Tres sonetos y un pronombre
Texto e intervención: Ytzel Maya
1. UN SONETO ES un rectángulo sobre la página. Eso dice Anne Carson. Un soneto es un cuerpo en blanco, acaso con distintas extremidades que son alcanzadas por unas cuantas palabras, un punto final. Convivimos con diferentes tipos de cuerpos, en alturas y realidades dispares.
1.1 Realidad: aquella en la que se trazan los puntos de encuentro.
2. Sonido es la traducción al español del latín sonus [sonus > sonetto]. El sonido tal vez es de las primeras cosas que alcanzamos a apreciar desde antes de existir. Somos masas virtuales que perciben ciertas cadencias, golpes que marcan la pauta, aquí, después de definir el flujo, quizá un acercamiento: el camino.
3. Nosotros es el pronombre personal con el que la persona que habla o escribe se refiere a sí misma más otra u otras personas.
1. Dos rectángulos en el espacio podrían ser un libro abierto, pero también el libro un obituario. Tres rectángulos en el espacio, un tríptico, conviven como un biombo en una sala de espera: la posibilidad de la muerte, esa rama de lo humano que se desprende de lo que creemos es la existencia.
2. Los golpes del sonido tienen varias posibilidades de interpretación, aunque su única posibilidad de adoptar una forma es en el vestigio. Cicatrices, moretones, huellas: rastros de algo. Habitar el cuerpo como habitar una posición vulnerable.
2.1 Un número: al menos un setenta porciento de la población femenina en México ha sufrido algún tipo de violencia; y una cifra: más de mil trescientos feminicidios.
3. Nosotros es el pronombre personal que sustituye varios sustantivos o nombres propios. Decimos nosotros pero queremos decir: Mara, Evelyn, Fátima, Valeria, Jessica, Perla, Gaby, Diana, Imelda, Paulina, Josefina, Jaqueline, Benita, y muchas más.
1. El cuerpo es el lugar donde están inscritas las dimensiones de la subjetividad. A pesar de que el femenino se circunscribe a las circunstancias y a una sombra que pesa.
2. Vivir en la alteridad: esa ilusión del peso que cae sobre el asfalto seco y caliente, y primero se evapora o es absorbida por el polvo, pero que se oculta del consuelo que destierra el viento. Cuando el peso del otro cae, el asfalto está más templado, el polvo más húmedo, y entonces se extienden esos vestigios.
3. Alguien escribió en las notas a un posible poema que una palabra que no incendia al mundo con sus sílabas es mejor callarla. Pero el pronombre nosotros no es la brasa sino el humo. Tan sólo la señal de que algo, otra cosa, arde debajo.
3.1 Crecimos en la imposibilidad que ofrece el espacio.~
Un no lector no pide leer sino sentir, y esa idea, la del rectángulo sonante en soneto dice todo aquello que no necesitamos leer y sí aprehender.