BEBER POR NO LLORAR | Mejor déjalo para mañana
Mejor déjalo para mañana, de Jon Igual, en Beber por no llorar.
TODOS ESTAMOS LLENOS de intenciones. Sobre todo por las noches, justo antes de meternos a la cama. Es nuestro momento cumbre. Planeamos lo que haremos al día siguiente con entusiasmo. Desde terminar esa tarea de mierda que llevamos retrasando demasiado tiempo en el trabajo, hasta salir a correr antes de cenar, pasando por llamar a tu madre, con la que llevas sin hablar más de una semana. A veces, cuando tienes tanta intención dentro que no sabes ni qué hacer con ella, incluso te convences de que vas a arreglar el pomo de la puerta de tu habitación. Ese que lleva roto más de dos años. Total, es gratis. Tener la intención, digo. Cumplir con lo planeado es otro cantar que, además, no es problema tuyo, sino de tu yo de mañana. Que él se las arregle.
Pero al día siguiente, tu nuevo yo, ese al que has llenado de maravillosos planes, se caga en ti con todas sus fuerzas. Y, a medida que avanza el día, te odia más y más. Porque, claro, no suele cumplir ninguna de las intenciones con la que lo han cargado, y eso hace que se sienta un poco miserable. Pero no es su culpa, pobrecillo. Y es que las intenciones son algo muy frágil que cualquier elemento externo puede desbaratar. Como un castillo de naipes expuesto a vientos huracanados. O ciclogénesis explosivas, que es como se le llama hoy en día a eso de que haga mucho viento. Se llame como se llame, lo que está claro es que el castillo está destinado a salir volando por los aires. Pues con las intenciones pasa lo mismo. Si, por ejemplo, me llega un mensaje de un amigo preguntándome si bajo a tomar unas cervezas: ¡ciclogénesis explosiva! Todo mi día, que pretendía ser súper productivo, se va al traste. Si descubres una nueva serie que te gusta: ¡ciclogénesis explosiva! Olvídate de tu vida por una semana.
Vivimos en una época que está especialmente llena de distracciones. Con esto del internet y los teléfonos inteligentes, es muy difícil mantenerse centrado. Nos podemos pasar una hora viendo vídeos de perros y gatos graciosísimos en Youtube, otra hora leyendo innumerables whatsapps que no dicen nada y otra hora respondiéndolos, y luego tener la cara de decir que no hemos tenido tiempo para poner la lavadora. Pero eh, la intención estaba allí. Ahora mismo estás leyendo este texto y estoy seguro de que tienes cosas mucho más productivas que hacer. Seguro. De hecho, es probable que lo estés leyendo desde el trabajo. Tampoco me parece mal. Eso de hacer cosas de provecho cansa mucho y a veces hay que descansar. Además, ser productivo no suele dar ninguna satisfacción inmediata. Un tweet ingenioso, en cambio, te puede alegrar la mañana.
[pullquote]Lo que si recomendaría evitar a toda costa es ir por ahí alardeando de tus fabulosas intenciones.[/pullquote]
Lo que si recomendaría evitar a toda costa es ir por ahí alardeando de tus fabulosas intenciones. Lo sé, es difícil. Contarlas es la mejor parte. Pero también es la mejor forma de hacer a todo el mundo testigo de tu fracaso. Yo, hace un tiempo, decidí que me iba a apuntar a clases de teatro. No me preguntes porqué. Era septiembre, y ya se sabe que en septiembre nos llenamos de intenciones. El caso es que me pareció la mejor de las ideas y cometí el error de anunciarlo a los cuatro vientos, orgulloso de lo que todavía no había hecho. La gente me animaba y alababa por mi iniciativa, y yo me sentía la mar de satisfecho. Fue una semana maravillosa. Después decidí que no tenía tiempo y que en realidad tampoco me gustaba tanto, y así acabó mi carrera como actor. Los siguientes días fueron humillantes. Cuando la gente me preguntaba qué tal iban las clases, me tenía que inventar excusas absurdas para justificar mi fracaso. Incluso hoy en día, si alguien habla sobre teatro, siento sobre mí miradas acusadoras.
Pero bueno, que tampoco es para tanto. Las intenciones están bien, y son necesarias, si no nunca haríamos nada de provecho. De hecho, mañana pienso empezar mi nueva novela y ordenar el trastero. Ahí queda eso. Que se joda mi yo de mañana.~
“no es problema tuyo, sino de tu yo de mañana. Que él se las arregle”
G E N I A L