TRIBUNA VISITANTE: El viaje de Micheline fue por tierra
Helena González Sáez nos cuenta de un viaje por tierra… en Tribuna visitante.
MICHELINE NACIÓ EN un pueblo pequeño de Camerún. En un entorno rural, donde las personas más mayores recuerdan los sucesos asociándolos a otros sucesos públicamente conocidos y remarcables: antes de las inundaciones, después de la sequía, en el tiempo de los árboles, cuando vinieron las langostas… No se habla mucho de años o meses. La cotidianidad está enlazada a los ciclos: cuando llueva, cuando salga el sol, cuando se recoge el cacao…
El viaje de Micheline hasta España fue por tierra: en autobús, en camión y andando. Dejó atrás cinco hijos, hermanas, su madre. Emprendió el camino animada por lo que contaban otras personas sobre Europa, un camino muy difícil, muy doloroso. Salvo ella, nadie sabe nada sobre muchos de los pasajes de este viaje, seguramente porque no puede recordarlos sin revivir un sufrimiento casi insoportable.
Micheline lleva varios años en España, ha trabajado como empleada del hogar y cuidando a personas mayores, pero últimamente no encuentra trabajo, mientras hace lo que puede: trencitas en fiestas de pueblos y en cumpleaños, peinados sofisticados maravillosos, colabora de forma altruista en un comedor social cuando le llaman…
Es una mujer grande. Muchas personas la llaman Mamá África, y a ella le gusta decir que tiene muchas hijas e hijos adoptivos aquí. Le gusta llamarles «mis hijos», y les invita a comer o a cenar, les da consejos, les cuida.
Y dibuja.
Sus dibujos son crónicas de las vidas de mujeres que ella ha conocido en su país, en su entorno cultural. Cada dibujo es un relato de un caso y una situación concreta: un matrimonio forzado de una menor con un hombre anciano; una mujer repudiada por su marido y abandonada porque no puede tener hijos; las dos esposas de un mismo hombre con todos sus hijos e hijas trabajando en el campo; una mujer, madre de muchos hijos, abandonada por el padre de estos que se casa con otra; una mujer perseguida por adúltera…
Trencitas en fiestas de pueblos y en cumpleaños, peinados sofisticados maravillosos, colabora de forma altruista en un comedor social cuando le llaman…
Cuando comenzó a dibujar en el TAZ, sus figuras eran todas mujeres embarazadas y escenas rurales en las que parecían no hacerse visibles grandes conflictos. Pero solía aparecer alguna amargura en los relatos, nada concreto. Con el tiempo los dibujos empezaron a iluminar aquellos aspectos oscuros. Los personajes comenzaron a fruncir el ceño y a enseñar los dientes. Más adelante los personajes comenzaron a llorar.
Micheline dice que no es la misma que cuando llegó: «mis ideas sobre las mujeres y los hombres han cambiado. Yo antes pensaba “las cosas son así”, que nada podía cambiarse: ¿por qué?, ¿para qué?, si todo es como debe ser. ¡Ahora me doy cuenta de que de eso nada!»
Ahora, que los personajes de Micheline pueden llorar, quizá también puedan despedirse de su sufrimiento, acunarlo… dejarlo dormir.~
Para Helena: Me ha gustado mucho. Si yo fuese Micheline creo que también me gustaría tanto o más.
Para Micheline: Suerte, mujer. Te la mereces.
Muchas gracias Loli ! 🙂