EL CASTILLO DE IF: Dos potentes dosis de miedo desde México
potentes dosis de miedo desde México… un texto de Édgar Adrián Mora, en el blog El castillo de If.
EL TERROR GOZA de buena salud en México. Publicaciones como Penumbria y autores como Bernardo Esquinca impulsan una literatura que explora en los miedos humanos para generar una catarsis que, en paradójica dinámica, se convierte en un placer con respecto de la lectura del texto.
Las formas de abordar este tema dentro de la narrativa son múltiples y exigen, merced a los adelantos tecnológicos y a la explotación excesiva de los medios audiovisuales, una evolución en sus planteamientos que obligan a los autores al ejercicio de la imaginación de manera cada vez más creativa.
Sin embargo, hay referencias a las cuales no se puede escapar. Dos de ellas, por ejemplo, son los monstruos y la creación de ambientes opresivos añadidos a situaciones fuera de lo común y, generalmente, de lo material mundano. Es el caso de dos plaquettes que leí en estos días: Voraz de Néstor Robles y Raíces de Enrique Urbina.
Ambas obras exploran los terrenos de lo sobrenatural pero lo hacen desde perspectivas y tratamientos distintos. Robles recupera las figuras monstruosas más frecuentes del terror que inserta sus orígenes en el Romanticismo y las adaptaciones numerosas al medio cinematográfico: el vampiro, el hombre lobo y la bruja. El título de este libro, que incluye tres cuentos a los cuales sólo los articula el escenario en donde se desarrolla (Tijuana), es a todas luces acertado. Los tres comparten el leit motif del miedo a ser devorados, a ser mordido, a sentir el desgarre de la piel y la carne, la trituración de los huesos. Cuestión importante de señalar es la manera en cómo Robles resuelve el cambio del domicilio de la aventura: aborda monstruos arquetípicos, pero los inserta en la época contemporánea y los relaciona con fenómenos sociales de esta misma época. Es interesante cómo sus monstruos se hacen presentes en escenarios donde el crimen organizado, la migración, la trata de personas, las desapariciones y los asesinatos se convierten en motores al servicio de sus propios cuentos. La ciudad fronteriza es, también, alegoría de la frontera que divide la realidad de la fantasía terrorífica.
Raíces, por su parte, apuesta por generar el miedo a partir de indicios que conducen a crear un ambiente inquietante en extremo y que se dirige a una resolución sobrenatural e hiperbólica. La historia aborda la manera en cómo una niña, Julieta (nombre que oscila entre la heroína trágica de Shakespeare y la antoheroína esperpéntica de Sade) comienza a tener una transformación que proviene, literalmente, de la profundidad de la tierra. Elementos como la historia de violencia nunca enunciada que viven la protagonista y su madre, el animismo relacionado con las plantas y la tierra misma, las posibilidades de comunicación telepática y asincrónica, la amistad como un lazo irrompible y el castigo como una posibilidad para los impíos, recorren de manera lenta pero eficiente las breves páginas de esta historia. De la misma forma que se describe la manera en cómo la vegetación va apropiándose del espacio, de las casas, de los cuerpos y, en última instancia, de las conciencias de los personajes; así va creciendo, de manera inexorable y eficiente, el ambiente creado por Urbina y el cual conduce a un desenlace trágico en apariencia y terrorífico, pero también lleno de una ternura insospechada.
Ambos autores presagian buenos tiempos para el terror escrito desde México. Seguro sus plumas tendrán mucho que decir al respecto.~
Néstor Robles, Voraz, Guadalajara, Paraíso Perdido, 2015.
Enrique Urbina, Raíces, Guadalajara, Paraíso Perdido, 2016.
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