Llegó el Messias | blog Mundial Brasil 2014

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Antes de comenzar el partido entre Argentina e Iran

El Estadio Mineirão de Belo Horizonte recibe esta tarde la visita de la Selección Argentina de Lionel Messi. Construido en 1965, no fue aquí, por tanto, donde se disputaron los partidos del Mundial de 1950, sino en el Estadio Independencia, el campo del América Mineiro, que ha sido recientemente remodelado, presentando un soberbio porte sobre una colina en un barrio residencial. Aquí perdió Inglaterra su primer partido mundialista, ¡contra los Estados Unidos!, y aquí consiguió Uruguay la mayor goleada de su historia.

Pero los dos grandes equipos mineiros hacen las veces de local en el Mineirão. En la Argentina, los futboleros asociamos este estadio y la ciudad de Belo Horizonte con el Cruzeiro, aquel equipo de camiseta azul que jugaba las Supercopas por haberle ganado la Libertadores al River de Labruna. Sin embargo, el más popular es el Atlético Mineiro, actual Campeón de la Copa Libertadores de la mano de Ronaldinho Gaúcho. Por todas partes lo que se ven son banderas y camisetas de “o Galo”.

Al Mineirão se lo conoce como “el Gigante de Pampulha”, porque domina el fantástico distrito que una vez idearon Juscelino Kubitschek, entonces alcalde, y Oscar Niemeyer, y que serviría de modelo para lo que años más tarde sería la obra por la que siempre se los recordará: Brasilia, la nueva Capital de Brasil.

Entramos al Estadio, que ya está cercado por los argentinos, codo a codo con el “Tata” José Luis Brown. No sé qué es lo primero que me viene a la memoria, si la salida en falso de Schumacher en la Final del Mundial ’86 y la llegada del “Tata” como una tromba por detrás suyo, o ese hombro luxado que arrastró hasta el final como símbolo de la gesta.

Es vibrante el recibimiento a la Selección con todo el estadio en pie al canto de “Brasil, decime qué se siente… tener en casa a tu Papá…”. De las casi 60.000 personas que entran en el Mineirão, la mayoría son argentinos. Los brasileños, al igual que en el Maracaná, no reaccionan hasta que son insultados, a partir de allí su apoyo a Irán será multitudinario, creando un hermoso clima en las tribunas.

En la cancha está claro que vamos a ver un encuentro jugado en un solo campo, el de Irán, la otra mitad, por ahora, sobra. A pesar de la calidad de los jugadores argentinos, el 4-5-1 iraní aguanta bien las embestidas albicelestes. Combinan Messi y Zabaleta por derecha, y el detalle del “Kun” Agüero en el área no alcanza para librarse de la maraña persa. Di María levanta al público con sus quiebres y sus recuperaciones, la primera clara se la sirve Gago al “Pipita” Higuaín que no puede superar al arquero Haghighi.

Argentina prueba el contragolpe, pero el “Pipita” no está particularmente inspirado. La mejor combinación argentina termina en los pies del “Kun”, quien parece ser la llave para abrir la defensa iraní, y su remate lo salva otra vez Haghighi. La Selección no está superando la prueba de cómo enfrentar a una defensa tan poblada, ahora lo intenta Rojo por arriba, después el “Kun” la aguanta y le deja vía libre al arco a Di María, pero se atasca al entrar al área.

Ha pasado media hora, ¿nos preocupamos? El tiro libre de Messi se va a las nubes, y después se queda mirando cómo juegan rápido para Haji Safi, lo que supone la primera llegada con peligro de los iraníes. Cabezazo de Garay, cabezazo de Hosseini, cabezazo de Fede Fernández, el primer tiempo se termina con un zurdazo lejano de Haji Safi. Irán lleva 135 minutos sin recibir un gol y se festeja como una victoria en las calles de Teherán.

Messi empieza el segundo tiempo habilitando a Zabaleta, que con la zurda no tiene ninguna chance. Entonces aparece el talentoso Masoud para hacer una apilada en el mediocampo, abrir para Montazeri, y su centro lo remata Reza Ghoochannejad para que Romero diga presente. Dejagah pide penal de Zabaleta.

Gago ha bajado el ritmo y ha perdido el medio. ¿Y Messi? Arranca solo desde mitad de cancha y define bajo, afuera, pero cerquita. Empieza la cuenta regresiva, Timotian se convierte en el patrón de la estancia, Haji Safi sigue probando de lejos, Irán empieza a creer que incluso puede ganar el partido. Un centro de Montazeri lo cabecea Dejagah, el mejor jugador persa, al gol. Era gol pero aparece el “Chiquito” Romero para pegar un manotazo salvador y devolvernos el aliento.

Argentina no tiene variantes. Sabella pone a Lavezzi y a Palacio, pero los quita a Higuaín y al “Kun” Agüero, seguimos igual, o peor. Aún así, Argentina empuja, empuja Rojo, que se atreve por izquierda con Di María, y por derecha, sacando un remate sin peligro. Palacio cabecea a las manos de Haghighi, y Ghoochannejad se planta solo frente a Romero, que vuelve a ganarle. Irán ha aguantado 180 minutos sin que le hagan un gol, 90 de ellos contra la mismísima Argentina.

Pero el árbitro había adicionado cuatro minutos. Esos minutos adicionales son los que escriben la épica del fútbol. Es en esos minutos cuando aparecen los grandes jugadores, los mejores, los únicos, los que por eso cuestan millones. Todos saben que hay que marcarlos a ellos, que estos son sus minutos, y aún así, aparecen.

Lionel Andrés Messi recibió un pase inofensivo, muy esquinado y afuera del área. La puso en su zurda, giró levemente hacia la derecha para arrancar hacia la izquierda, como el planeta entero sabe que hará. Lo hizo entonces, en el tiempo adicional de un partido que iba a entrar en la historia de Irán. Se sacó de encima al marcador y apuntó al arco. Como por arte de magia, su toque, porque no fue un remate, fue un toque, hizo que la pelota se dirija mansamente, como empujada por un halo, hacia las redes iraníes. Fue todo de Messi, solo de Messi, llegó justo, cuando estábamos con el agua al cuello, fue delirio, fue épico, fue para cantárselo a voz en cuello a los brazucas que habían gritado por Irán como si fuera el mismo Brasil.

Ya solo quedaba tiempo para el festejo, para que el Mineirão sea un solo canto argentino de felicidad, para que se revoleen banderas, camisetas, bufandas, y se cante por Messi, por Argentina, por este Mundial tan nuestro. Para olvidarnos de lo que fue el equipo, para acordarnos de que el fútbol es eso, momentos de gloria, momentos épicos que justifican todo el resto. Y ese gol de Messi en el tiempo adicional fue uno de ellos.

Dicen que Alemania y Ghana jugaron un partidazo que terminó 2-2, que marcó Mario Götze de arremetida, que descontó Andre Ayew con un tremendo cabezazo, que Ghana ganaba con una buena definición de Asamoah Gyan, que entró Miroslav Klose y no tardó ni un minuto en erigirse como el máximo goleador de la historia de los Mundiales empatándolo a Ronaldo.

Dicen que Nigeria eliminó a Bosnia ganándole 1-0, que el técnico nigeriano descubrió que tenía que poner de titular a Peter Odemwingie, que Dzeko la tuvo en el último segundo pero se topó con el imbatible Enyeama, que Argentina tendrá que confirmar el primer lugar contra los nigerianos.

Dicen que en el Mineirão los argentinos siguen cantando: “Brasil, decime qué se siente… tener en casa a tu Papá… te juro que aunque pasen los años… nunca nos vamos a olvidar… que Diego te gambeteó, que Cani te vacuno… que estás llorando desde Italia hasta hoy… a Messi lo vas a ver, la Copa nos va a traer… Maradona es más grande que Pelé…”.