Te libero de mí

Tres textos unidos, o un texto en tres entregas… Cómo sea, la historia (y la #intervención) de Dante Vázquez con Ann es redonda, y cíclica.

 

Para Ann.

TE LIBERO DE mí como el Cazador lo hizo
con Caperucita Roja, del Lobo:

Jamás volveré a hacerle copy-paste
al poema «Niña» de Octavio Paz, o a algún otro,
para enviártelo antes de dormir,
o al despertar, o en la tarde,
para desearte un bonito momento.
Borraré el remake que te hice de «El dinosaurio»
de Augusto Monterroso:
Cuando desperté, tu «Hola» todavía estaba allí;
lo que para mí quiere decir:
Cuando estás ausente soy como Léon sin Matilda,
eres la única por quien echaría raíces.
Para evitar invitarte a comer,
o a dar un paseo a la deriva, o al cine,
o a casa a ver una película acompañados
de helado de chocolate, pizza y palomitas,
me prohibiré poner en la PC, aun borracho,
«I always knew», o «All over», o «Darts of pleasure»,
u otra de las canciones que me recomendaste.
Dejaré de escuchar, una y otra vez,
«Te vi pasar» de Nach, o «I am yours» de The Adics,
o «Que el soneto nos tome por sorpresa»
de Jorge Drexler, o «Perseide» de Carlos Sadness,
imaginando cómo sería tu alegría
después de saltar con paracaídas desde un avión,
o al emerger del Cenote Dos Ojos.
Guardaré tus dragones junto a la fantasía,
y el anhelo, de palpar tu cuerpo al aire,
de mirar el rubor de tus mejillas,
de aspirar tu aroma a miel
y de paladear tu sabor a sal,
mientras dibujas en el mío
la desnudez de tu alma, al ritmo del «Oshin».

Te libero de mí como el Cazador lo hizo
con Caperucita Roja, del Lobo:

Abandono la esperanza
de apagarme contigo desarmada,
sobre mi pecho, antes de susurrarte:
Tus labios son más besables que los de Chloë Grace Moretz,
tu mirada más salvaje y seductora que la de Cara Delevingne,
y tu nariz más estética que la de Kate Beckinsale.
Siempre supe que no tenías un corazón de nena de librería,
ni la magia de un hada encantada de no estar encantada,
ni la creatividad de una mocita robot. Sin embargo,
te atesoré como mi chica favorita;
entendiste y arriesgaste cuando escribí:

Advertencia

—No regreses a este bosque donde nunca deja de llover, se pueden mojar tus tenis. Yo estaré bien, humanita.

—Lo sé, pero usted me hace sentir cool con sus ocurrencias. Tenga esta caja, dentro hay galletas y leche. Es lindo verlo sonreír, señor monstruo. Adiós.

Te libero de mí como el Cazador lo hizo
con Caperucita Roja, del Lobo:

Encenderé la luz de vez en cuando
para ahuyentar a las sombras del insomnio,
e intentaré beber y fumar menos
angustia, miedo y melancolía, dejar el degenere.
Tú con tu rebeldía realista. Tú con tu cajita musical.
Tú con tus palabras francas.
Tú con tus desvelos y enojos compartidos.
Tú con tus disculpas aceptadas.
Tú con tus despedidas improvisadas.
Tú con tu pesimismo valiente:
Soy una mierda de persona, déjame.
Tú tan tú, y tan siempre tú,
me devolviste las ganas de existir
y de querer ser mejor persona.

Gracias: «Ojos color sol».~