La caída de Dante
Un texto de Pedro Alcoba
Todo amor es fantasía;
él inventa el año, el día, la hora y su melodía;
inventa el amante y, más, la amada.
No prueba nada, contra el amor, que la amada
no haya existido jamás.Antonio Machado
ES SABIDO QUE una de las más brillantes obras de la historia de la literatura (La Divina Comedia de Dante) fue inspirada por una mujer que murió muy joven. Para aquellos que no sepan la historia, hablamos de Beatrice Portinari, también conocida como Bice[1], que nació en 1266, se casó con el banquero Simone dei Bardi en 1287 y murió tres años más tarde (1290), de la peste negra. Si hacemos caso al poeta, en su obra La Vida Nueva, él y ella se vieron por primera vez cuando tenían respectivamente 10 y 9 años. Se dice también que se encontraron al final de la adolescencia también, 9 años más tarde[2]. Lo que es un hecho es que, tras su muerte, Dante se dio a una vida de desenfreno, en parte por la desesperación que le causó, hasta que se casó con Gemma Donati. Sin embargo, a pesar de tan breve existencia y breve encuentro, Dante la coloca en la cúspide de su personal panteón de santos. Tras los 9 círculos del infierno y las 9 cornisas del purgatorio -la repetición del 9 no es casual, lector-, en un ascenso continuo en el que solo alcanza a ver a su amada Beatriz al final de este último. Su lugar legítimo es, como luego descubriremos, el Empíreo, el último de los 9 cielos que están sobre la Tierra.
¿Cómo puede una mujer con la que el poeta apenas tuvo contacto, y con una vida tan breve, originar esta colosal construcción literaria? ¿Qué vio Dante en Beatriz Portinari?
Para entenderlo, quizá debamos recurrir más a la psicología que a la teología. Desde una perspectiva simbólica, Beatriz representa la fe, de cuyo ejercicio a Dante le había distraído la filosofía. Pero también hay una lectura más literal, en la que Beatriz es el amor más elevado, y después de él aparecieron otras mujeres, amores terrenales, que no consiguieron reemplazarla.
En su a veces difícil terminología, el psicólogo Jung atribuye a Beatriz una existencia sobre todo psíquica:
“En la cultura occidental el culto al alma toma la imagen del culto a la mujer. Dante es el caballero espiritual, que atraviesa el mundo inferior y superior tras la imagen de su dama. Esta figura está desligada del objeto y se convierte en la personificación del alma”[3]
Es otra manera menos poética de expresar lo que Machado dice con gran belleza en la cita que encabeza este texto. Que Beatriz, tal y como la concibe Dante en La divina comedia, no existió jamás como tal mujer. Sin embargo, sí tuvo existencia en Dante. Y es que el poeta albergaba, como muchos hombres, un anima [4], la parte inconsciente de su personalidad, que al estar desligada de su conciencia era susceptible de ser proyectada sobre una mujer, estableciendo con ella una relación afectiva incondicional y profunda. La mujer elegida por Dante fue, ya desde su infancia, Beatriz. En otras palabras, el anima de Dante era pura, beatífica, luminosa… como dicen que era la apariencia angelical de Bice y su comportamiento. Y por eso se proyectó sobre ella de tal modo, ligándose profundamente al objeto amado… fuera o no realmente Bice como él la imaginaba.
En realidad la Beatriz celeste nunca estuvo fuera de él, pero el resto de su vida Dante siguió buscando incansablemente la imagen del alma que creía perdida. Solo tras haber compuesto la Divina Comedia (tres cantigas de 33 cantos), pudo alcanzar la paz. Al final del Paraíso es la misma Beatriz, que en el Purgatorio ha reprendido a Dante [5], la que secunda una plegaria por él, como le hace notar San Bernardo:
“Venza tu guardia los humanos impulsos;
Mira a Beatriz, que con los bienaventurados
Junta sus manos secundando mi ruego.” [6]
En definitiva, la Divina Comedia es Beatriz y Beatriz encarna la imagen del alma de Dante, un ideal que aglutina teología, estética greco-latina y en última instancia su concepto de la belleza y el sumo bien en estado puro.
Las dos caras de Dante
Sin embargo, debemos preguntarnos todavía algo: ¿Por qué Dante hubo de construir una narrativa en la que empieza viéndose a sí mismo extraviado “en el medio del camino de la vida”? ¿Por qué Dante personaje tiene que atravesar el Infierno y purgar de algún modo sus pecados? ¿No podría haber hecho una composición poética en la que buscara la perfección en el ideal contemplativo, como muchos artistas? Para aventurar una respuesta, debemos profundizar en el desequilibrio de Dante tras la desaparición de Beatriz, momento en se pierde en brazos de otras mujeres, hasta contraer matrimonio con Gemma Donati, y que podemos considerar la “caída de Dante”, que terminará por extraviarlo en el bosque en el que comienza la obra.
Si nos atenemos a la personalidad visible de Dante, vemos en ella una brillantísima mente principalmente intelectual, que se integra a la perfección en la sociedad, como evidencia su propia biografía[7] y su obra literaria, que abarca desde los asuntos del mundo (Monarchia) hasta el lenguaje (De Vulgari Eloquentia), pasando por teología y poética. Dante se identificaba, por tanto, como muchos hombres, y de manera patente, con lo que Jung llama la persona o personalidad externa.[8] Pero cuando pierde a Beatriz, sobre la que ha proyectado su personalidad interna (su anima), el poeta se desequilibra y va de idea en idea (la “filosofía”) y de mujer en mujer (pues ha perdido la imagen de su alma, que actúa de ancla física y psíquica).
Al final de La Vida Nueva (composición escrita después de esta fase de crisis, entre 1292 y 1293), Dante toma la resolución de no hablar más de Beatriz hasta que pueda hacerlo dignamente[9]. Es entonces cuando está iluminando con su conciencia el contenido inconsciente extraviado al perder a Beatriz. Y lo que sigue más de diez años más tarde es uno de los más colosales esfuerzos de un hombre por encontrar la unificación entre su personalidad externa (implicada hasta la médula en la política, la religión y la sociedad de su tiempo) y su personalidad interna (anclada profundamente en un ideal de belleza y perfección moral). En la Divina Comedia, Dante autor obliga a Dante personaje a atravesar uno y otro círculo del Infierno hasta encontrarse con la encarnación de todo lo que es sombra (el mismo Satanás, que ocupa el centro de la Tierra).
Cuando el héroe Dante ha superado los nueve círculos, está en condiciones de comenzar a abarcar la totalidad de su ser, de abrazarse a sí mismo [10]. Su obra reconcilia entonces el nominalismo del escritor que habla de las cosas del mundo (La Divina Comedia se puede leer como un complejo retrato de su época), con el idealismo estético del poeta, que lleva al culmen la expresión de su subjetividad interna. El fruto de la unificación de la persona y el anima de Dante es una obra poética tan perfecta, que su autor logra en su búsqueda no solo un tratado político y teológico, sino también una obra poética excepcionalmente bella, que llega hasta nuestros días al anima de los lectores con una mínima sensibilidad, entre los que quiere contarse el autor de estas líneas.~
Referencias:
[1] Hay quien dice que la Beatriz de La Divina Comedia y La Vida Nueva no fue un personaje real. Los que le atribuyen existencia real, la asimilan a la Beatriz Portinari
[2] http://www.mujeresenlahistoria.com/2013/07/la-musa-bienaventurada-beatriz.html
[3] JUNG, C.G.: Tipos psicológicos. Barcelona, Edhasa, 1994. Pág 265.
[4] Anima es como Jung llama a la imagen del alma para el hombre (animus sería el nombre para la de la mujer), un arquetipo de la vida en sí misma, representada en imágenes de tierra o agua. Puede ser luz u oscuridad, fuente de sabiduría, una musa o una diablesa,… Lo más importante es que “para el varón, a causa de la cualidad femenina de su alma, lo que mejor se apropia como soporte real de la imagen del alma es una mujer”.
JUNG, C.G: Ibídem, pág.529-531.
[5] Llama la atención este rasgo tan humano en un ser deificado:
http://www.tramayfondo.com/actividades/vii-congreso/las_diosas/downloads/garcia-davila-david.pdf
[6] ALIGHIERI, DANTE: Divina Comedia (edición de Giorgio Petrocchi y Luis Martínez de Merlo). Madrid, Ediciones Cátedra, 2011 13ª edición, pág. 737 (Canto XXXIII del Paraíso).
[7] https://es.wikipedia.org/wiki/Dante_Alighieri
[8] “Persona: [El hombre] se pone una máscara, de la que sabe que corresponde, de un lado, a sus intenciones y, de otro, a las exigencias y opiniones de su ambiente; y en ello unas veces prepondera un elemento y otras el otro. A esa máscara, es decir, a la actitud adoptada ad hoc, yo la llamo persona.(…) la persona es algo que a menudo constituye el entero carácter de un hombre y que, dado el caso, lo acompaña, sin modificarse, a lo largo de toda su vida.”
JUNG, C.G.: Ibídem, págs. 493-495.
[9] “me sobrevino una extraña visión en que contemplé cosas tales que me determinaron a no hablar de aquella alma bienaventurada hasta tanto que pudiera hablar de ella más dignamente.” (Capítulo XLII de La vida nueva)
[10] “Sí mismo (Selbst).(…) Conjunto íntegro de todos los fenómenos psíquicos que se dan en el ser humano. El sí-mismo expresa la unidad y totalidad de la personalidad global (…) empíricamente el sí -mismo aparece como un juego de luz y de sombra, aunque conceptualmente es entendido como totalidad y, por tanto, como unidad en la que están unidos los opuestos.”
JUNG, C.G. ibídem. págs 562-563.
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