¿Por qué boxeo?

DESDE LUEGO QUE que se trata de golpes. El boxeo es el arte de golpear sin ser golpeado. Y eso no es fácil. De ahí que la confrontación entre dos boxeadores trascienda los golpes mismos. Hay que sopesar la habilidad, la estrategia, la técnica y el arrojo de cada contrincante para poder apreciar una justa de boxeo. El boxeo es una confrontación de estilos y hay que aprender a reconocerlos para comprender este deporte.

Yo aprendí a boxear cuando tenía veinticuatro años de edad. Fue en un gimnasio ubicado en el centro de Coyoacán, un barrio del sur de la Ciudad de México. Ahí aprendí los rudimentos (golpes básicos como el jab, el gancho, golpes rectos) y poco más. Terminar la licenciatura me dejó poco tiempo para seguir entrenando y después me mudé a Inglaterra por unos años. Fue muchos años después que retomé las clases de boxeo. Hace tres años para ser preciso.

En un club deportivo al que voy regularmente colocaron un ring y algunos sacos y peras de boxeo. Me inscribí a las clases matutinas y un año después ya tomaba clases particulares. Aunque ya no boxeo cada ocho días como lo hacía hasta hace unos meses, entreno tres o cuatro veces por semana. (Tengo treinta y seis años de edad y además de boxear trabajo.) Pero conozco lo suficiente de este deporte para aventurarme a hablar de algunas cosas que muchos espectadores del boxeo desconocen —incluyendo a algunos de sus aficionados— y disminuyen su capacidad de mayor apreciación del boxeo.

Comencemos por definir que más que un deporte, el boxeo es un arte marcial. Es decir, la ejecución de una serie de movimientos que permiten a un ser humano expresarse de manera única y de encontrar en sí mismo una sabiduría que es intransferible. Los artistas marciales aprenden a conocer sus límites de resistencia, pero también sus capacidades de ejecución precisa sin descuidar la estética de sus movimientos. Un boxeador aprecia la oportunidad de practicar su deporte no sólo para golpear sino para expresarse de una manera que es insustituible. Y aunque este conocimiento requiere de recibir golpes (amortiguados por el uso de careta como es mi caso) lo que más mina a un boxeador es el rigor de los entrenamientos y el modo en que deben bajar de peso al prepararse para una pelea. Clínicamente, la mayoría de los boxeadores profesionales presentan un cuadro grave de deshidratación y anemia al momento en que se suben a boxear. Es decir, están en condiciones en que deberían ser hospitalizados y no sólo están de pie sino dispuestos a golpear y ser golpeados por un lapso de cuatro a doce rounds dependiendo de la pelea.

Sólo quien se ha subido a boxear conoce la verdadera duración de un round. Tres minutos es muchísimo tiempo. El peso de los guantes se hace sentir de inmediato, el esfuerzo físico y mental son abrumadores y no: la adrenalina no hace desaparecer el dolor ni el miedo. La resistencia física que requiere un corredor de fondo, un nadador o un velocista, por ejemplo, es altísima. Pero ninguno de ellos debe añadir a esa resistencia la certeza de que en cada segundo que dure su competencia podrían sufrir algún daño físico irreparable o llegar a perder la vida.

Se dice que los boxeadores son violentos y por ello practican este deporte. Invito al espectador a que observe con detalle el comportamiento de dos boxeadores en el ring. Salvo casos muy raros, los competidores siempre son respetuosos el uno del otro, respetuosos con el árbitro (referee), el público y los jueces. Es práctica común el choque de guantes al inicio de una pelea y a veces de cada round, así como un abrazo amistoso. Es más que común que el ganador felicite al vencido y que éste haga lo propio, así como los respectivos entrenadores y asistentes. ¿Por qué? Porque los boxeadores no buscan hacer un daño en su oponente por algún motivo personal. Lo que intentan es mostrar su habilidad, aunado a otros elementos ya mencionados como la estrategia y la técnica. Un boxeador es alguien que conoce la diferencia entre ejercer la violencia contra otra persona y el participar de un arte marcial.

Hay muchas cosas que agregar a este tema, pero por ahora es suficiente. Yo practico el boxeo a nivel amateur porque la preparación que requiere, así como la ejecución de lo aprendido me ofrecen la posibilidad de conocer más sobre mí mismo, de cuestionar constantemente lo que me parece una certeza fuera del gimnasio. Es común entre los aficionados a la literatura el despreciar el deporte o el conformarse sólo con ser espectadores del mismo; sobre todo del deporte más popular. Sin embargo, si practicaran un deporte no sólo aprenderían a apreciar mejor otros deportes, también conocerían el peso justo de las palabras. La contundencia del esfuerzo físico acompañado de sus victorias y derrotas (siempre pasajeras) nos enseña algo de nosotros que ningún texto leído o escrito podrá enseñarnos jamás.~