Barreras al mercado laboral
El trabajo no solo es una herramienta por la cual la sociedad permite que una persona obtenga los recursos necesarios [también es una herramienta que] permite su desarrollo.
Cuando salgo a la calle veo que la ciudad, Madrid, se está convirtiendo en un lugar cada vez mas multicultural, donde personas de todo el mundo conviven y, como una necesidad primordial y reconocida por la ONU como un derecho indispensable, trabajan.
El trabajo no solo es una herramienta por la cual la sociedad permite que una persona obtenga los recursos necesarios para poder adquirir los bienes y servicios que necesita, también es una herramienta que permite el desarrollo de la persona a través, generalmente, de las actividades que más le gusta hacer, enfrentarse a problemas se sabe capaz de solucionar , porque tiempo atrás hubo un largo desarrollo y adquisición de experiencia, y más aun, porque puede mejorar e innovar soluciones y aportar al bienestar de la sociedad en la que vive, por lo tanto el trabajo dignifica.
El mercado laboral como cualquier otro mercado sigue las reglas de la oferta y la demanda, donde los competidores ofrecen sus servicios al mejor postor. Según Michael Porter los competidores luchan por las mejores posiciones en el escalafón del mercado siguiendo tres estrategias: competir por valor, por nichos o por coste. Así, por ejemplo los chinos, compiten por costes. Su mano de obra es barata, nadie es capaz de bajar tanto los precios de un producto. Muchos países se especializan en algún sector para ser los líderes en un mercado: los brasileños en café, los indios en té, los holandeses en tulipanes, los argentinos en carne vacuna, etc. Por último, principalmente más no exclusivamente, los países desarrollados compiten por valor: los franceses en perfumes, los alemanes en tecnología, los japoneses en electrónica y robótica, los coreanos a últimas fechas en automóviles, y así un largo etcétera. Entonces, ¿si hay diferentes estrategias para competir y los países desarrollados se enorgullecen de tener los mejores sistemas educativos, a la gente más preparada, cualificada y sobresaliente, porqué los gobiernos de dichos países no aplican sus políticas liberales, como las que aplican en economía y comercio, en el mercado laboral? La respuesta es sencilla: para proteger a su trabajador, sin importar, evidentemente, que sé este protegiendo un trabajador mediocre.
Si el trabajador nacional, el americano, alemán, español o de cualquier otro país desarrollado, no puede competir contra personas que vienen del extranjero, es, según vimos, porque el extranjero tiene una estrategia de competencia mejor. Si un americano no puede competir con los latinoamericanos que llegan a ocupar puestos en las fábricas será porque son más económicos. En España, si los españoles no pueden competir contra los rumanos en el mercado de la construcción es porque el segundo sale más barato que el primero, entonces tantos latinoamericanos y rumanos en estos sectores tienen una mejor estrategia para competir por costes. En el caso de que los trabajadores extranjeros compitan por nicho o por valor la situación es la mima. Si un hindú es mejor que un americano o un japonés para desarrollar software o un latinoamericano mejor que un alemán o un ingles para hacer consultoría, la solución no está en generar barreras de entrada para los trabajadores extranjeros, sino en preparar mejor a sus propios trabajadores ó, aceptar la mano de obra de otros países, es decir, adoptar el outsourcing que tanto está de moda.
Tradicionalmente las grandes masas de trabajadores emigrantes compiten por nichos o costes. Un ejemplo son los polacos en España. Ellos están identificados como buenos trabajadores de la construcción. No solo hacen bien las cosas sino que salen baratos. Siguiendo en Europa, los trabajadores del Este emigran hacia el oeste del continente en busca de mejores oportunidades y toman trabajos que los trabajadores locales no quieren: el campo, la construcción, la hostelera. En Estados Unidos sucede lo mismo; la masa de inmigrantes mexicanos, salvadoreños, hondureños, etc. ocupan trabajos como obreros, jardineros, en la limpieza o en el servicio doméstico.
No debería que existir problema, si el trabajador local no es mejor que extranjero y, por si fuera poco, son más caros ¿Porqué detenerles la entrada los extranjeros? ¿Por qué negar visas de trabajo y establecer mecanismos burocráticos? La protección de los mercados laborales hacen que el trabajador nacional se estanque en su desarrollo y evita que los que pueden hacer un mejor trabajo no lo hagan, sin hablar siquiera del conflicto ético y la pérdida de valor social que genera que un extranjero no pueda trabajar. Evidentemente está protección es un tema político: los extranjeros no votan, los trabajadores nacionales si. El problema, dicen los políticos, viene por el exceso de emigrantes que un país es capaz de soportar. Entonces, los países desarrollados deberán trabajar aun más en establecer un reparto de la riqueza en el mundo que disminuya los flujos de emigración.
Nunca, más que ahora, es necesaria la apertura de los mercados laborales y una mejor distribución de la riqueza. Debe ser el momento para tener políticas congruentes con los tiempos que se viven en el mercado laboral, principalmente, por parte de los países desarrollados. El mercado responderá de forma natural a la oferta y la demanda según los integrantes de dicho mercado. Manipular esa dinámica es proteger a unos competidores o sectores mediocres, incapaces de competir. Así pues, los gobiernos deben preocuparse por posicionar a sus trabajadores donde más les convenga a ellos y a los intereses del país, todo esto, sin crear manipulaciones y si, capacitando, invirtiendo en educación y estableciendo un terreno de libre competencia.
Los políticos no deben temer a la apertura del mercado, el resultado será una mejoría en los puestos de trabajo debido a la integración de nuevas culturas, nuevas formas de ver y hacer las cosas y una mayor riqueza cultural.~
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