Al minuto 94 se hizo la diferencia | blog Mundial Brasil 2014

Hace 16 años, México se enfrentó a Holanda en el Mundial de Francia ‘98. Ambos equipos jugaban su tercer partido en la fase de grupos. México llevaba una victoria y un empate, al igual que Holanda; entonces era casi seguro que ambos pasarían a octavos, sobre todo frente al desempeño de Bélgica y Corea del Sur. El marcador final en aquel encuentro fue un empate a dos goles; luego de que el equipo holandés llevará la delantera, los mexicanos alcanzarían al rival con un gol de Ricardo Peláez al minuto 75, seguido por el remate de Luis Hernández, El Matador, en el minuto 94. Así, México llegaba a octavos de final en el segundo lugar del grupo E, para enfrentarse a Alemania y quedar de nueva cuenta en el camino, al finalizar el encuentro con un marcador 2-1 a favor de los alemanes.

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Huntelaar celebrando el segundo gol de Holanda contra México

Hoy, en Brasil 2014, de nuevo se enfrentaron holandeses y mexicanos, y otra vez todo se decidió en el minuto 94, pero no a favor del equipo tricolor. Después del primer gol de los naranjas, con el que alcanzaron el empate a uno, el cobro de un penal del que todos sospechamos definió el pase del equipo holandés y la despedida del equipo de El piojo, Miguel Herrera. Una vez más, México no logra pasar del cuarto partido, como una maldición que le sigue desde Estados Unidos ‘94, hace ya 20 años. Y ante los hechos, nos seguimos preguntando ¿por qué no se logra dar ese paso a octavos de final?

Quizá las respuestas no se encuentren sólo en el campo de fútbol; quizá valga la pena hacer una radiografía de la forma en que se encuentra el país para darnos cuenta de que lo que pasa durante los noventa minutos es una posible calca de la actitud de muchos mexicanos. Y es que jugaron bien, pero a medias; como un buen equipo, pero sin definición a gol, como si en el último momento les diera miedo hacer lo que deben hacer. Para decirlo de forma clara y concisa: jugaron de forma mediocre. Y creo que también el país tiene una actitud mediocre: con un presidente mediocre, un gobierno mediocre, un sistema de salud mediocre, una educación mediocre, una economía mediocre, una población mediocre… y con un desempeño mediocre de la Selección previo al Mundial. Por eso no me sorprende que muchos culpen al mal arbitraje de que México haya sido eliminado, entre ellos el propio entrenador.

Y sí, el arbitraje y los organizadores del Mundial son un asco: desde que le dan un castigo excesivo a Luis Suárez; no marcan una mano clarísima y un penal en el partido pasado de México contra Croacia; discuten innecesariamente por el uso de una palabra supuestamente ofensiva; no marcan algunos penales, otro tipo de faltas y entradas fuertes entre los jugadores; y así, un largo etcétera (y eso sin tomar en cuenta el negocio que el fútbol representa, los malos y excesivos manejos de dinero y la destrozada economía que dejarán en Brasil). Pero de nuevo, aquí nos situamos en lugares comunes de echarle la culpa al otro de nuestras calamidades, derrotas y errores.

Quizá por eso quería que ganara Holanda, pero no quería que perdiera México, con todo lo que de contradictorio lleva esa frase. Quería que ganara Holanda porque creo que merece llevarse la Copa a la que no ha podido llegar en tres ocasiones, y porque además lleva un muy buen desempeño en lo que va del Mundial. No quería que perdiera México porque el último partido lo jugó muy bien, y porque creo que frente a Holanda salió a ganar, pero sin definir a gol, como siempre. Pero no quería que ganara porque a esas victorias se trepan todos, y esta ciudad y muchas otras se volverían un caos; porque entonces se pensaría que el equipo hizo bien las cosas desde el inicio, y que por ende el país también; vaya, se sobredimensionaría algo que parece una simple victoria, porque para eso les pagan a los jugadores, ¿no? Les pagan para meter goles, ¿o no? Porque tengo esa sensación de saber que algo está pasando mal en mi país y que ello se refleja en un equipo de fútbol, o en la forma desagradable en que la afición reacciona.

En el partido de hoy, Holanda tuvo menos oportunidades, pero su estrategia era salir con todo y lograr terminar un partido que por las condiciones climáticas se le presentaba difícil. Así como actuaron en el partido anterior, la estrategia de los holandeses fue aguantar para arremeter en los últimos veinte minutos. Los mexicanos debieron aguantar y no confiarse con el único gol que anotaron. Holanda se guardó para el final. Faltaban veinte minutos para que México se viera como ganador, y no esperó al último minuto; moraleja: Esto no se acaba, hasta que se acaba. Esos últimos minutos le bastaron a Holanda, pues fueron los únicos en que parecía estar jugando de verdad. Aguantó hasta el minuto 94 para ganar.