80P1VM/67: ¿Dónde están los maorís?

#post_80P1VM/67 de 80 en 1 vuelta al mundo, de Humberto Bedolla

 

—¿DONDE ESTÁN LOS maorís —le pregunté a la mujer de turismo de Taupo.

Ella me miró y abrió lo brazos:

—Por todos lados —dijo.

Estábamos en Taupo, una ciudad donde hay termas de agua caliente por la actividad volcánica y donde, se supone los hay por montones.

—No, no. Me refiero a los maorís y sus casas y tallas de madera y sus hakas. No quiero ir a una villa que sea pagar en plan circo.
—Bueno —dijo con una evidente mala onda—, si no tienes un amigo morí que te invité a una ceremonia solo puedes ver las villas pagando.

La respuesta importante fue el gesto anterior, donde comentó que están por todos lados.

Por lo que pudimos ver, los maorís están integrados a la sociedad. No viven confinados en reservas (como los aborígenes, los indios americanos o, me atrevo a decir, los indígenas en México), sino que se les ve trabajando en las obras, en los restaurantes, en las oficinas de turismo, en los servicios turísticos… De alguna forma me di cuenta que buscaba verlos con taparrabos como si en México todos fuéramos con poncho. Entendí que los maorís son —y al preguntarles a ellos así lo confirman— un grupo étnico más en Nueva Zelanda.

Sí, eran, y así también los confirman todos los museos, parques nacionales, y otros lugares míticos del país, los primeros pobladores de las islas, y han dejado una estética, cultura y tipografía de la que el país ha hecho una marca país.

Aún así fuimos a una villa donde aún viven y no solo es una circo. La principal ciudad es Rotorua. Y fue porque aprovecharon el calor que emana de la tierra para cocinar, calentarse, bañarse con agua hirviendo. Rotorua y Taupo están en una falla donde hay montón de géiseres y calderas.

Vimos el centro social, donde se hacen las fiestas. Vimos sus baños de aguas termales. Vimos las cocinas de vapor de agua de volcanes. Comimos un elote cocinado en estas cocinas. También vimos un parque geológico, donde las aguas sulfurosas generan colores únicos. Y entendimos porque los maorís se ubicaron mucho mejor en la isla norte de Nueva Zelanda.

Nos despedimos con un Kia Ora y retumbando en nuestras cabezas el haka, que ahora se usa para asustar a los contrincantes en el rugby y o en la guerra. Y es que los maorís han logrado la difícil transición de integrarse y evolucionar, y ser de este mundo y este tiempo sin perderse en el intento.~