PERSPECTIVAS: Correctivos y correcciones, consecuencias de una queja
EXISTEN TANTAS FORMAS de censura como intereses hay entre los implicados. Los casos más duros son aquéllos en los que se priva totalmente de la capacidad de exponer las ideas, cualesquiera que sean, vulnerando y olvidándose de uno de los principales derechos: la libertad de expresión. Un ejemplo, cuando un padre llama la atención a su hijo y le pide que se calle, es probablemente un refuerzo a su educación. Le pide que lo atienda, pues casi con toda seguridad le dirá algo que no le gustará, ¿pero sucede igual en sentido inverso, los padres son capaces de escuchar una crítica de sus hijos? Si existe una madurez necesaria en ambos lados de la relación sí; si no le deja hablar, le estará censurando.
Es común que en un sistema de gobierno donde la democracia no existe o está limitada, la libertad de expresión sea lo primero que se limita. Los dirigentes, ya sean dictadores o políticos sin capacidad mental suficiente de aceptar críticas, cambian la libertad de expresión y el diálogo por la imposición de sus ideas, el miedo y la represión. Por el contrario, se tiene que aplaudir cualquier democracia, organización o asociación, aunque ésta sea espontánea, donde se den las herramientas para que sus integrantes expresen su opinión y, más aun, se escuchen con respeto.
Estos problemas son intrínsecos a cualquier grupo o asociación donde exista más de una persona. Generalmente las asociaciones suelen crearse por intereses comunes, pero siempre existirá un punto en el tiempo en que las ideas, formas, motivos y los propios intereses sean distintos. Es aquí cuando se debe mostrar la tolerancia a las distintas ideas, más aun, a aquellas que tienen que ver directamente con nuestro comportamiento o que confrontan de forma directa con nuestro sistema de creencias.
A la ya de por sí difícil situación que es la limitación en la libertad de expresión, vienen problemas aun más complicados y serios cuando las acciones represivas se vuelven sistemáticas y, en el caso de las dictaduras, afectan a la integridad física del afectado. Estos son caminos obscuros que muchos países y democracias aún deben aprender a resolver.
Pero vayamos al otro caso: cuando, sin afectar a la integridad de la persona, la censura se hace de forma sistemática; o cuando se niega, se esconde o se hace a través de complicados engranes y resortes. Esto en una empresa es una forma de mobbing y, como tal, una forma de presión para lograr que la gente no diga lo que quiere decir. Un ejemplo es cuando un empleado de un restaurante habla con sus amigos para que no vayan a dicho lugar por distintos motivos y la empresa penaliza al empleado, otro: la gente que trabaja en una marca, pongamos de refrescos, prefiere tomar lo que sea menos el refresco de la empresa para la que trabaja y lo expresa abiertamente, con el consecuente castigo, uno más: una empresa de sistemas y proveedor de servicios informáticos censura a sus clientes, a través de limitar el acceso a los servicios, modificando los niveles de calidad o simplemente bloqueando el servicio que ofrece porque se hacen críticas al propio servicio. Cuando la empresa afectada emplea medidas sobre sus empleados, socios o clientes para que no expresen una mala referencia sobre los servicios y productos que venden es mobbing y es una privación de la libertad de expresión.
Lo realmente complejo es probar estas prácticas para que sean sancionadas por la administración, dejando desamparado a quien es coaccionado a callar. Así, la libertad de expresión como derecho fundamental de cualquier individuo o comunidad se ve alterada y restringida en más veces de las que hubiéramos imaginado.
¿Estas prácticas proporcionan más beneficios a las compañías? Seguramente sólo a corto plazo. Al no existir malas referencias sobre un producto o servicios puede aumentar la percepción de calidad en los mismos y por consecuencia el número de clientes, pero la situación no es sostenible mucho tiempo
¿Son ilegales estas prácticas? Evidentemente sí. Actuar en contra de un principio básico como es la libertad de expresión es ilegal. Las empresas con una buena administración probablemente podrían convertir a empleados, clientes y socios que critican sus productos, en un agente de cambio que permita mejorar en los servicios y productos criticados. Sin embargo esto requiere de una cierta madurez para encajar críticas y de disciplina para cambiar una amenaza en una oportunidad.
¿Son éticas estas prácticas (de mobbing) entre las empresas con tal de obtener beneficios? Bueno, esto ya puede ser discutible según cada persona, pero seguramente habría un alto porcentaje de ellas que opinaría que no. Lo complicado del asunto es probar que se esta llevando a cabo una práctica como ésta. Los distintos mecanismos que se utilizan para censurar son, de forma individual, acciones que no suponen un problema: una llamada de atención, una penalización o una reducción en el servicio; y existen muchas formas de justificarlo, por lo que es difícil de demostrar; pero en conjunto tienen una acción represiva.
Así pues, coaccionando a alguien en un ámbito en concreto, aunque exista una relación comercial que pueda “amparar” la falta de dialogo, es no solo poco ético sino contra producente. Ante un hecho tan subjetivo y escurridizo como lo es una penalización ante una queja sólo queda una opción: dado que es muy difícil denunciarlo, se debe educar a las nuevas generaciones en que la libertad de expresión es por sí sola un premio de la madurez de una organización y de una sociedad.~
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