IRREVERENCIAS MARAVILLOSAS: Justificación oportuna
Por qué escribir de lo que escribo. Me pareció sensato [hacer una justificación] por el aniversario de Irreverencias maravillosas. Por Lola Ancira, que aparece en la fotografía, por Alejandro Zetina (2013).
Como ignoramos más de lo que sabemos, lo único que hacemos
es canjear fragmentos de nuestra propia tiniebla interior.
Julio Ramón Ribeyro
¡Irreverencias maravillosas cumple su primer aniversario! Miles de palabras se han acumulando al puntualizar mensualmente sobre diversos temas «extraños»: Venus anatómicas, Urbex, criptozoología, autómatas, taxidermia moderna, amputaciones y prótesis, edificaciones hechas con osamentas humanas, fotografía post mortem, ritos mortuorios, filias, talismanes, amuletos e imágenes de instantes previos a decesos comparten el mismo espacio virtual junto con fotógrafos, filósofos y escritores como J. R. R. Tolkien, Juan José Arreola, Edgar Allan Poe o Isaac Asimov, con datos históricos y culturales, con recomendaciones de cuentas en Instagram y diversos sitios de internet.
Pero, ¿por qué alguien querría escribir sobre temas poco comunes, relegados generalmente al olvido o excluidos por prejuicios? Sencillo: lo raro, lo singular, atrae o causa temor, y aunque logre generar sentimientos contrarios, lo esencial es precisamente eso, que causa sensaciones, provoca.
[pullquote]Éste es un lugar donde lo inusual es la regla, donde la realidad expande sus límites[/pullquote]
Para reflexionar de manera propia respecto a un tema primero es necesario conocerlo, tener argumentos veraces o fundamentados de éste para no sentenciarlo erróneamente o caer en la trampa de la censura, que sólo demuestra ignorancia. Bien dijo Freud que algo se niega o rechaza por represión propia, e incluso se podría agregar que por temor a lo estigmatizado. La finalidad de estas irreverencias maravillosas es precisamente compartir información esencial sobre temas específicos que, por diversas circunstancias, son poco conocidos y han sido generalmente sometidos a prejuicios o tabús, de ahí que generen cierto repudio.
En palabras de Schweitzer, «según vamos adquiriendo conocimiento, las cosas no se hacen más comprensibles, sino más misteriosas». Estos ensayos irreverentes indagan en los orígenes de sus temáticas, exponen sucesos y justifican hechos que alimentan la intriga y curiosidad. Pretenden crear un acervo, una colección de lo inusual, un gabinete de curiosidades, crear fantásticas cronologías de lo adverso; desperdigar conocimiento, por mínimo que sea, sobre peculiaridades del ser humano. Indagar y ligar sucesos a través del tiempo, otorgar de nuevo vida al asunto en cuestión en la mente de todo aquel que preste por unos minutos sus ojos y atención. Y crear vínculos, por efímeros que sean, con quienes sean afines a esta columna; mandar un mensaje dentro de un frasco al infinito universo de información y esperar otro de vuela, por más tiempo que se deba esperar.
Bierce lo afirmó ya en el siglo XIX: «No hay nada nuevo bajo el sol, pero cuantas cosas viejas hay que no conocemos.» Estas irreverencias buscan mostrar todo aquello que ha sido apartado, que irrumpe en los convencionalismos de la sociedad actual, aunque en el intento de comprender siempre existan dos posibilidades: cavar con pasión en el vacío del desconcierto o en el de la fascinación del placer y el deleite, y ambas acciones serán tan gratas como se quiera, pues, en voz de Russell, «cuánto placer se obtiene del conocimiento inútil», del que se podría pensar que no sirve para algo práctico, pero que sin duda lo es para la imaginación, para el ingenio.
Éste es un lugar donde lo inusual es la regla, donde la realidad expande sus límites y mira al pasado para reconocer señales concretas, para evocar y rescatar espléndidas maravillas.~
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