La noción de equilibrio o de cómo nace el yugo
«El pobre se encuentra con el rico y el rico con el pobre; el culto, con el ignorante… En el encuentro está la clave de la sociedad» para mantener un cuestionable equilibrio.
Dice la RAE en su entrada de equilibrio que esta palabra procede del latín aequilibrĭum. Analicemos sus acepciones:
La primera: «Estado de un cuerpo cuando fuerzas encontradas que obran en él se compensan destruyéndose mutuamente.» Destrucción. Es así como nos dice la primera de las significaciones de la palabra que debemos entenderla, usarla. ¿Cómo entenderla en un plano vital? De entrada con el dolorido tema de la lucha. El pobre se encuentra con el rico y el rico con el pobre; el culto, con el ignorante… En el encuentro está la clave de la sociedad. Como entes sociales nos encontramos desde el otro y nos compensamos en la destrucción mutua. En cierto modo eso es estar con otros, dejar el yo de lado para escuchar al otro. Pero hay más y Hegel lo había analizado en La fenomenología del espíritu. El equilibrio es el resultado del enfrentamiento del amo y del esclavo. Dialécticas donde el amo se convierte en el esclavo y el esclavo en amo, no por la revolución sino por la necesidad. ¿Necesidad de qué? De mantener la destrucción mutua. El rico necesita de esclavos para confirmar su riqueza, necesita personas a las que pueda dominar, incluso los necesita para seguir siendo ejerciendo su poderío, su amorío. ¡Bendita justicia social! Entonces el esclavo comprende la necesidad, o más que comprender sólo sigue la dinámica impuesta por el amo. Es decir, el esclavo sabe que su poder está en ser la causa del poder del amo. En ese sentido el amo se convierte en el esclavo del amo. Dicho más fácilmente es la relación causa-efecto desde el efecto y la causa.
Sigamos con el análisis.
En tanto que la primera acepción nos devela la necesidad, la segunda nos dirá que el equilibrio es la «Situación de un cuerpo que, a pesar de tener poca base de sustentación, se mantiene sin caerse.» Y es así como se sostiene la sociedad, los menos, los esclavos. Su base de sustentación es la aspiración de ejercer el dominio en el amo, de convertirlo en uno similar a él, o incluso de cambiar de roles. Esta aspiración generada por el trabajo hace que las personas se despierten a diario, vayan al feudo laboral de una oficina y estén cuando menos ocho horas laborando. Así se va la vida. El esclavo trabaja de sol a sol para aspirar a convertirse en amo. En efecto, algunos lo logran, no al nivel del amo, de ese que genera todo el control, pero si a un nivel de esclavos. El esclavo destacado se convierte en amo de los otros que están a su servicio para lograr producir lo que enriquece y dota de poder al amo, a ese que debería de escribir con mayúsculas. De este modo la cadena se reproduce, escalafones le llaman o como dice un dicho: hasta en los perros hay razas.
La tercera acepción nos dice un gran absurdo sobre el equilibrio: «Peso que es igual a otro y lo contrarresta.» Como si de verdad el peso de los esclavos, su acción, fuese capaz de contrarrestar la dinámica impuesta por el amo, esta dinámica de la necesidad y la aspiración. ¡Vaya ilusión del esclavo! Seguramente su deseo aspiracionista le moverá a tal grado que buscará crecer (en el sentido económico y del poder) para pertenecer a ese grupo. Pero eso no quiere decir que se contrarreste el poder del amo, al contrario, se reafirma y se potencializa en los aspiracionistas. Buena jugada del poder.
[pullquote]El pobre se encuentra con el rico y el rico con el pobre; el culto, con el ignorante… En el encuentro está la clave de la sociedad.[/pullquote]
Por eso la cuarta acepción es una burla de la dinámica impuesta por el amo hacia el esclavo. Una vez apuntalada la ilusión entonces es posible decir que el equilibrio es también el «Contrapeso, contrarresto, armonía entre cosas diversas.» Es una burla porque el esclavo tiene la esperanza de ser como el amo; porque el esclavo parece comprender que el amo necesita de él; porque el esclavo cree que vive en armonía con la otredad del amo, cuando el amo ni empatía tiene por el esclavo, y mucho menos ahora que la clase política y la oligarquía cada día están más alejados de los esclavos. Pero no importa porque la sociedad vive en armonía y muchos esclavos están convencidos (alienados) de ello y por ellos.
Es así como nos llega la quinta acepción y apela a la «Ecuanimidad, mesura, sensatez en los actos y juicios.» Hasta parece el discurso desgastado de un político, la filantropía de un millonario, el humanismo de un empresario. Finalmente llegamos a la sexta acepción, muy hermanada con la quinta, pues en ese discurso del poder el amo, al ver que los esclavos empiezan a perder la fe, buscan los equilibrios (de la justicia equitativa tal y como la plantea John Rawls) y hacen «Actos de contemporización, prudencia o astucia, encaminados a sostener una situación, actitud, opinión, etc., insegura o dificultosa» porque la ausencia del equilibrio los pone en peligro, más que a los esclavos. No es perder la riqueza lo que les preocupa, es perder el poder que funciona cuando hay riqueza.
De este modo tenemos incrustada una palabra que a todas luces expresa el control, la lucha, la destrucción de las partes. Aunque, como se ha analizado, en realidad es de uno de los lados el verdaderamente afectado por el riesgo de perder el equilibrio. El amo en cualquier nivel de interpretación es el que pierde más cuando el equilibrio se rompe. Su existencia está en riesgo, quizá no por mucho tiempo dado que siempre hay modos de recuperar el control y restablecer el tan valorado equilibrio. Para el esclavo, en cambio, la destrucción del equilibrio es la posibilidad de que este cambie de rol. Y así seguimos con la dinámica del amo y del esclavo, en la creación constante del equilibrio, tan natural en el mundo.~
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