien el que la gente LEA. Cada vez más el que nos va ganando terreno es el móvil y sus adictas RRSS. Que si pones una foto en Instagram, que si comentas el estado de uno en Facebook. Pero qué pasa ahí. Dónde queda tiempo para leer a Tolstoi y ya ni hablemos de poemas… No sé, creo que me estoy desviando del tema en cuestión, la ya famosisima crisis literaria. Humberto nos la aborda en el prólogo del libro y así abrir boca para lo que viene después. Y cierra este prólogo con grandes reflexiones sobre la literatura y que al fin y al cabo estos son cuentos que en su conjunto son cultura, historias pobladas de escritores variopintos, editores, lectores… Espera con nostalgia casi invisible que os guste y que os anime a seguir leyendo o escribiendo. Para así conseguir un objetivo común, hacer literatura.

A partir de ahí nos vamos sumergiendo poco a poco, día a día, atardecer en atardecer, sorbito a sorbito, en unos cuentos llenos de anhelos y traumas. Son 14 cuentos distintos entre sí, separados y unidos a la vez por sus traumas literarios. Los autores son tan variados como los propios cuentos. Por orden de lectura tenemos a Rubén Ochoa, Nadia L. Orozco, José Alberto Arias Pereira, Ruy Feben, Gerardo Sifuentes, Edgar Adrián Mora, Gerardo Piña, Mael Aglaia, Alejandro Herrera, Adrián L. Alexander, Bernardo Monroy, Patricia García-Rojo, Juan Tallón, Eduardo J. Carletti.

El cuento de Rubén ahonda en ese círculo vicioso del trabajo, la monotonía, las faltas de esperanzas, etc. Se esmera mucho en señalar lo que fuma el protagonista y pasa el cuento sin más miramientos que una vida bastante típica en la actualidad. No me extraña que muchos se sientan reconocidos sean escritores o no, pero puede llegar hoy a cansar, ya que todos tenemos esos pensamientos y mucha tinta ya se ha corrido sobre este tema.

Nadia habla sobre esos momentos surrealistas vividos entre la vida misma y lo que se espera de ella. Sobre el amor, el desamor, las esperanzas frustradas, el seguir a quien no se debe…Al final creo que el cuento es una reflexión personal sobre lo que realmente importan en la vida, en este caso la vida de la protagonista. Me gusta la frase: “Su vida no pasó mientras leía. Su vida era leer”. Una forma poética y un tanto ya gastada sobre lo que es leer para muchos.

José Alberto nos presenta un personaje bastante desconocido para el público general, y creo que es la primera vez que lo veo representado en un cuento. Me gusta esa idea de poder hablar sin tabúes sobre el “Ghost Writer”.  Un cuento personal, escrito en primera persona y que muestra lo que muchos quieren ocultar. Me gustó la idea, pero el cuento en sí me aburrió un poco. Lo siento, es mi opinión…

Luego está Ruy, al cual ya he hecho una reseña sobre su maravilloso cuento del Minotauro, pero aquí me decepcionó un poco. Cuando vi su nombre en la antología, esperaba algo parecido al Minotauro, pero sólo encontré una vida de mierda, típico, sobre la vida del editor Maximiliano Pimienta. Un poco repetitivo los sentimientos que se generan en Pimienta y al final no te llega a llenar ni tampoco sientes empatía por él. Aparte de lo poco amable que es Ruy con su protagonista, eso sí me dio pena…

El siguiente cuento es el de Gerardo y debo reconocer que me ha gustado todos los giros de guión que se hacen durante el cuento. Creo que se ha quedado corto al ser un cuento y que se podría llegar a fraguar alguna novela un poco más larga. Empieza con una carta y eso ya te da pie a querer saber más del verdadero protagonista, que no es la que escribe la carta. Está escrita en primera persona y se va metiendo poco a poco en una historia sencilla pero bien contada. Esa extraña historia de amor entre un escritor y su “ghost writer” va más allá en este cuento que nos ilustra con una interesante narración de intriga y asesinatos… Ahí lo dejo.

Los siguientes cuentos son de Edgar y de Gerardo Piña, los dos nos hablan sobre las frustraciones del escritor. Esos sentimientos encontrados por satisfacer a los otros, dejar de sentirnos frustrados y dejar de pensar en el qué dirán. Mezclan estos temas, cada uno a su estilo. Pero creo que se pueden resumir en estos sentimientos de frustración.

El cuento relativamente corto de Mael es interesante, lo recomiendo leer cuando creáis que no queréis seguir leyendo toda la antología. Ayuda a relajar la lectura después de tantos traumas.

A mí en particular me gusta el cuento de Patricia sobre el cuarto de la plancha, el estudio, el salón… Creo que da igual el sitio que se propone. Me gusta la idea de ver el otro lado, el del amigo, amante, madre o padre, que están a tu lado cuando escribes. Esa gente que te quiere a pesar de tus “neuras” y que siempre ven el lado positivo. Me gusta pensar que Patricia es la escritora y que se ha metido en la piel de su compañero para empatizar con él y dedicarle este maravilloso cuento. Creo que cuando escribes no te das cuenta de esos pequeños detalles que otros perciben y Patricia ha sabido plasmarlo muy bien.

No he mencionado a todos pero los le leído a todos y todas. He pasado un verano entretenido con estos cuentos, aunque algunos me han costado más digerirlos. A veces se me hacía como una bola de comida que no puedes tragar. Pero otros cuentos eran el agua que te ayuda a tragar.

No es necesario que lo leáis todo en el orden que se propone. Podéis leerlo como queráis. De hecho lo aconsejo para que no se haga pesado.

Aunque POR SUPUESTO que si no queréis NO ME HAGÁIS CASO. Si sólo he sido una simple lectora más que ha disfrutado de unos chilcanos frente al mar con mi ebook en el bolso.

En conjunto le doy unas tres estrellas sobre cinco, pero es injusto si hablamos en particular, porque creo que alguno que otro se merece un cuatro.

Disfrutar la vuelta al cole con una lectura sobre lo pirados que estamos los escritores, editores o incluso lectores…~