¡Soy de este planeta!
Te ven como si fueras marciano, como algo fuera de este mundo. Por Nadia L. Orozco.
EN NUESTRO MUNDO postmoderno, postmaterialista y postcientífico, van quedando cada vez menos elecciones de estilo de vida que tengan como consecuencia la discriminación de una persona. Una de esas elecciones, lamentablemente, no es el vegetarianismo. De hecho, en muchos casos, ser vegetariano es casi lo más cercano a ser un extraterrestre de paseo por este planeta, y la gente tiende a tratarte en consecuencia.
Hay fundamentalmente tres razones para convertirse al vegetarianismo. La primera de ellas es por motivos morales: hay que tratar a los otros seres sintientes con respeto. La segunda es por motivos ecológicos: producir un kilo de carne contamina más que una legión de autos andando a paso de hombre. La tercera es por motivos de salud: la carne está llena de hormonas, antibióticos y vaya usted a saber qué más, así que es más sano mantenerla fuera de nuestro sistema. Ninguna de estas tres razones, por cierto, es suficiente en sí misma para que un carnívoro cualquiera no le mire a uno con gran desazón y desconcierto cuando declara que no come carne. Es, como dije, algo fuera de este mundo.
Todavía me cuesta trabajo entender por qué es tan desconcertante e incomprendido. Como un día que, en la sección de comida preparada del súper, pedí algo sin carne. La empleada me miró como entendiendo las palabras pero no su significado, y al fin me contestó: la pizza no tiene carne, tiene jamón. Será que en mi planeta pensamos que si alguna vez tuvo cara, cae dentro del rubro de los cárnicos. En fin que me fui a mi casa con una bolsa de Doritos. O cuando en un restaurante, el mesero te dice que la opción sin carne es el pollo asado, y yo ya no sé si siento pena por él, por mí, por el pollo o por tanta incomprensión servida en un sólo plato.
[pullquote]La empleada me miró como entendiendo las palabras pero no su significado, y al fin me contestó: la pizza no tiene carne, tiene jamón.[/pullquote]
La gente cercana es aún peor, porque igual no lo entienden, pero en la lista de bulling es de las cosas favoritas ofrecer el plato fuerte de la comida de los domingos aun cuando saben que diré que no, no gracias, la carne asada no la como, disfruten ustedes de comer su vaca en equipo, a mí déjenme en paz. Y es por supuesto de mal gusto suponer que si la comida la hago yo, el menú será vegetariano porque sin carne, pues no es comida. Entonces entrar a la carnicería, con ese olor a cadáver que ahora hasta me pone de malas, es ponerse en un lugar incómodo, extraño, desagradable y totalmente ajeno, pero necesario para la convivencia familiar.
Será cosa de educar, de explicar un poco más detenidamente que la gente puede vivir, y de hecho vivir muy bien, sin servirse un taco desbordado de arrachera, o sin acabar con los bigotes llenos de grasa, o salir a un estadio y no probar un hotdog. Será cosa de explicar que la crueldad con la que se matan animales para comer (ya ni hablar de los animales que se matan por diversión) es inmoral porque atenta contra nuestra propia dignidad como seres sintientes, además de que el hecho de que no veamos esa muerte, no la hace menos cruel y violenta. Será que hay que explicar que la industria de la carne destruye bosques, contamina aire y agua y es de las principales fuentes de contaminación del planeta (según informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el sector ganadero genera un 18% más CO2 que el sector del transporte). Será el sereno, pero de que me hacen sentir ajena, discriminada y alienígena, lo hacen.
De todas las identidades encontradas y desencontradas en nuestro mundo actual, el vegetarianismo es todavía fuente de críticas, burlas e incomprensión. Pero es lo más mundano, lo más racional y lo más natural. Carnívoros, entiendan: soy vegetariana, ¡soy de este planeta! ¡No como carne! ¡Y no pasa nada!~
No soy vegetariano, pero me siento identificado.Pertenezco a colectivos perseguidos por no ser futbolero, ni jugar a videojuegos.
Está muy bien expuesto, con agudeza y humor.