Selección de poemas del libro Trozos de tarde para no ser olvido
Poesía de María Oralia Rodríguez González. Selección de Jesús García Mora
La sombra de mi padre
Busqué la sombra de mi padre
en las paredes de adobe,
en las tormentas de la noche,
en la fragua y el hierro templado
mientras el zaguán gritaba: ¡Se ha ido!
Seguí sus pasos por la calle del espejo,
lo vi desdibujado en la silueta de mi hermano.
La soledad tronó mis huesos,
vislumbré la sombra irónica del destino
no me rendía, seguía, seguía.
Al llegar a la parroquia encadené sus pasos,
para ver si así lograba atraparlo
y el horizonte se bañó de melancolía.
Mis manos tan pequeñas
le robaron abrazos al destino,
esos que mi padre no me dio
mientras la huerta me decía: “No volverá”,
¿Qué sabe uno a esa edad?
Miré el cielo teñido de ilusiones
y envuelta en el rebozo de mi abuela,
me distraje.
La sombra fue agua entre mis dedos
y en un instante la cantera la bebió.
Regresé a la huerta
recogí el aroma de mi padre,
escuché sólo un murmullo entre los manzanares,
su sombra huyó por el umbral,
mis brazos ─aunque fueron ligas─
no lograron atraparlo.
Des/habitado
Las olas son caracolas
que me llueven el alma.
Exiliado por el coma,
te veo en la quietud
de lo que no existe,
sereno, sin el mundo en tus ojos,
al no saber de los tuyos.
Eres un viento ajeno a tu destino,
no desandas tus recuerdos,
los demonios dejaron el capullo,
ahora mariposas errantes, ebrias
rodean tu cara, besan tus manos,
exilian la miseria,
ya no hay espanto.
Cosmonauta del vacío,
¿Dónde quedaron las palabras?
La luz de tus ojos miente,
trituraron tu voz
y todo fue un sinsentido
El regalo más grande
para ti seria un grito
ante el silencio eterno.
Las tardes quebradas,
húmedas, polvorientas,
me enseñaron que
los años pasan y tú,
permaneces entre
la vida y el coma.
Plegar – í as
Depositar en un rezo
las sillas vacías,
los juegos de azar,
pecados y metáforas
o palabras apócrifas.
Encomendarse
al santo de tu devoción,
ponerlo de cabeza
por los amores fallidos
en atardeceres imaginarios.
Procesiones de nostalgia,
volver e implorar,
abrir el ropero,
exhalar de la infancia,
rezar y rezar,
mirar fotografías pobladas de fantasmas.
Yacer por tu Dios,
negarte a ti mismo, rezar
ser risa o dolor.
Usar el reloj descompuesto
avanzar con pensamientos perversos
en el templo del consumismo.
Habitar el espacio negado
a los muertos de tu tiempo.
Días de infancia
Jugando a la orilla del destiempo
tanteamos los pasos,
corríamos entre arbustos
y a ratos
sobre piedras terregosas,
descansábamos
saboreando sandías.
Ahora el viento
─provocador─ se envuelve
de mi niñez y fantasía.
Huellas
Salir y buscar lo me habita,
reflejarme en los ojos de la abuela,
la catarsis a mis días,
flotar en olas de papel
hablar de dolor−amor,
trasmitir lo que sacude
la mirada ajena,
el vacío de la vida
las ironías del abandono.
El rebozo tejido de desprecio,
la caricia no dada,
lo que guardan tus caderas
la humedad de tu cuerpo.
Desandar la libertad
y deshojar el viento,
masticar el miedo.
La muerte,
la bendita muerte, que espera,
que te espera
porque conoce los secretos del tiempo.
María Oralia Rodríguez González es originaria de Jerez, Zacatecas, radica en Tijuana B.C. Estudió la Licenciatura en Informática en el Instituto Tecnológico de Tijuana, y la Licenciatura en Educación Primaria en la Normal Fronteriza Tijuana. Se desempeña como docente. Ha sido antologada en México y Argentina. Publicó dos cuentos infantiles ¨Lobo, Lobito¨ y ¨Murmullos en el bosque¨. El poemario ¨Habitada de nostalgia¨ para el 5º Encuentro Latinoamericano de escritores Hidalgo 2013.
Ha tomado talleres de pintura en la Casa de Cultura Altamira (Tijuana B.C., México), así como diversos cursos y talleres literarios en CECUT y CEART. Estudia la maestría en Cultura Escrita en el Centro de Posgrado y Estudios Sor Juana, cursó los siguientes Diplomados Creación Literaria en CPESJ. Estándares y Herramientas Lectoras para un Aprendizaje Efectivo y Transversa del TEC de Monterrey Reforma Educativa certificado por la UNAM.
Oralia Rodríguez. (2016). Trozos de tarde para no ser olvido. Tijuana B.C., México: Nódulo.
Foto por: Jim Platel
Yo soy alumna de ella