El jogo feíto | blog Mundial Brasil 2014

Guillermo Ochoa, portero de México en el partido contra Brasil, en Fortaleza

Guillermo Ochoa, portero de México en el partido contra Brasil, en Fortaleza

Rodrigo argumenta así: dice que no puedo opinar que la selección mexicana jugó bien cuando la figura del partido fue el arquero. Entonces pienso que sí, que Ochoa fue la figura. Recuerdo el partido de hoy antes de que se empiece a tornar borroso, que será dentro de unos días, y hago el recuento. La imposible atajada casi contra el poste a un remate de cabeza de Neymar: una; el achique a un defensor dentro del área chica, dos; el fusilamiento junto al palo de Neymar, tres; el manotazo sobre la línea tras el remate del capitán brasileño, cuatro.

Ya entrado, recuerdo también al menos dos cortes del “Maza” en anticipación, tres barridas de Márquez, el increíblemente buen partido que dio Moreno (quien, por cierto, podría enseñarle a Piqué a jugar la central) y el consistente corte de circuito en media cancha que se mandaron Herrera y Vázquez durante todo el partido.

La figura fue el aparato defensivo entero, no sólo Ochoa. Porque Ochoa es parte de esa maquinaria que comienza a triturar picaña desde la salida brasileira. Una maquinaria que algunos equipos, como Brasil o Alemania, casi no necesitan, pero que para otros, como México, constituye el núcleo de su juego.

Después de pensar todo esto me convenzo: por supuesto que México jugó bien. Primeramente porque defendió bien: defender es la mitad del juego, la mitad fea. Pero no hay que olvidar que el tricolor aspira a llegar a un quinto partido mientras que su rival de hoy vino a llevarse la copa. Frente a 11 de los mejores jugadores del mundo, se tiene que calificar a una defensa a partir del número de goles que recibió y nada más. De que habrá ocasiones de gol en contra, las habrá: la cosa es no dejar que se concreten. Sería estúpido pensar que Brasil no generará ocasiones en un partido de Mundial, en casa, cuando se juega la clasificación.

Las jugadas de ataque se fraguan desde atrás, pero se intenta culminarlas con el balón en la red. El equipo que se defiende ante ellas tiene varias instancias para tratar de detenerlas: la media cancha, la línea defensiva o, in extremis, el arquero. Hoy, la selección mexicana detuvo todas los intentos de gol de la canarinha. Todos. Cuatro los detuvo el arquero; por lo menos tres veces ese número, los defensores y muchas más los mediocampistas.

Brasil es el mejor equipo del mundo y no para de atacar: esa es la constante. Si algún equipo logra empatarle o ganarle, tendrá que empezar defendiendo bien. Y se puede ganar una copa defendiendo bien, si no pregúntenle a Cannavaro.

Se califica de soñadores, de optimistas en exceso, a los que creen que México jugó bien y que puede ganar un Mundial. Hoy, los pesimistas absolutos dicen que México no jugó bien porque no perdió de milagro. Pensemos esto: ¿qué es más soñador, pensar que México puede jugar mejor que hoy o aceptar que llegó a su tope al hacerle juego al pentacampeón y sacarle un empate en casa? ¿No están siendo ahora más soñadores los pesimistas?

Busco a Rodrigo, se ha ido.

Pero me mantengo en la mía: no creo que México gane un Mundial hasta que no haga el proceso adecuado para merecerlo (aunque confieso que deseo equivocarme con todo el fervor que me queda). Soy pesimista hasta la uña y, por eso, pienso que hoy la selección mexicana ofreció un juego memorable.~