Dossier 06, agosto 2017

kntm vía Whats

HACE UNOS MESES asistí a un taller de cuento durante el cual me pareció interesante probar hasta qué punto era posible que una conversación de whats pudiera contener una historia como tal, con su principio, desarrollo, nudo y desenlace. Hice el experimento y comprobé que, con esta aplicación móvil, tenemos literalmente en nuestras manos una nueva forma de contar historias.

Desde los inicios de la escritura los humanos hemos buscado almacenar, procesar, manipular y transmitir información empleando tecnologías que han evolucionado a la par que nosotros. De mecánica —con la imprenta—, la tecnología que utilizamos ha pasado en los últimos años a ser predominantemente electrónica. En este sentido, el sistema de mensajería instantánea (SMS) para teléfonos celulares, primero, y las aplicaciones para smartphones, más recientemente, han significado una revolución en la forma de comunicarnos, relacionarnos… y de contar historias.

Los tipos de mensajería actuales han supuesto un cambio en la manera en la que interactuamos con los demás, además de constituir un nuevo código para transmitir un mensaje. Con su desarrollo se ha buscado crear medios de comunicación de gran alcance que privilegien la síntesis y sean más rápidos o, incluso, instantáneos.

WhatsApp es la principal aplicación de mensajería instantánea, con más de 1000 millones de usuarios en el planeta (y la cifra sigue en aumento…). Se comparten millones de mensajes, de fotos y de videos al día por esta vía, y cada vez se forman más y más grupos de chats. Si bien hace apenas unos años considerábamos en primera instancia llamarle a una persona, ahora lo primero que se nos ocurre es mandarle un whats.

Un rasgo importante de esta aplicación es que pretende adaptar las características de la comunicación oral a la escrita, y no sólo en cuanto a la inmediatez: también busca suplir las expresiones no verbales que estarían presentes durante una charla cara a cara. Si en una conversación presencial suelen haber guiños, sonrisas, rubor en las mejillas y demás expresiones faciales y corporales, en una conversación por whats habrá diversos recursos gráficos que acompañen y refuercen el mensaje. Es así que ha evolucionado igualmente la codificación de un escrito y la abstracción que se hace de éste para comprenderlo, todo a través de una pantalla. Así pues, WhatsApp como recurso narrativo.

Con la intención de explorar aún más a profundidad fue que surgió la invitación a editar este dossier, que incluye cuentos breves cuyo denominador común es el uso de WhatsApp. La aplicación se utiliza como recurso narrativo, pudiendo ser el campo en donde se desarrollan las historias, o bien una parte fundamental de éstas. Los personajes en esta compilación recurren al teclado como ese puente que los une a algo tan concreto como abstracto: el whats como vínculo ante la pérdida; el whats como evocación íntima; el whats como revelación del amor que se esfuma; el whats como infortunada distracción, y, ¿por qué no?, el whats indiscreto que husmea en la historia ajena y el whats surrealista que nos entrega a un otro yo con apenas cambiar unas letras en la pantalla.

Y ya entrados en la multimedialidad, contamos con la intervención de la ilustradora Idalia Candelas, quien enriquece el dossier con la interpretación que ha hecho de cada relato. Sus trazos con su ya peculiar estilo nos obsequian un nivel distinto de abstracción —emotivo, puntual, humorístico— de las narraciones recopiladas.

Los autores que leerán a continuación —textual y gráficamente— comparten su deseo de innovar en la manera de crear contenidos, partiendo de las posibilidades de la intertextualidad y de la vorágine de signos y herramientas que las nuevas tecnologías traen consigo; mismos con los que intentamos comunicarnos, relacionarnos… y contar historias.~

Angélica Aguirre, compiladora, a punto de escribir en un grupo de WhatsApp.