TRIBUNA VISITANTE: Adama

Iba a ser mejor, se decía Adama. Tribuna visitante, #blog de Helena González Sáez


 

ADAMA NACIÓ EN Saint Louis, Senegal, en 1965. Es el mayor de cuatro hermanos: otros dos varones y una mujer. Sus padres murieron hace mucho tiempo. Los hermanos de Adama trabajan en Saint Louis: uno de ellos es conductor de autobuses y el otro trabaja en el mar, en la pesca. Su hermana está casada y dice Adama que cocina extraordinariamente bien.

Adama decidió venir a Europa para conseguir una vida mejor. Lo habló con su familia. Sus hermanos le animaron a intentarlo. Inició su viaje en el año 2008, dejando atrás una esposa y dos hijos. En aquel momento trabajaba como pescador en un barco que solía atracar con regularidad en la isla de Gomera, Islas Canarias. Así que un día desembarcó de su pesquero y tomó otro barco distinto, un barco rumbo a Tenerife. En Tenerife volvió a embarcarse, esta vez en dirección a Málaga. En Málaga tomó un autobús hasta Barcelona.

ilust_Adama_TAZ_2En Barcelona, Adama conoció a otros compatriotas senegaleses que se ganaban la vida vendiendo en la calle. Compraban objetos importados de China y los vendían en las calles de Barcelona, sobre mantas. Para ganar algo había que venderlo todo y ­­–Adama me cuenta– era muy difícil, sobre todo por la policía, que les perseguía mucho. Vendía bolsos, pañuelos, paraguas…

Dos años después decidió cambiar de ciudad. Se trasladó a Málaga y vivió de la misma forma durante un año, en el que vendió bolsos y pañuelos, fue perseguido por la policía, compartió piso con sus paisanos.

Adama no dejaba de buscar un lugar mejor, donde estar más tranquilo, donde poder vivir de otra manera. Sabía que Madrid no era una buena opción, así que decidió probar en la otra punta del país y se vino en autobús hasta Bilbao, casi mil kilómetros de viaje. Mil kilómetros más en el viaje de Adama.

Pensaba que iba a ser mejor. Alguien le habría comentado algo, algo quizá que vio en alguna noticia, una idea vaga… no sabe qué, pero iba a ser mejor. Pensó que sería mejor, y nada más llegar tuvo que dormir en la calle durante días. Sus paisanos senegaleses en Bilbao pudieron ayudarle durante un par de días, pero no sostenerle todo el rato.  Comenzó su peregrinaje  por los albergues municipales de Bilbao. Durante seis o siete meses estuvo en relación con una entidad a la que iba a dibujar y a pintar. Hacía mucho tiempo que no lo hacía y allí descubrió que le gustaba, que se le daba bien, y pensó que quizá si seguía cultivando su afición esta podría algún día, constituir una salida laboral más. Siguió asistiendo, hasta que la vivienda que les había facilitado tuvo que cerrar porque no era legal. Con muy buena voluntad seguramente, alojaban a siete u ocho personas en una lonja de manera poco «regular», según cuenta Adama. Pero todo iba a ser mejor.

Y todo empezó a ser mejor al llegar a la asociación Goiztiri. Allí conectaron con Zubietxe y desde hace más o menos un año Adama tiene una habitación propia, comida, calor humano y un espacio confortable. Viene todos los lunes y martes al TAZ y también se ha matriculado en las  clases de dibujo y pintura que el artista Iker Serrano imparte en la Casa de Cultura de  Ibaigane (Basauri, Vizcaya).

ilust_Adama_TAZ_1Habla regularmente con su familia. Ahora sus hermanos le insisten en que regrese porque lleva demasiado tiempo fuera. Y esta es la misma razón por la que Adama permanece aquí, porque después de todo este tiempo, quizá, las cosas pueden ir aún un poco mejor. Con un contrato de trabajo puede obtener un permiso de residencia, y con él: viajar a Senegal, ver a su familia, volver después y seguir intentándolo. Porque Adama no quiere volver  a salir «a la nada». Hace demasiado tiempo que dejó su trabajo allí (como soldador en aquél barco de pesca que le llevó hasta la isla de Gomera). Hace demasiado tiempo de casi todo.

Mientras la burocracia y el destino confabulan, Adama sigue dibujando y mientras lo hace se siente bien. Le pregunto si hay algo que quiera añadir para finalizar esta pequeña entrevista, y después de pensar un poco me dice que de todos los lugares en los que ha estado el País Vasco es el mejor. «Hay muy buena gente. Zubietxe me ha ayudado mucho».~