80P1VM/53: Simplemente Sydney
#post_80P1VM/54 de 80 en 1 vuelta al mundo, de Humberto Bedolla
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En un mundo globalizado, donde Internet derriba barreras y permite el intercambio de ideas, es necesario poner la pausa, evitar las prisas –como aquellas en las que entraron muchos medios al especular con un atentado islamista en Oslo– y ordenar las ideas. Integrar, para lo cual es necesario dar voz y conocer. Según lo visto, el multiculturalismo no se puede basar en que todas las culturas son iguales, sino en que es necesaria la diversidad, el conocimiento y aceptación de los otros, y la defensa de los derechos individuales, entre los que esta la libertad de expresión. La propia libertad de expresión fomenta que exista un mejor conocimiento de las culturas que tienen que convivir.
No puedo comenzar sin antes agradecer la invitación a participar en este espacio de encuentro, reflexión e intercambio en torno a temas claves en la construcción de nuestras sociedades y que tienen una injerencia directa, también en nuestras vidas y en la de lo/as otro/as. Este número (30) de vozed gira en torno a la interculturalidad / multiculturalidad desde sus diferentes dimensiones y temas conexos.
“La idea de la multiculturalidad en América Latina se encuentra como uno de sus componentes constitutivos y que le otorgan, en más de un sentido, características que le ayudan a concebir su propia identidad.” Un texto de Édgar Adrián Mora.
Hoy en día la globalización, la inmigración, Internet traen consigo muchos cambios en una sociedad que requieren de un proceso largo de maduración y aceptación de las nuevas costumbres. En el caso de la inmigración, se necesita de una integración para que la convivencia sea plena en donde no se discrimine a los nuevos ciudadanos simplemente porque son “diferentes” y que estos a su vez se incorporen a su nueva sociedad siguiendo las leyes que las regulan. La música no ha sido ajena a este movimiento, ya sea como producto de la inmigración o por la exportación de ritmos a otros países. A través de los años, los músicos de países tan distantes y diferentes hayan tenido la capacidad de adsorber y entender ritmos que son totalmente ajenos a su entorno y costumbres y haber podido transformarlos, incorporando sus ritmos nativos y con ello creando nuevas amalgamas sonoras con una personalidad y seriedad que parecieran que siempre estuvieron ahí.
A mi abuela le enamoraba la cara de justo de Gary Cooper y sus ojos azul “decente”. Tenía una devoción inexplicable por las películas del oeste, por las fábulas de moraleja blandita. Viniendo de una de las dos Españas, distinguía fácilmente, sin pegar la oreja al suelo, a los pieles rojas de los nacionales y, a los rojos de piel dura, de tanto sheriff suelto. Los malos y los buenos, a pelo y sin montura. Sin matices, sin psicoanálisis, ni giro argumental. La historia la escriben los ganadores y los derechos de autor se tributaban a la arrogancia de estos colonos. Los indios eran calderilla y demasiada multitud para llevarse bien con ellos.
«Yo soy multicultural por instinto. Me explico: me gustan las rubias».
El trabajo no solo es una herramienta por la cual la sociedad permite que una persona obtenga los recursos necesarios [también es una herramienta que] permite su desarrollo.