Los amigos
Todos hablaban de ellos. Eran cómplices de lo más pequeño y absurdo hasta lo más ruin y descarado
Demostrar la verdad de estos amigos me costará el pellejo. Lo sé.
El reportaje tuvo mucho éxito.
Porque en este país ya nos acostumbraron al sentimentalismo. ¿Quiere que regresé el inicio del reportaje? Es suficiente para saber en qué acabará todo.
Anastasio y Ramiro. Compañeros de esa única escuela en San Jorge El Bueno, en donde sólo se estudiaba hasta tercer grado de primaria. Era esa una comunidad hundida entre las montañas. Ahí nacieron los amigos, anegados como náufragos en medio de una isla.
¿Señorita América, está de acuerdo con la descripción de San Jorge El Bueno por aquellos años?
San Jorge El Bueno estaba diseñado para formar buenas amas de casa. Ramiro y Anastasio pensaban igual que todos: “Las hembras de casa son nuestras santas; las demás son putas”. Con esa forma de pensar ya se imaginará el resto.
¿Usted sospecha quién mató a Anastasio?
Y yo qué sé. Él como muchos de su especie deben muchas vidas. Ramiro debe saber, de eso estoy segura.
Por supuesto que yo quería a mi amigo. Siempre lo seguí como a un cordero, porque él era mi héroe. Anastasio fue el único hombre que yo conocí que salió de este hoyo para irse a la ciudad, se fue pidiendo raid, desde aquí hasta allá. Cuando pasaron los años, nueve, él estaba de vuelta con una camioneta, roja, bien chula, y con una mujer como las que salen en la televisión. Todos queríamos ser como él. A los pocos días de que llegó, lo empecé a ver sospechoso, decía que tenía una misión más importante en San Jorge El Bueno, hasta yo le dije que qué podría haber aquí, y así fue cómo todos los que eran campesinos comenzaron a producir artesanías. Es bien bonito cuando te dicen que tú serás alguien, y que te sacarán de este pinche hoyo en el que sólo ves desde que amaneces: árboles; y cuando atardece: árboles, y que cuando la noche te alcanza, sólo la luna te sirve de linterna.
Yo estuve presente en la entrevista entre la periodista y el tal Ramiro. Me mandaron traer, dizque porque todos debíamos estar ahí. No perdí detalle de todo lo que de su boca salió. Pero casi nada era verdad. Lógicamente se trajeron a una periodista con alto raiting en los noticieros de la noche. Yo sí sabía quiénes eran ese par de cabrones. Si no lo sabría yo, creo que nadie los conoció mejor, aunque ellos poco se dieron cuenta de mi existencia en ese tiempo, antes de volverme su dolor de cabeza. Se metían a mi casa a contar fajos y fajos de dinero. A mi padre también le prometieron un futuro lleno de fechorías, riqueza, identidad, respeto. ¿Qué le pidieron a cambio? Su vida. Yo quedé huérfana a punto de cumplir mis quince años. Si se fija, a la reportera esa le importó más narrar la vida de ese pinche indio, tan indio como yo, y nomás hablar de cosas sin importancia, la infancia de los amigos:
Juntos jugaron a atrapar gallinas, a las que les ataban un cordón entre las patas y las giraban en el aire a toda velocidad; entonces, la madre de Ramiro les aventaba piedras y les imploraba que dejaran a esas hembras, madres de los pollitos que pintaban de amarillo el granjero. – Ese tal Anastasio te va a llevar a la quiebra un día, ya no te juntes con él. Le repetía una y otra vez esa mujer a su hijo, quien sólo la volteaba a ver y huía detrás de su mejor amigo.
Los amigos. Todos hablaban de ellos. Era tan poca la población en ese tiempo que de qué más se podría hablar. Eran cómplices de lo más pequeño y absurdo –como los robos hormiga en el tianguis de los sábados- hasta lo más ruin y descarado. Con los años sus intereses fueron cambiando, y de alcoholizarse con pulque, de pronto se juntaban con un cacique que les obsequiaba alguna botella de whiskey. Lavaban camionetas que los primeros narcos llevaban a las comunidades vecinas. A veces les tocaba transportar pequeñas cantidades de marihuana de una ciudad a otra del Sur del país. Hasta que comenzaban a contratarlos directamente líderes de Cárteles para obligar a los campesinos qué hacer con sus tierras. De ser esos chamacos de travesuras inocentes, con rostros de niños complacidos con la naturaleza que les rodeaba, a sus 25 años ya se habían endurecido sus quijadas, y en más de una ocasión habían tenido que usar un arma para ‘convencer’ a las familias de colaborar con ellos. Aprendiendo a expurgar culpas, todo les era fácil. Ese cabrón de Anastasio nunca se fue a la ciudad, como dijo en su versión oficial, se había ido a la frontera a aprender todo el negocio de las drogas, le pagaron todo para que él fuera uno de los líderes en San Jorge El Bueno. Organizaron en pocos años a un ejército de campesinos sembrando marihuana de este lado del río, y del otro lado, sembrando amapola. En diez años, lógicamente que ya tenían un negocio redondo. Yo sí que me fui a la ciudad, dejando a mis hermanas y a mi madre solas con este par de malditos. Me fui porque un tío me llevó de paseo y nomás yo ya no regresé. Una familia citadina me adoptó y gracias a ellos pude seguir estudiando.
Parecían hermanos, y como hermanos se ayudaban, y aunque hay leyendas entorno a ellos, éstos jóvenes sacaron adelante a sus familias, se dice que del dinero del narcotráfico, pero no se les ha podido comprobar nada. La gente en San Jorge El Bueno los quiere, y extraña a Anastasio Robledo. Han levantado un mausoleo en lo que ya es su tumba, con muestras de agradecimiento por las escuelas construidas, la pavimentación de las calles, y la restauración a la Iglesia de San Jorge.
Cuando llegaron esas cámaras de televisión, todo tendría que cambiarse, les pidieron a todos que pusieran notas de agradecimiento en la tumba de Anastasio. Sí es verdad que se construyeron escuelas, y que se pavimentó, pero era para que San Jorge El Bueno fuera uno de los pocos pueblos que apoyarían en la campaña de Sobrado Morales, un aspirante a presidente municipal de toda esta comarca. Lograban las cosas fácilmente, convencían porque eran altamente admirados, imagínese fueron los primeros en tener una troka, traída desde los Estados Unidos, ya usada pero bonita, de color rojo, brillosa. Subían a las muchachonas de las comunidades de tugurios aledaños. Subieron también a las hijas de la señora Meche, unas gemelas precoces que lo único bueno que lograron fue hacerlos famosos. Las gemelas, de pronto desaparecieron, y un buen día en una barranca como a 30 mil kilómetros de San Jorge El Bueno se encontraron sus cuerpos mutilados. El rumor era el mismo en todas las casas: ‘Los amigos’ son los culpables. Desde ahí, se puede decir que comenzó la leyenda de ‘Los Amigos’.
¿Y el respeto?
Cuál respeto, puro pinche miedo. Y mire usted, sólo de seguir viendo esta grabación me da rabia y se me retuerce el estómago, y más ganas me dan de que se conozca todo sobre la vida de Ramiro.
¿Y del otro?
El otro no importa tanto. Siempre el más mustio es el peor.
Ramiro sabía esperar. Ese bello don de la paciencia que cualquier iniciado a monje envidiaría, para Ramiro no era ningún contratiempo. Hay seres que nacen con ese mutis de caja fuerte que los hace eternizarse como estatuas de parque. Su caminar era el de un filósofo, mirando hacia el suelo y al cielo en sincronizado compás. Su rostro podría desprender bondad o alejamiento. No sonreía, pero de vez en vez sacaba su lengua queriendo alcanzar su nariz, todo como en una idea de tic nervioso que repetía constante, mientras escuchaba indicaciones de su amigo de la infancia. Sí, Anastasio Robledo lo buscó. Llegó a casa de Ramiro un domingo de madrugada diciéndole que por fin los dos podrían llegar a la política. Llegó borracho, hablando por horas, como era su costumbre, sin parar.
Hasta con un monje lo comparan. Y nunca dice cuántas veces violó a mis hermanas el desgraciado, con esa cara de retrasado mental ni quién le creería, pero a ellas las tenía amenazadas que si no cooperaban mataría a mi madre. Y así con cada familia era lo mismo. Por eso un buen día, regresé de la ciudad y les traje mi manifiesto. Me convencí al padre Gabilondo y decidimos refugiar a todos en la iglesia, manifestándonos en contra de su tiranía. Pa’ lo que duró, nomás les trajeron a un grupo a tocar en un concierto, con un montón de cajas de cerveza gratis y ya con eso flaquearon todos para seguir sometidos. Yo tuve que huir y al Padre lo asesinaron. A mi familia la estuvieron torturando hasta que yo mandé a decirles que se las iban a ver con Derechos Humanos, los muy pendejos ni sabían que era eso, hasta que uno de los capos los obligó a calmarse. De todo eso me enteré, y eso me dio valor a hacer campañas para desenmascararlos.
¿Usted ya es una de las más conocidas luchadoras sociales?
Esto no durará mucho. Por eso acepté charlar con ustedes. ¡Qué desgracia! que lean más de las realidades de este país cuando se publican afuera. Y yo sé que a nuestro presidente le importa mucho lo que se dice de su administración en Estados Unidos.
Cuentan que fuiste novia de Ramiro.
Cuando se es joven se tienen ideales, él era parte de ellos. Cuando estuvo ausente Anastasio, estábamos a punto de crear un comité de salud y de educación, pero el poder enloquece…
Nosotros apoyamos a un candidato para que fuera Gobernador del Estado, y lo logramos con mucho esfuerzo. Recolectábamos dinero, pero no dinero malo, sino de gente trabajador, de gente de este pueblo que sabe dar la vida por sus hijos. Además, ya dije, Anastasio cambió no sólo mi vida, sino la de San Jorge El Bueno, gracias a mi amigo, este pueblo existe.
…La entrevista se emitió en cadena nacional, pero yo desde dos días antes ya había mandado información a Derechos Humanos, e incluso a la CIA, porque yo sé en donde se esconden varios capos de la droga. ¿Y le digo algo?, no sirve de nada. Por supuesto que he recibido amenazas de muerte, pero ya ni siquiera de Ramiro. Las órdenes vienen de muy arriba.
Es que ya todos hablan de América Solares, porque su lucha se ha extendido a varios ámbitos.
Es que una hebra lleva a otra. ¿Entiende? Ramiro es lo que el poder quiere que seamos: Buenos ciudadanos, buenos hijos, buenos mentirosos, buenos títeres.~
Me ha encantado el cuento, pero dice que no importa que se intenten cambiar las cosas porque al poder no le interesa. Entonces ¿no podemos hacer otra cosa más que aceptarlo? Espero que no
Hola Celia: Yo también espero que no. Pero mira, cuántos años han pasado, y las cosas no sólo están igual, están peor. Y ahora próximos a elegir presidente, estamos todos confundidos. Y es que no hay un líder siquiera convincente. Gracias por tu comentario.
Sí es cuento tu artículo, podríamos decir que “cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia”; y que pena que sea así. Demás está decir que a los gobernantes solo les interesa seguir llenando los bolsillos, lo demás, el pueblo, eso es secundario. Y que dolor corroborar que la corrupción se desenmascara y “no pasa nada”, que cada vez más se sabe que hay altos mandos en el narco y “no pasa nada”, que a los reporteros que se atreven a decir “algo” los matan… y no pasa nada. Es tiempo de que el pueblo levantemos la voz, talvez algún día seamos escuchados.
Muy bien Karenina!!!