El castillo de If: Potentes dosis de cuento gráfico

Un texto de Édgar Adrián Mora


 

LA NARRATOGRAFÍA ES  un medio que se encuentra, quizá, en una de sus épocas más luminosas. La influencia que esta manifestación artística tiene en la cultura, tanto la popular como la denominada “alta cultura” es hoy innegable. Es imposible no interactuar con sus productos: películas de gran presupuesto, series en televisión y diversas plataformas, viñetas descontextualizadas en la vorágine de imágenes de las redes sociales, sitios de publicación en línea.

El cómic ha dejado atrás esa aura de subproducto literario y se ha constituido en un medio poderoso que con un lenguaje propio construye propuestas narrativas y visuales destinadas a contar nuevas historias de manera distinta. Atrás parece quedar también la denominación de novela gráfica, esa etiqueta con la cual Will Eisner utilizó para diferenciar sus narraciones con respecto de lo que el mercado industrial ofrecía a finales de los años setenta. Aludiendo a su relación con la literatura tendríamos que denominar de otra manera a los relatos autoconclusivos y cortos que nos cuentan historias cuya estructura cumple con los elementos tradicionales de planteamiento, desarrollo y desenlace. Quizá cuento gráfico.

De este tipo de historias está constituido el libro Killing & Dying (Drawn & Quarterly, 2015) del ilustrador Adrian Tomine (Sacramento, California, 1974). Hay en sus relatos un ambiente que remite a pensar en autores como Raymond Carver, Paul Auster y Daniel Clowes. Personajes atormentados que vagan por el mundo en búsqueda de encontrar sentido a su propia existencia. Víctimas de una cotidianidad que se les revela hostil y a la cual se debe plantar frente. El libro cuenta con seis relatos, cada uno con una estética distinta visualmente hablando, pero con coincidencias con respecto de los temas que aborda.

Así, «A Brief History of the Art Form Known as “Hortisculpture”» es una crítica mordaz a la manera en cómo el arte se puede concebir a partir de un discurso que enmascara una propuesta vacía, que a la larga se convierte en sólo una ocurrencia; la fama, la frustración, la tolerancia ante la crítica, son temas que añaden hilaridad a este relato cuyas ilustraciones recuerdan a las viejas tiras del diario del domingo que tenían su propia lógica de continuidad y que se extendía muchas veces incluso por años.

«Amber Sweet» parte de una anécdota en donde una estudiante es confundida continuamente con una estrella porno, de tal manera que el acoso hacia ella, debido a su aspecto físico, le trae una serie de eventos desagradables. La protagonista debe renunciar prácticamente a su vida en aras de recuperar cierta tranquilidad. De manera azarosa, las dos chicas se encuentran y la catarsis desemboca en una escena llena de ternura y empatía.

Adrian Tomine

«Go Owls» es una historia de desamor. Dos solitarios en una edad madura se encuentran en una ciudad y comienzan una relación romántica llena de peleas, reconciliaciones, (in)comprensiones mutuas y demás hechos que añaden inestabilidad a la pareja. Cuando todo parece funcionar para bien, el desenlace destroza las expectativas de uno de los protagonistas. «Translated, from the Japanese» es un relato un tanto más corto que los demás, narrado por una voz en off que a lo largo de las viñetas adquiere un aire inquietante y, en cierta medida, trágico. La voz narra el viaje en avión que realiza una madre con su hijo y su arribo a una ciudad en donde los espera el padre. La conclusión estremece por las posibilidades que abre para la vida de los involucrados.

«Killing and Dying», relato que da título al volumen, es una historia tragicómica. Narra la historia de una madre enferma de cáncer deseosa de que su hija, una adolescente que estudia la preparatoria, encuentre su vocación y sea feliz. La chica, con la indiferencia propia de su edad y su generación, decide que quiere ser comediante de stand up. El padre ve con desconfianza la elección de su hija y, a pesar de apoyar sus esfuerzos, sabe que todo se encamina a una tragedia. Lo cual ocurre pero, al mismo tiempo, asistimos a un desenlace lleno de ese amor que sólo los secretos guardados por los padres pueden justificar.

Finalmente, «Intruders» cuenta las peripecias de un personaje a quien le gusta invadir casas ajenas, apropiarse de espacios que le pertenecen a otras personas, fingir en esa apropiación que algo de los habitantes originales se queda en él. Así ocurre en todas las casas en las cuales se mete y de las cuales tiene que ahuyentar, incluso, a otros intrusos.

El libro es un excelente conjunto de historias. Al terminar de leerlos uno siente la misma satisfacción que se experimenta al concluir alguna obra literaria de factura memorable. La memoria de estas historias se imprimen en el lector, tanto por la potencia de lo que se narra como por la hermosa realización de las ilustraciones. En sincronía perfecta, imagen y texto nos llevan de manera calculada a través de un mundo del cual no es posible salir defraudado.~