Apuntes sobre una política del cuerpo
«Cuando el cuerpo vuelva a la política. Cuando el cuerpo sea un asunto de interés público. Cuando el cuerpo no se dé por asumido. Entonces.»
—Javier Raya«Los cuerpos son cosa de nuestro cuidado. Las entrañas son materia de nuestra responsabilidad. Los muertos son míos y son tuyos.»
—Cristina Rivera Garza, “Dolerse“
1. Hacer política desde el cuerpo.
Pensar desde el cuerpo. Pensar el cuerpo, sentirlo, como un lugar de enunciación; no un lugar, una casa, una habitación caliente. No pensar el cuerpo como un habitáculo del alma sino como su confirmación. No pienso luego existo; toco luego existo. No hay identidad, hay cuerpos que hablan.
¿Cómo pensar en una política desde el cuerpo? No, por supuesto, en una política que constriña los cuerpos a meras representaciones; tampoco una política que los transforme a su antojo. Pienso en una política desde el cuerpo, desde los cuerpos.
Sin embargo, antes de pensar en una política corporal, es necesario cuestionar pensar sobre qué bases habría de construirse tal discurso. Apresuradamente, propongo dos perspectivas a modo de pregunta.
2. ¿Quién habla, quién escribe?
El sujeto se constituye en el momento de la enunciación. Este momento no es solamente la dicción, no se constituye como habla sino como performance. Al hablar, el sujeto evidencia su condición histórica. Al hablar, el sujeto se muestra como ser en movimiento, como reproductor y constructor. Reproduce una historia que le ha sido otorgada, una geografía que habita y lo habita.
El sujeto que habla es una potencia en dos sentidos del término: fuerza y posibilidad. El sujeto es un paréntesis que abre un espacio de enunciación entre todas las voces que lo forman. Un enunciante es un sujeto entre sujetos, una subjetividad tejida con otras, una intersubjetividad que se muestra cuando al hablar, es escuchado. El sujeto es también un nombre, no un nombrar, sino un ser nombrado por otros y reconocerse en esa voz como nos reconocemos en el tacto erótico. Nombrarnos es vernos en un espejo invisible, interno, vocálico.
3. ¿Dónde hablamos, dónde escribimos?
El sujeto, cuando habla, es un performance que se desarrolla en el tiempo y en el espacio; el sujeto, cuando habla se construye y se reconstruye como máscara. Sin embargo, y en esto resalto una obviedad, toda máscara, toda enunciación requiere de un asidero desde dónde hablar. El cuerpo y la carne son el principio innegable de cualquier reflexión. Sólo desde el cuerpo conocemos el mundo y lo habitamos.
Uno de los signos de mayor fortuna en la creación de metáforas es la casa. Si es importante es porque la casa es la coraza social del cuerpo. Pensar en el cuerpo de quien habla es reconocer de otro modo su condición histórica. Cuando un cuerpo toca a otro ilumina todas la posibilidades de la carne, nota que es un cuerpo echado al mundo, nota el mundo que lo rodea y nota al Otro como cuerpo. El cuerpo es el principio de reconocimiento de la otredad, pero es también el principio de la violencia que lo niega. Para enfrentar la violencia que nos circunda, sólo es posible hacerlo desde un discurso encarnado en el sujeto que enuncia.
Hablar con verdad es hablar desde los cuerpos del enunciante y del enunciatario. La parresia, el hablar con verdad de los griegos que recuperara Foucault, es hablar, por principio desde el cuerpo. Echar al cuerpo al mundo y a los otros como encarnación del valor.
El cuerpo, sin embargo, es paradójico en su reconstrucción social. La parresia es el decir verdad con el cuerpo cuando el orador habla desde la entrañable noción de la justicia, pero es también el principio de la tortura. El cuerpo es principio de liberación y de sujeción. Las pasiones nacen y concluyen en él.
Para habitar dignamente nuestro tiempo y nuestro espacio partimos del cuerpo. Una ciudad se mide en calles y sus peatones se miden en pasos. Cuando caminamos juntos con una voluntad en común, encarnamos lo que de otro modo sería una metáfora sociologizante: el tejido social, el cuerpo social. Caminar con el otro, sintiendo su cuerpo es saber que no hay posibilidad de invadir ese espacio que él ocupa, al mismo tiempo es reconocer el valor de la carne como fundamento de lo que se enuncia. Hablar con el cuerpo, lo denomina Sicilia.
4. A modo de conclusión
Para hacer política desde el cuerpo no basta votar. El voto es una representación, un simulacro del parlamento, un sucedáneo del ágora en la sociedad de masas. Para hacer una política del cuerpo hay que caminar, salir a la calle y ver a los otros situarse como cuerpos frente a uno, que es también cuerpo. Tocar a los otros, verlos encarnar palabras, ideas, sistemas. Salir a la calle para, también. Nombrar a los otros, dejar que los nombres nos inunden.
Una política del cuerpo es, por fuerza, una política erotizada; no desde el ardor sino desde el tacto.
5. Coda
Un muerto es una herida en la memoria. Un cuerpo asesinado no es un cuerpo ausente, sino arrebatado. Un muerto es un abrazo roto. Una política sin cuerpos es una máquina de lo innombrable, un anonimato contagioso. Neoliberalismo y capitalismo son dos formas de lo mismo, dos sistemas de lo descarnado.~
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