La psicóloga le diagnosticó a Carlitos hiperactividad

Un cuento de Jesús García Mora

 

LA PSICÓLOGA LE diagnosticó a Carlitos déficit de atención e hiperactividad.

La psicóloga no sabe que Carlitos identifica a la perfección en cual camión debe de subirse para llegar a la guardería y a su casa, que se alegra con el sonido de los motores, que los espacios cerrados lo alteran porque su imaginación va más allá de las paredes, que distingue los colores y a su pronta edad no los discrimina, su favorito es el rosa.

La psicóloga dice que tal vez la solución sea medicarlo, que depende las observaciones que realice el neurólogo.

Carlitos golpea a otros niños, a mí me gusta golpear a otros hombres y que me golpeen.

Carlitos grita cuando quiere algo y no lo tiene, yo grito cuando voy manejando, cuando quiero algo y no lo tengo.

Carlitos tira la leche durante el desayuno, a mí me gusta la leche pero conozco gente que no la toma porque no les gusta.

Grita cuando un avión vuela por encima de él, simula tener alas, sus manos son aspas, su boca turbinas, los propulsores, el ruido de las hélices que perturban a las cuidadoras.

Siempre me mira directamente a los ojos. Me dice “hola, chuyito” cuando llega y “bye, chuyito” cuando se va.

Carlitos sabe cuánto es dos cuánto es tres cuanto es uno, le gustan los chicles y cuida de su hermana.

Seguro la psicóloga nunca ha usado medicamentos estimulantes.

A Carlitos le gusta venir a casa, comer carne asada, tocar el piano, perseguir a mi gata.

También juega con troques o camiones de juguete, como lo hacía Manuel a su edad, todos los días a las cinco de la mañana con un Tonka de aluminio por todo el pasillo, ida y vuelta despertando a sus papás y a los míos.

Carlitos pronto entrará a preescolar, para entonces, tal vez ya esté consumiendo el medicamento que la psicóloga y el neurólogo recetaron, y cuando en el salón de clases, harto de las letras, los números, las temperas y las crayolas, harto de sus compañeros, comience a despegar de su silla, empiece a creerse avión, y ya casi en el cielo, venga la maestra a estropear los motores, a detener las aspas, a apagarlo todo con una pastilla.~