Sin dolor
#Un cuento de Macarena Muñoz Ramos
EL ARLEQUÍN ESCUCHA. Y mueve su cuerpo como si le faltaran los hilos. Una marioneta que intenta poseer voluntad propia. La sonrisa triste, la figura desgarbada. Música de circo con un acordeón cansado. Notas que abrazan al viento melancólico. El Arlequín se yergue. Levanta la cabeza. Algo palpita rabioso en su pecho ¿Y si el mañana nunca llega? El Arlequín cierra los ojos y deja escapar un suspiro. Desesperanza al conocer un origen irreal. Pertenecer al mundo de los sueños. Sólo si duermo, existo. El Arlequín intenta danzar. Vuelta tras vuelta. Pero sólo tropieza y cae. Debe exorcizar al demonio de la cordura. Santa paz entre la poesía y la oscuridad. Encerrado en el vientre de la Madre Noche. El Arlequín sólo conoce una verdad: su beso está impregnado de veneno. Elíxir pecador. Dolor placentero que ojalá no tuviera fin. Sometimiento perpetuo. Eternizar la esclavitud hacia el placer y la carne. El Arlequín intenta transmutarse en la blancura de sus ropajes. Pureza que estorba cuando reina la lujuria.
El Arlequín es una sombra triste que alarga su desencanto. ¿Y si el mañana nunca llega? El piano ataca con una melodía casi terminal. Un asesino serial de sentimientos habita en el interior de todos y cada uno. Sin temor disfruta sus hazañas. Y a pesar de todo, la víscera cardíaca es incapaz de detenerse. El dolor es su mejor alimento. La angustia que desgarra las venas. Entonces el Arlequín abraza a un ángel carente de luz. Que extravío la bondad. Y mientras lo besa en la frente, le clava las uñas en la espalda. El Arlequín cree que sólo así brotarán sus alas.
¿Qué es verdad y qué es mentira? Las ilusiones forjan, construyen. Pero también arrebatan y aniquilan. El Arlequín no le teme al invierno. Invoca a los espíritus que provocan las tormentas de nieve. Al mismo tiempo que con pasión rasga las cuerdas de un violín ¿Habremos de renacer en la próxima primavera? ¿Resurgiremos de entre las sombras? El ciclo no se rompe. Cola y cabeza de serpiente. Nacer y morir. ¿Acaso es un renacimiento cada vez que despertamos? El Arlequín habita en los cuartos oscuros de la memoria. Amo y esclavo al mismo tiempo. Ríe y sus lágrimas inundan la mueca torcida que pretende ser sonrisa. Música de circo con un acordeón cansado. La nostalgia también tiene tintes de furia. Rabiosa exalta las pasiones sin distinguir si son altas o bajas. Es puro arrebato que conduce al éxtasis. El Arlequín ahora descansa en los brazos del ángel. Sí, de aquel que extravío la bondad y ahora corona su cabeza con espinas. ¿Es esto el infierno? ¿Y paraíso al mismo tiempo? Imposible vencer a la tentación. Los pecados capitales se impregnan a los cuerpos. El Arlequín reposa lánguido. Mientras el ángel vestido como Dómina, entre cuero, argollas y herrajes, mantiene a raya su inútil corazón ¿Y si el mañana nunca llega? Ya no importa. El Arlequín se arranca la piel y queda en carne viva. ¡Adelante! Estoy decidido a sentirlo todo sin piedad, sin medida. Aunque la alegría es un espejismo. No así la furia y el odio que me impulsan. El Arlequín suspira. Cruza miradas con el ángel y al fin exclama: Sin dolor, no te haces feliz.~
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