Yo fui un consumidor de cómic adolescente…
Un texto de Pedro Alcoba
“El futuro de la novela gráfica reside en la elección de temas válidos y en la innovación de la exposición (…) Es de suponer que la atracción de un público sofisticado está en manos de los dibujantes y guionistas dispuestos a correr riesgos”
Will Eisner[1]
HACE UNAS TRES décadas, Toutain Editor (editorial emblemática de cómics de los 70) estaba a punto de desaparecer en España y las cabeceras más importante del llamado “cómic adulto” seguían poco a poco su mismo camino (Cimoc, Zona 84, El Cairo,…).
Años 80.Toda España está colonizada por el cómic de superhéroes norteamericano. ¿Toda? ¡No! Un pequeño grupo de irreductibles inadaptados sobrevive aún en torno la revista “El víbora” y lo hará hasta bien entrado el siglo XXI. ¿Eran solo eso?…¿un grupo de irreductibles inadaptados?.
El resto del mundo había pasado por la revolución del cómix underground (del 68 a mediados de los 70), con los Shelton, Crumb y sobre todo Richard Corben. En Europa habían surgido y caído revistas como Metal Hurlant . Autores como Guido Crepax, Druillet y sobre todo Moebius, habían ya dejado una profunda huella en crítica y lectores. Pero en España los intentos de un cómic alternativo al comercial habían sido aislados, a contra-corriente, o gracias a editoriales extranjeras que habían buscado ciertos autores gracias a su indudable talento.
Si bien he abierto este pequeño relato con una cita de Will Eisner, no voy a caer en el error de colocar el nacimiento del cómic adulto con la novela gráfica Contrato con Dios, publicada por él en 1978. Sin embargo sí nos interesa esta cita del mismo recogida en la revista The Comics Journal número 278 (2005) [2]:
“La primera vez que conocí a la gente del underground, comprendí que estaba sucediendo algo revolucionario. (…) Esta gente estaba utilizando el cómic como una auténtica forma literaria. Abordaban problemas sociales. Si, eran procaces, y eran burdos, y eran sucios ¡pero utilizaban el cómic como una forma literaria! De hecho, fueron quienes me animaron a volver con la novela gráfica”.
En definitiva, el más claro precedente de las llamadas novelas gráficas está en el comix underground [3]. Anteriormente, solo ciertas individualidades luchaban por partida doble dentro del sistema por llevar a cabo un relato adulto y desarrollar un vocación autoral.
Sin embargo, sí es cierto que Contrato con Dios introdujo algo radicalmente nuevo. Eisner buscó una editorial “literaria” para su cómic y consiguió entrar en las librerías generalistas. Y eso fue fundamental. [4] Porque el hecho de que los cómics no encontraran su lugar en las librerías junto a la “literatura” seria, en el fondo hacía retornar el viejo axioma -viejo por antiguo pero también ya por rancio- de que el cómic es una lectura para mentes adolescentes o no desarrolladas.
Volvamos de nuevo a mediados de los años 80. Aunque el cómic ha alcanzado ya un cierto status de “noveno arte”, aún no ha encontrado su lugar en las librerías generalistas y está relegado a los “guetos” de las librerías especializadas a las que un entusiasta pero aún minoritario colectivo adulto acude….
Situemos ahora el verdadero nacimiento de la novela gráfica, y la obra que desterraría por fin el tópico de que los cómics son un medio para adolescentes de las mentes de los críticos. Maus, de Art Spiegleman, hizo varias cosas muy inteligentes: Primero, introdujo el relato autobiográfico (característica de muchas novelas gráficas) en una obra ambiciosa. Segundo: trató uno de los temas más adultos que se puedan imaginar (el holocausto) en el cómic. Y tercero y más importante: consiguió tratarlo con algunas de las convenciones más genuinas del medio (los personajes son animales antropomórficos, se utilizan onomatopeyas, bocadillos y líneas de acción). Y como resultado, la crítica no solo no lo marginó, sino que logró un premio Pulitzer en 1992 y el premio literario de ficción de Los Angeles Times el año siguiente [5]. Por último, Maus se había publicado por entregas en la revista de cómic alternativo Raw, pero se publicó íntegra por la editorial literaria Pantheon en 1986, cumpliendo también la aspiración de entrar en el terreno vetado de las librerías generalistas.
Pero esos años se produjo otro acontecimiento que habría de sacar a los que fuimos consumidores adolescentes de cómics -y seguíamos consumiéndolos en nuestra juventud- de las tinieblas exteriores de la marginalidad y el frikismo. Por fin algunos autores como Alan Moore, Frank Miller y posteriormente Grant Morrison y Neil Gaiman empezaron a introducir la narración adulta incluso en el mismo núcleo del cómic comercial, concebido supuestamente para adolescentes y jóvenes: el cómic de superhéroes. El regreso del caballero oscuro apareció el mismo 1986, el mismo año que Alan Moore comenzó a publicar Watchmen. Ambas fueron vueltas a publicar en formato libro con posterioridad. Porque, no nos engañemos, eran verdaderas novelas gráficas.
Y lo mejor estaba aún por llegar…
Yo fui un consumidor de cómic adolescente…y un lector de novela gráfica adulto
La convergencia entre el relato adulto desarrollado desde dentro del cómic comercial [6] y las magníficas series que ya se venían realizando en el llamado cómic alternativo por autores como Gilbert y Jaime Hernández en la revista Love and Rockets, o Peter Bagge en Weirdo y Daniel Clowes en sus propias colecciones, producirían algo inesperado.
Llegamos a los años 2000 (esta cifra tan milenarista nos da pie a ponernos un poco solemnes). Poco parece indicar que las palabras de Eisner con que he abierto este artículo van a resultar proféticas. Y es que asistimos a una verdadera eclosión de la novela gráfica en el mundo. Y sí, también en España. Y sí, adolescentes que leímos cómics somos adultos por partida doble. Lo somos porque tenemos edad para serlo; y lo somos, porque leemos novelas gráficas para adultos.
Y ahora incluso estamos en condiciones de definirlas. Porque también han aparecido interesantes textos de ensayo también en España (como los de Javier Coma o Luis Gasca). Novelas gráficas son, en el fondo, cómics, con vocación de autoría de sus artífices, que por sus temáticas (desde la autobiografía hasta el periodismo, pasando por la historia o la ficción realista), intención de tratarlos en profundidad y por su exploración formal del lenguaje del medio, van dirigidos a un lector con cierta experiencia, vital e intelectual. Es decir, a un lector adulto.
Estamos casi al final de la historia. Hace más de tres décadas, decíamos, un grupo de irreductibles inadaptados sobrevivían aún en torno a la revista El víbora en España y lo harían hasta los albores del nuevo siglo. Ahora en España existe un Premio Nacional de cómic desde el año 2007. La editorial Astiberri publica novela gráfica nacional e incluso libros de ensayo sobre el medio. Los grupos de adolescentes y jóvenes que llevábamos en nuestras maletas casi de contrabando algunos cómics verdaderamente valiosos hemos adquirido el poder adquisitivo suficiente para hacernos con lujosas ediciones recopilatorias. Las librerías generalistas han abierto sus puertas al cómic, e incluso El Corte Inglés tiene una extensa sección dedicada al mismo (si bien a sus vendedores aún les cuesta contestar algunas preguntas básicas).
Fin de la historia. El cómic es por fin un medio adulto.
Pero entonces…, ¿por qué dos premios nacionales del cómic como Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido se dirigieron primero al mercado francés para vender Blacksad [7] ? ¿Por qué la misma Astiberri compró los derechos de la obra Arrugas de otro premio nacional a la francesa Delcourt y la tradujo sin saber que era un cómic español? [8] ¿Por qué los autores más audaces tanto temática como formalmente siguen refugiándose en las ferias especializadas del medio?
A aquel grupo de irreductibles inadaptados le queda aún mucho camino por recorrer…~
Referencias:
[1] EISNER, Will: El cómic y el arte secuencial. Barcelona, Norma Editorial, 2007 (edición original Comics & Sequential Art, de 1990)
[2] Citado en GARCÍA, Santiago: La novela gráfica. Bilbao, Astiberri, 2010, página 189.
[3] https://es.wikipedia.org/wiki/Cómic_underground
[5] https://es.wikipedia.org/wiki/Maus#Premios
[6] Santiago García, de cuya obra teórica este artículo es en cierto modo deudor, ha definido las tradiciones de cómic comercial con una magnífica síntesis: “se han desarrollado como series, se han basado en personajes (héroes) y se han dirigido a un público juvenil”. (Si bien podríamos añadir: Y se han vendido principalmente en kioskos de prensa o librerías especializadas).
GARCÍA, Santiago: ibídem, página 266.
[7] VILCHES, Gerardo (ed.): El guión de cómic. Madrid, Diminuta Editorial, 2016, pág 105.
[8] GARCÍA, Santiago: Ibídem, pág 263.
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