NAGARA: Krakatoa

«La escritura de Aníbal Cristobo es una escenografía. En ella hay personajes, hay fotogramas del viejo oeste, hay fragmentos de tratados de anatomía, hay música y lo que esa música hizo sentir a un adolescente, hay voces que provienen del periodismo, de los comentarios de las redes sociales, de las películas vistas en los autobuses, incluso de ese vaciadero de escombros que es la poesía.»

«Nagara» (sin embargo), sol a media noche

«Nagara» (sin embargo), sol a media noche

1.

DONDE SE DESCRIBEN las imágenes de tu teléfono celular.

La escritura de Aníbal Cristobo es una escenografía. En ella hay personajes, hay fotogramas del viejo oeste, hay fragmentos de tratados de anatomía, hay música y lo que esa música hizo sentir a un adolescente, hay voces que provienen del periodismo, de los comentarios de las redes sociales, de las películas vistas en los autobuses, incluso de ese vaciadero de escombros que es la poesía.

Es un atlas de una región impensable para los geógrafos.

Es la posibilidad de hallar en cada verso, en cada estofa un indicio del tokonoma.

Es un acertijo y la respuesta a una pregunta que se hizo en un cuarto de 1912.

Es una mujer que mira la nieve:

«sobre sobre un parque
industrial, sobre el perro que custodia un hotel
bombardeado, sobre las plantaciones de arroz
controladas por puestos de vigilancia que se suceden
del otro lado de la ventanilla
del micro: y si puedo patear
debajo del asiento, y pateo, siempre espero encontrarte
dentro de mi mochila.»

Es aquella nota que al ser escrita no tenía un significado especial pero al leerla en un sótano te hace comprar un boleto de avión:

«dentro de poco
voy a llegar a un lugar igual a
éste, pero mucho
mejor; y mucho más lejano».

 

2.

De comó un agujero negro no es una definición del azar.

Cristobo tiene la capacidad de unir en un mismo plano teorías, historias y happenings. Es un director de cine cuya cámara es una arquitectura de sonidos.

Cristobo construye un observatorio cuántico: una pantalla donde se proyectan 40 millones de imágenes por segundo, pero que en nuestro ojo tienen la forma de un rizoma, de una ecuación que intenta explicar aquellos sitios donde las leyes del tiempo y el espacio no existen o arrojan resultados incomprensibles:

«Cuando decidamos retirarnos; y nos encerremos
en esta mina flotante –que algunos
comparan con un agujero negro
a la deriva, y otros, con una bola de
guano- soñaremos recurrentemente con esto: que somos
un punto invisible pero determinado por la rotación constante
del zodíaco; y que una sucesión de puntos sólo es factible
como pesadilla.»

 

3.

Que trata sobre el mito de los que miraron la desnudez de papá y mamá

Una palabra escrita solo una vez en un idioma. La línea que describe el trayecto de dos puntos en una esfera. La palabra inmensa que escribió Vallejo y que solo se ha pronunciado una vez. La línea que une el semen del padre con el semen del hijo.

«Esta tarde, contemplando sin interés
el incremento acumulado en mi verga, igual que un accionista
austríaco vagamente alejado de la mesa
de negociaciones, confinado a su círculo gástrico
y a cubrir la memoria con fotos de manzanos
en diversas posturas
ajeno a la posición privilegiada del glande, con su repetición
bursátil proyectando la nada pienso
a lomo de burro en los casi once mil kilómetros
de ruta loxodrómica, desde mi chullo verde
hasta la casa donde eyaculaba regularmente mi padre.»

Las frases publicitarias que nos hacen sentir únicos, las epifanías compartidas por millones de personas en un mismo instante. Las líneas de pixeles que definirán nuestra identidad.

«Y luego, en
el mismo sketch, pero en la siguiente
temporada, agregamos
el paisaje de una central atómica», y más humor: «los desahuciados
pueden ser un blindaje térmico durante una semana
o dos» Así fue: y

«crecimos, en el TGV
de nuestro electorado, escribiendo Cómo
recibir una cadena de iglús en adopción y éxitos
similares; impulsando
este cardumen, también bajo legislación boreal y luna
llena, mirándonos sonreír en el estanque.»

Las palabras que delimitan e iluminan el mito familiar. Las líneas donde los psicólogos encontrarían esquizofrenia y un gusto desmedido por las mesetas.

«En el ático, me gustaba pintar
a esos dos tecnócratas en el amanecer
de algún parque acuático, flotando
como un par de islas blancas y desconocidas. Pero
cada día los oía jadear en mi cuenta bancaria, asfixiando
mis pretensiones sindicales.»

Palabras para buscar una definición propia, para evitar la risa ante los labios, los pómulos, las manías.

«Un año después tu obsesión por los artículos náuticos
se había corregido: de haberte ausentado, la maestra
del pueblo habría rematado tu colección
de nudos, convencida de que eran los culpables
de nuestra mala suerte; y hubieras visto -eso si regresabas- a las
chicas

intercambiando tus libros sobre albatros.»

Líneas que describen el personaje de opereta que interpretamos.

«El municipio
insistía en regalarme su loro emblemático; pero en el garaje,
todas mis reflexiones terminaban así: ‘¿quiero, verdaderamente,
convertirme en un experto en pérdidas?’»

 

4.

De la posibilidad de viajar durante noventa horas sin salir del sótano

Dirigirse a una isla. Extraviarse. Dejar el pasaporte en un baldío. Observar los volcanes. Hacer apuestas sobre las fechas de una nueva erupción. Por un instante aceptar que la mayor hazaña es seguir « batiendo records de bonsái para adultos».~

 

Aníbal Cristobo, Krakatoa. Zindo & Gafuri, Argentina, 2012.