El Nobel de Literatura para Alan Moore. ¿El cómic es literatura?
Un texto de Jorge Jaramillo Villarruel
En 1991, Neil Gaiman ganó el World Fantasy Award por la historia sobre Shakespeare que escribió para el cómic Sandman, dejando asentado lo que ya se comenzaba a notar: que el cómic puede tener un importante valor estético y literario.
Neil Gaiman era periodista, pero cuando Alan Moore, el único dios verdadero, apareció en la escena internacional (comercial) del cómic, quiso seguir sus pasos y en pocos años llegó a convertirse en uno de los 5 ó 6 mejores comiqueros de la vida entera (con Grant Morrison, Warren Ellis, Jamie Delano, Garth Ennis y el propio Moore a su lado, que forman la llamada Invasión Británica de los cómics junto con varios más, incluyendo ilustradores).
Este grupo, y varios otros creadores, como Harvey Pekar (todavía te extraño, amigo), los brothers Hernandez, Rick Veitch, Robert Crumb, son los responsables de ese status que hoy en día goza al menos un sector de la industria de la historieta, considerado un arte y no sólo entretenimiento para niños.
Las dos obras fundamentales para que el cómic se ganara un cierto respeto, son Watchmen (1986), de Alan Moore, y la mencionada Sandman (que comenzó a publicarse en 1989). Ambos cómics (novelas gráficas les dicen los acomplejados) fueron creados a partir de obras anteriores, de superhéroes las dos. La primera al hacer una desconstrucción de los clásicos personajes de la Charlton, y la segunda, de un personaje olvidado de DC Comics, que tenía el mismo nombre.
Watchmen siguió perteneciendo al género del que surgió, la acción de superhéroes, pero su autor le dio un tratamiento más adulto, sofisticado, añadiendo el tema político real y una atmósfera de novela negra. ¿Cómo serían los superhéroes en el mundo real (el mundo de la Guerra Fría)? La respuesta de Alan Moore a esa inquietud no pudo ser menos contundente: Watchmen es una obra redonda, perfecta, la primera que logró posicionar al cómic, y más al cómic de superhéroes, en el gusto de los lectores adultos, serios, que vieron en ella un valor literario del que carecían casi todas las obras anteriores (y también posteriores, ¿verdad que sí, Geoff Johns?) Pero seguían siendo superhéroes en trajes coloridos y mallas ajustadas.
El caso de Sandman es a la vez menos y más peculiar. Se trata de un cómic que no es de superhéroes, aunque el personaje original que lo inspiró sí lo fuera, sino de fantasía (comenzó siendo de terror gótico y fue evolucionando hacia el suspenso sofisticado, la fantasía urbana y la dark fantasy). Es comprensible que una obra que no es de superhéroes sea más atractiva para los lectores que usualmente prefieren otra clase de lecturas, pero a la vez resulta extraño e interesante que una obra más poética y “artística”, que además no es de superhéroes, sea considerada uno de los cómics fundamentales, reconocida así por los propios lectores de cómics.
Ambas obras son parteaguas de un nuevo paradigma que une por fin dos mundos radicalmente distanciados: la literatura formal y el cómic. Neil Gaiman llevó la literatura a los lectores de cómics, y nuestro señor Alan Moore, acercó el cómic a los lectores de libros serios, a la literatura formal.
Esta transformación no se detuvo con ellos. Durante las siguientes tres décadas, han sido muchos los cómics que, con mayor o menor éxito, han convertido al medio en un arte serio y respetable. Hoy se pueden encontrar obras con un valor más allá del que tienen como entretenimiento, junto a otras donde lo único que importa es ver a un encapuchado dándose de golpes con otro igual de absurdo. Igual que en las películas (si sólo conocen las películas de Watchmen, From Hell o V for Vendetta, ¡háganse el favor de leer las obras originales!) Y entonces me pregunto: ¿Es el cómic una forma de literatura? ¿Todo el cómic lo es? ¿Ganará Alan Moore el Nobel de literatura? No es difícil responder que sí, que el cómic sí es literatura. Es casi una obviedad.
Pero, entonces, si el cómic es literatura, ¿por qué algunos de los grandes comiqueros del mundo han incursionado en la literatura sin dibujitos? ¿Por qué escriben novelas si ya escribían novelas gráficas?
- Alan Moore es autor de dos novelas, la más reciente, Jerusalem, un hito en la historia de las letras inglesas, y antes, Voice of the Fire, una maravillosa novela en forma de mosaico.
- Neil Gaiman ha publicado varias novelas y colecciones de cuentos, y es considerado uno de los mejores escritores contemporáneos. ¿No han leído American Gods?
- Warren Ellis y Jamie Delano también han publicado excelentes novelas, aunque con menos éxito (en ventas) que los dos anteriores.
- Grant Morrison ha publicado varios cuentos y obras de teatro en antologías y en el libro Lovely Biscuits.
Entonces, si el cómic es en sí mismo literatura, ¿por qué ese interés de sus mejores exponentes en la literatura en su sentido habitual? Ahí queda la cuestión.~
“…si el cómic es en sí mismo literatura, ¿por qué ese interés de sus mejores exponentes en la literatura en su sentido habitual…?”
¿Y por qué no?
Leo, tu pregunta no tiene sentido. El autor no está pidiendo que Alan Moore o cualquiera de los autores de cómic, dejen de escribir novelas. La pregunta que se formula es: “¿por qué ese interés (en la literatura que no es cómic)?”, pero tu pregunta no tiene razón de ser, pues ese “¿por qué no?” sólo puede entenderse como: “¿por qué no ese interés (en la literatura que no es cómic)?”
Como puedes ves, era pregunta no tiene sentido, no tiene sentido ni gramatical ni subjetivo dentro del texto. La pregunta del autor es genuina, quiere saber por qué los autores de cómic también escriben novela si se supone que el cómic es literatura.