Lo que vende y gobierna

Un texto de Gerardo Sifuentes

 

EL TRÍO CONSENTIDO de la mercadotecnia, el sexo, las drogas y el rock, se ha incorporado a nuestra vida cotidiana de forma nada sutil, y nos divierten tanto que a veces se nos olvida que a gran escala ciertas vertientes se han convertido en negocios redituables para un puñado de personas: son precisamente aquellos temas sancionados por la moral y la ley donde varios listillos han encontrado un nicho para enriquecerse. No quiero arruinar la fiesta con mis comentarios, no soy de los que pretende arrojar la primera piedra ni tampoco unirme al contingente reduccionista que creen que con prender un churro estás matando a alguien, pero en el entendido que ustedes sean la clase de personas ordinarias que tienen sexo con personas adultas –previo consentimiento por supuesto y de manera gratuita–, consumen alcohol y marihuana en cantidades moderadas, o sean  rockstars de fin de semana, no sería mala idea que pensaran por un momento en los millones de personas que no la pasan nada bien alimentando el deseo de otros.

Una raya, o dos
Sabemos que lo prohibido vende y bien. El tráfico de personas para explotación sexual es una industria que genera alrededor de 10,000 millones de dólares [1] en el mundo, y en ella cerca de 2 millones de niños son utilizados como mercancía para satisfacer la demanda de pederastas [2] y un número mayor de mujeres que son mantenidas literalmente en esclavitud. Del tráfico de drogas, bueno, de eso ya pueden hacerse una idea, pues el costo de la prohibición al momento es de 50,000 muertos en México, que junto con la fábrica infinita de cocaína de la región andina, cuya producción anual se estima alrededor de las 900 toneladas métricas, y los millones de usuarios casuales en Estados Unidos (6 millones), Europa (5 millones), México, Centro y Sudamérica (2.7 millones) [3], tenemos una fórmula de éxito que genera 320,000 millones de dólares [4] –eso sin contar cifras relativas a otros opiáceos, marihuana y drogas de diseño–. Además, la lucha para combatir el consumo es “el pretexto ideal” para la venta legal e ilegal de armas [5] y ha impulsado a la floreciente industria de las cárceles [mexicanas], subeconomías en boga donde apenas se retiene a los acusados por delitos federales, beneficiados por un kafkiano sistema de justicia selectiva.

Distopía en proceso
Con este contexto, resulta inquietante pensar en la trama de la novela protocyberpunk The Syndic (1953) de Cyril M. Kornbluth, donde se plantea que el gobierno estaría formalmente en manos de aquellos que controlan el mercado negro. Las condiciones del gobierno de Estados Unidos de un futuro inmediato son descritas por uno de los personajes: “impuestos brutales, desaparición de las apuestas, negación de los placeres simples de la vida a los pobres y limitándolos severamente al público con excepción de los poderosos, la prudencia sexual es reforzada por leyes penales de barbaridad inusitada, en resumen una regulación ilimitada y coerción cada minuto del día.” De esta forma, cuando la mafia otorga la libertad que la sociedad busca, en ese momento no solo toma el control de la economía y gana el apoyo incondicional de la gente, sino también destierra al gobierno oficial, instaurando así una utopía bizarra, especie de anarco-capitalismo [6] donde profesiones como la prostitución no solo son legales, sino sus practicantes gozan de estatus y beneficios sociales. Pero detrás de la idea de este malogrado pulp hay cierta convergencia con la realidad que me recuerda el artículo Iglesia católica, Estado y narcotráfico. Un desafío hacia el siglo XXI, donde la investigadora [7] Nora Pérez-Rayón Elizundia de la UAM, plantea la situación que permeaba hasta mediados de la década pasada en nuestro país; el rumor o secreto a voces acerca de la negociación implícita entre estos vértices de poder. “En aquellas ciudades penetradas por el narco, como Guadalajara [*], siempre han existido acercamientos del establishment político, empresarial y social con los negociantes de la droga. Grupos públicos y privados han mantenido actitudes contradictorias de doble patrón moral y político. En este campo prevalece una ideología pragmático-cínica respecto de lo que es o no moral y legal.” Al final cada uno de estos elementos de control se encarga de reprimir o abastecer la demanda de acuerdo a su perfil; la iglesia controla la sexualidad, el narco abastece de drogas y el gobierno tranquilo, si pensamos que el rock dejó de ser contracultura. Ahora, si pensamos que la batalla de las discográficas, emporios mercantiles y gobiernos por criminalizar a ciudadanos con el pretexto de proteger “derechos de autor” apenas ve los primeros rounds, el rock como ente corporativo constituye también otro de esos ogros [parece que todos olvidaron que Metallica mató a Napster].

Si, es un “tema complejo”, sin embargo no hay empacho en realizar simulacros de legalidad como la absurda censura de corridos o la frívola celebración de novelas y programas que caricaturizan la violencia; mientras las bases que sustentan la economía de lo prohibido, la religión, el miedo y el sistema, lo permitan, y los problemas no sean tratados como asuntos de moral, economía y salud, la fiesta no deja de tener cierto sabor amargo…~

 

Referencias:

[1] http://www.acf.hhs.gov/trafficking/about/sex_trafficking_spanish.html y http://www.unodc.org/documents/human-trafficking/UNVTF_fs_HT_EN.pdf
[2] http://www.unicef.org/indonesia/Factsheet_CSEC_trafficking_Indonesia.pdf
[3] http://www.unodc.org/documents/wdr/WDR_2010/1.3_The_globa_cocaine_market.pdf
[4] http://www.un.org/News/Press/docs/2011/sgsm13520.doc.htm
[5] http://www.udg.mx/node/2381
[6] http://en.wikipedia.org/wiki/Anarcho-capitalism
[7] Iglesia católica, Estado y narcotráfico. Un desafío hacia el siglo XXI. Nora Pérez-Rayón Elizundia. Sociológica, año 21, número 62, septiembre-diciembre de 2006, pp. 139-173 http://www.revistasociologica.com.mx/pdf/6207.pdf
[*] Segunda ciudad en importancia y tamaño en México.