Un único tiempo

Un poema de Luriel Lavista

 

                                                                               Para el Guitarrista

inesperado despertar
ante las bocanadas
se hunde poco a poco
se enreda al sediento humo,
en su microcosmos
la mente burla otra visión
revolcado en la mirada embrutecida
por el azote de su propia exhalación,
trata de diferenciar
entre las letanías de su alrededor
la doble combustión
que le trae su mano temblorosa,
sus ojos hundidos en el alcohol
constantemente terminan en la saliva
en la tierra floja que empuja su pie
en el deslizamiento de la cortina
retrocediendo hacia la mancha,
allá en el fondo de la puerta
avanza una voz
subsiste por no se cuanto tiempo
en la debilidad de su atención

“ay de ti
que al entrar a lo despoblado
busques la posición más reducida
aquel suelo tan hondo
cuyo alcance sea una migaja,
no te pienses ni un momento quieto
sobre la desembocadura
que te da la unicidad
contente, solo espera
y ante todo resiste,
al menos una vez olvida todo cuanto tienes
párate en medio de la calle
y siéntete poseedor de vida”

en el animo de continuar
se pregunta como se debe vivir
en estos tiempos de esperada catástrofe,
pero en un hombre común
que solo se abastece de aproximaciones irreales
no parece tener una concepción relevante ante el deber
mas puede decir ahora mismo
que se impone la respiración
cortando esas largas olas
del mar abierto que es la borrachera

“que mas da el bramido del día o la noche
siempre hay un vaivén, un chingadazo
en el mero costado de la vida
la comodidad determina la ceguera,
en la sumisión de almas
esta la risa desesperada
de la inconsciencia”

la luz aquí es buena
poco a poco le llega un recuerdo
avienta el vaso de veladora
que deja de trasparentar calma
el cigarrillo se estampa en la pared
carcomida por ciertas figuras absurdas
manotea el aire viciado de las carcajadas
desde su boca arroja improperios
que nadie alcanza a contestar
porque se agota su paciencia,
y sale hacia el aire húmedo
avanza desde entrecortados pensamientos
que no podrá retomar
sus ojos parecen cerrarse
y en el baldío que esta enfrente del tugurio
cree ver ese bello jardín,
acariciando la hierba
se desploma

acaso es el cero de un bestia
y el infinito de un dios
del que hablaba Monsieur Teste
o solo es un ser
con una mente enferma
que en momentos luminosos
arranca de entre toda su miseria
un rasgo de aparente inmensidad;
vuelvo a pedir otro trago
del más barato licor
que aún puedo pagar
mientras el aire golpea la ceniza
que no he dejado caer
bebo tranquilamente
y me recargo en la pared
solo sigo esperando
a que termine de oscurecerse
allá afuera.~