Singularidad Económica

El PIB per cápita mundial en 2006 está en torno a 7.575 euros, 65 billones de dólares (50 millones de euros) al año. Si hay 6.500 millones de personas en el mundo, y calculamos un sueldo mensual medio de 150.000 de las antiguas pesetas (unos 900 euros) el sueldo necesario para cubrir las necesidades básicas (en paridad de poder adquisitivo de España), significaría que el PIB mundial debería ser de unos 70 billones de para alcanzar un PIB per cápita suficiente.

Si somos más conservadores, y marcamos un sueldo de 250.000 pesetas, para compensar la pérdida de servicios públicos y el desgaste de bienes, la cifra total del PIB mundial sería de 117 billones de euros.

Un rápido cálculo nos indica que si toda esa riqueza mundial se produjese automáticamente y se repartiese, estaríamos muy cerca de lograr el viejo sueño de la Humanidad de no necesitar trabajar para vivir.

El trabajo es bueno, dignifica y da objetivos, proporciona logros, y autorrealización, pero no cuando se acepta de forma obligada, cuando se trabaja en algo que no te motiva e incluso, cuando te sientes denigrado. El sueño de no necesitar trabajar para sobrevivir lograría que cada persona pudiese trabajar, emplearse, o autoemplearse donde más le gustase, en aquellas profesiones y lugares en los que él pudiese sentirse realizado.

Bien, creo que ya he hablado en alguna ocasión sobre esto, sin embargo, hoy me gustaría introducir un término nuevo: La Singularidad Económica.

Podríamos decir que una singularidad es el punto a partir del cual las reglas de la “normalidad” dejan de regir, y lo que sucede a partir de ahí ya no puede ser predicho. El término se usa tanto para variables matemáticas, como físicas, tecnológicas o mecánicas. Sin embargo, hoy quiero introducir un nuevo término, como he dicho, que afecta a la economía.

Yo definiría la singularidad económica como el punto de desarrollo económico a partir del cual las leyes económicas actuales dejan de tener sentido, y sólo es posible especular con lo que sucederá después. Dicho en otras palabras, un punto a partir del cual la creación y la acumulación de riqueza a nivel mundial son tan grandes que las leyes del capitalismo, el socialismo y otros sistemas económicos anteriores dejan de tener sentido y no son aplicables.

¿Cuándo se alcanzaría este punto de evolución económica? Antes de entrar en materia, me gustaría hacer dos aclaraciones. La primera, que los cálculos están expresado en paridad de poder adquisitivo con el euro en España, y la segunda, que presupongo que a estos niveles de riqueza el reparto se realizaría equitativamente entre los habitantes del planeta.

Actualmente parece mucho suponer, pero cuando veamos los cálculos comprobaremos que la acumulación y la avaricia a esos niveles es más una demostración de enfermedad que otra cosa.

Supongamos que la población Humana se estanca, en los próximos años, en torno a los 7.000 millones de personas (para simplificar los cálculos). Hemos dicho que para la subsistencia y el mantenimiento en buenas condiciones de esta población serían necesarios unos 126,2 billones de euros (7.000 millones de habitantes X 18.000 euros anuales), todo ello acompañado de importantes cambios en los hábitos de consumo y nuestra relación con el medio ambiente.

Bien, para que se produzca la Singularidad Económica debemos lograr crear una producción de riqueza tan grande que la civilización al completo pueda permitirse hacer lo que desee económicamente. ¿Qué cifra pondríais para llegar a este punto?
100.000 euros anuales, 500.000 euros (lógicamente la producción de bienes y servicios debería poder respaldar estas cifras para no caer en la inflación, es más, llegados a este punto la moneda física desaparecería). Eso podría permitirte consumir grandes cantidades de bienes y servicios, y desde luego ya no tendrías que trabajar si tuviese una renta anual de esa cuantía. Pero yo pienso que, llegados a este punto, segaríamos comportándonos como simples consumidores-productores, solo que a una escala mayor.

Para llegar a la singularidad económica debemos ir más allá en la producción de riqueza per cápita. Fijémonos en nuestras clases acomodadas, a pesar de que el número de multimillonarios es muy grande en todo el globo, unos 1.000 que poseen más de 1.000 millones de dólares (3.5 billones en total). Con semejante capital, se podría decir que cada uno de ellos ha alcanzado la singularidad económica, pero la mayoría siguen comportándose siguiendo los preceptos del capitalismo, acumulando, consumiendo y produciendo.

¿Qué hace falta para que una persona trascienda esos límites y para que la Humanidad sobrepase el capitalismo? Pongamos una cifra. Seamos arriesgados. 10 millones de euros anuales (1.663.860.000 de las antiguas pesetas) me parecen suficientes para que una persona deje de preocuparse de trabajar, consumir y busque otras aspiraciones que terminen por romper con el modelo económico imperante.

Eso significaría que la Humanidad debería producir cada año 70.000 billones de euros. Tendríamos que multiplicar por 1.400 la creación de riqueza anual.

Imaginemos, qué poderosa herramienta es la mente, que el ser humano deja de destruirse con guerras, de competir y destruir los logros de otros, y se aplica a la tarea de producir riqueza medioambientalmente sostenible (de otra forma, el planeta se nos terminaría). Si lográsemos una tasa de crecimiento sostenida del 5% anual (descontada la inflación) la singularidad económica se lograría en torno al año 2.155. Si creciésemos un 10% anual (algo que sólo China está logrando y gracias a lo que lo está logrando) la alcanzaríamos a principios del año 2.083. Demasiado tiempo para gente impaciente.

Desde luego, cada aportación cuenta, cada euro que se produzca hoy, aumentaría por 1.400 al final de este período si se convirtiese en productivo. Pero sigue pareciendo una fecha demasiado lejana. ¿Y si…?

¿Y si tomamos el concepto de retornos acelerados que Ray Kurzweil ha explicado para la tecnología y la consecución de la Singularidad Tecnológica? ¿Y si aplicando innovadores sistemas de producción, nuevas tecnologías y ciencias lográsemos duplicar el PIB mundial cada 3 años, por ejemplo? Entonces obtendríamos algo parecido a un crecimiento exponencial a un ritmo trianual. La Singularidad Económica se alcanzaría allá por el año 2.037. Ray Kurzweil ha calculado que la Singularidad tecnológica se producirá después del 2.029, por lo que la carrera entre ambas sería muy pareja.

Para comprender la magnitud de la diferencia entre el cambio incremental que seguimos hoy en día (o exponencial lento), y un verdadero desarrollo económico exponencial, baste comprobar la comparativa mostrada en [la grafica de] la Singularidad Tecnológica.

Si los números a esas magnitudes quizás sean difíciles de abarcar para nuestras mentes, la comparativa gráfica entre ambas curvas demuestra la pasmosa potencia del desarrollo exponencial.

Pero ¿cómo crear dicho desarrollo exponencial cuando en la actualidad Alan Greenspan, expresidente de la Reserva Federal estadounidense, advierte que crecimientos continuos del 5% son insostenibles sin causar una recesión? Una tarea ardua, sin duda, pero que debemos acometer cuanto antes para conseguir acercar la Singularidad Económica o para lograr una jubilación de lujo para toda nuestra especie.
Es importante indicar, que si la Singularidad Tecnológica no fuese posible, siempre lo sería la económica, lo que daría lugar a uno futuro menos accidentado, y mucho más lineal, pero también con mayores posibilidades para la especie humana en cuanto a participación en el devenir de la historia.

Bien, creo que podemos dar algunas ideas y todas ellas tienen un mismo resultado, incrementar la riqueza y la creación de riqueza de forma acelerada en los próximos años.

Comercio mundial. Uno de los frenos a la creación de riqueza son los aranceles y las medidas proteccionistas internacionales.

Curiosamente, algo en lo que se ponen y no se ponen de acuerdo países ricos y pobres, liberales y anti sistema. Todos coinciden en que hay que liberalizar el comercio, que hacerlo bien crearía un par de puntos más de riqueza anual en el PIB del mundo. Pero a la hora de la verdad, unos y otros aplican sus aranceles proteccionistas para defender posturas internas indefendibles, ineficientes y muy perjudiciales para la economía, el medio y los mismos implicados a medio plazo.

Liberalizar el comercio mundial requiere una serie de medidas paliativas y de reestructuración de la producción agrícola e industrial, así como la introducción de cultivos sustitutivos e inversiones tecnológicas que garanticen un impacto bajo a nivel local de estas medidas, al tiempo que todo el mundo se beneficia de sus efectos positivos.

Incrementar un par de puntos porcentuales la riqueza producida, y ayudar así al desarrollo de países que lo necesitan puede ser un buen punto de partida para el viaje hacia la Singularidad Económica.

Energía. La fuente de nuestra civilización, la sangre de nuestro sistema es a la vez un “bien” escaso y difícil de conseguir.

Los conflictos internacionales, el agotamiento de los recursos, el despilfarro, la baja implantación de alternativas verdes y los monopolios nos pintan un panorama de escasez y encarecimiento que no puede sino llevar a descensos importantes de la riqueza mundial. ¿Cómo paliar estas previsiones y lograr que el efecto de las medidas energéticas sea positivo en la creación de riqueza?

La energía nuclear supone una buena alternativa, pero desde luego, en pocas décadas volveríamos a padecer los mismos problemas de suministro. Más aún cuando lo que proponemos es un desarrollo económico tan significativo que pondrá en duda nuestra capacidad de generación para sostenerlo y alimentarlo. Por ello, debemos encontrar el camino para hacer rentables las energías renovables, para usar la fuerza del viento, los ríos, el sol, los mares y la tierra con el fin de abastecer a nuestra industria, nuestros hogares y nuestras calles con la energía necesaria.

De la misma forma, la inversión en investigación de la pila de combustible, en el hidrógeno, en la fusión fría y en las redes de intercambio de energía P2P deberían intensificarse con el fin de garantizar en pocos años o décadas el suministro necesario para multiplicar por 1.000 nuestra riqueza.

Por último, debemos abogar por un transporte limpio y barato, apostando por el transporte público, pero también por los motores híbridos, de hidrógeno y los combustibles bio, como el bioetanol y sus hermanos los biocombustibles.

Las ayudas agrícolas en Europa y USA deberían darse no por hectárea de naranjos, olivos, trigo o viñas, sino por tonelada de soja, caña de azúcar, remolacha y cualquier cultivo que pueda alimentar la industria de producción de biocombustibles. De la misma forma, en los países productores, debería utilizarse el dinero obtenido del petróleo, para intensificar la formación y las infraestructuras tecnológicas que los convertirán en miembros de pleno derecho de la nueva economía del conocimiento, algo que apenas han hecho dos o tres naciones en todo el mundo.

Productividad personal. Otra de las formas de incrementar la riqueza es aumentando la aportación de capa miembro de la sociedad, lo que se conoce como productividad económica.

Así, si cada persona dedicase su tiempo de trabajo a ser más productiva, se derivaría de ello una mayor producción entorno al 10 ó 15% según mi experiencia. Si a ello le añadimos formación, dedicación y esfuerzo, podemos hablar de una amplia mejora en la productividad de las empresas y organismos del Estado.

¿Cómo lograr que esa productividad tenga un reflejo real en el aumento de la riqueza y no destruya empleo? Es complicado. Quizás se podría crear un fondo de ayuda que las empresas dotarían para obra social y medioambiental, con el incremento de beneficio. Desde luego, aumentar los salarios mantendría la riqueza, pero podría provocar los susodichos problemas de desempleo, a menos que dicho aumento de salarios se destine a consumo, y retorne como un mayor trabajo para las empresas. No está claro que esto no tenga efectos sobre la inflación, estamos caminando por una cuerda muy fina, pero un compromiso personal con la productividad aumentará la riqueza y el PIB, lo cual nos encamina más hacia nuestro objetivo.

Prosumismo. De la misma forma que en nuestra vida laboral un aumento importante de la productividad y la producción acercaría la Singularidad Económica, un aumento del prosumo también lo hará.

Este término, acuñado por el matrimonio Toffler, define toda producción personal para el autoconsumo o para los demás, que realicen las personas fuera de los circuitos monetarios. Es decir, cada cosa que hago en casa, cada cuento que escribo, cada web que diseño para mi afición, cada tren por fascículos que monto, cada canción que compongo, o cuadro que pinto, todos ellos suponen un aumento de la riqueza que no es tenido en cuenta por la economía “oficial” para calcular el PIB.

En los próximos años, veremos un incremento multiplicativo de esta clase de riqueza. Cada vez más personas navegan por Internet, dejando sus historias, creando sus blogs, colgando sus videos, sus cuentos, sus juegos, o aportando comentarios y programas.

Cada vez más gente colabora con ONG´s, con Fundaciones o simplemente ayuda allí donde puede a los más necesitados y al medio ambiente.

Las redes de intercambio P2P, que según algunos sólo en España han facilitado el intercambio de 200 millones de películas en el 2006 (y muchísimas más canciones) suponen un reto a la industria de entretenimiento que deberá afrontar con una mayor agilidad, un mayor aumento de los contenidos y con mucha imaginación. Sin entrar en temas de ilegalidad o legalidad, más propios de juristas, la sociedad no va a renunciar a la riqueza de ocio que estas redes, y en general todo Internet, han creado para ella.

A una media de 6 euros por película, estaríamos sólo hablando de 1.200 millones de euros, 200.000 millones de las antiguas pesetas que se han “creado” por el efecto multiplicador de estas tecnologías. Un coste importante para la industria (aunque evidentemente eso no significa que se hayan dejado de vender 200 millones de películas), que debería buscar nuevas formas distribuir sus contenidos, aumentando el beneficio para ellas, y para sus clientes, que son los mismos que descargan música y películas.

De la misma forma, con la llegada de nuevos medios de difusión de noticias, y la Web 2.0, cada uno de nosotros se ha convertido al mismo tiempo en un generador de contenidos, en un creador que compite directamente por el tiempo de los navegantes con las grandes empresas. Blogs, juegos on-line, webs sociales, cada una de ellas acerca a cada uno de nosotros un mundo creado muchas veces, y pontenciado siempre, por la gente que lo usa.

Esa riqueza que ahora se expande, haciendo temblar los cimientos de la propiedad intelectual y los mecanismos tradicionales de creación de riqueza, se extenderá muy pronto a otros sectores.

La llegada de las factorías con nanotecnología, o las “fábricas en casa” así como de los kits biotecnológicos, la pila de combustible y las energías alternativas supondrán una revolución que nos convertirá a cada miembro de la familia en un productor de video, un granjero, un diseñador de productos, un periodista, un magnate de la fabricación o todo lo que podamos soñar.

Igual que hoy de nuestros ordenadores salen post, libros, historia, música, videos y noticias, en las próximas décadas seremos capaces de manufacturar, para nosotros o para otros, ropa, productos industriales, alimentos, energía e infinidad de cosas más. De la misma forma, las redes de juegos on-line permitirán una mayor aportación de los jugadores, lo que aumentará exponencialmente la riqueza disponible para el uso y disfrute de los usuarios de estos juegos.

Colaboración social. Para lograr una Singularidad Económica, es imprescindible que comprendamos el concepto de paz social. Éste, lejos de abarcar el término actual, debe extenderse a nivel internacional, y debe incluir una estrecha cooperación entre naciones, agentes sociales, ciudadanos y organismos internacionales y nacionales en la búsqueda de la paz y la riqueza.

Para alcanzar la singularidad debemos conseguir que se detenga la violencia, el odio, el rencor, el vandalismo y las guerras que descapitalizan nuestras sociedades y todos los países del mundo.

Un caso extremadamente doloroso para mí lo supuso la invasión de Israel del Líbano (y sus ataques a Palestina). La destrucción sistemática de sus infraestructuras, carreteras y puertos (o como el aeropuerto palestino sufragado por la UE y que fue convertido en cenizas), demuestran el daño que tanta violencia está causando, destruyendo no sólo la riqueza de la gente, sino la posibilidad de generar esa misma riqueza. Eso sin contar las pérdidas de vidas, que más allá del siempre presente valor humano, suponen también un deterioro de las capacidades de desarrollo de un pueblo sometido a la guerra, la desconfianza y el miedo.

En España, el vandalismo, las peleas entre vecinos, los accidentes de automóvil, y muchas situaciones ya cotidianas crean un clima que deteriora no sólo la riqueza del Estado, y por lo tanto de todos nosotros, sino nuestras posibilidades de convivencia y de ayudarnos unos a otros.

Incorporación del Tercer Mundo a la economía productiva. Miles de millones de personas apenas tienen acceso al capital de producción y a recursos productivos en todo el mundo. El hambre, las epidemias, la sequía, limitan incluso más sus posibilidades de producción, muchas veces limitadas al uso agrícola de la tierra.

Las guerras también destruyen toda posibilidad de capitalización de sus sociedades, destruyendo fábricas, viviendas, carreteras, escuelas matando gente, profesores, alumnos, futuros empresarios, ingenieros y trabajadores.

Iniciativas de todo el mundo desarrollado tratan de paliar estos efectos, pero muchas veces chocan con sistemas inoperativos, y con esos mismos problemas que acucian las necesidades humanas e impiden toda ayuda no humanitaria (a veces incluso ésta).
Pero eso debe cambiar.

Para alcanzar la singularidad económica debemos lograr un hito, incorporar a la economía productiva a toda esa gente. Estamos perdiendo futuros Newtons, Einsteins, Gates. Estamos perdiendo la oportunidad de que un niño de Níger, o Somalia, o Ecuador invente un coche flotante, o la vacuna universal contra el cáncer, o descubra el origen de la vida, o idee un nuevo medio de comunicación que supere a Internet.
Por ello, iniciativas como el portátil a 100 euros de la ONU y Negroponte, deben aplaudirse y apoyarse, dando acceso a la información, a Internet, y a la programación a todos esos miles de millones que hasta ahora no la han tenido.

No sólo eso, sino que su increíble ingenio logrará usar este acceso, y otros recursos, para mejorar sus propias vidas de forma que nosotros, en los países desarrollados, no somos capaces ni de concebir.

Biotecnología. Las promesas de la biotecnología llevan una década siendo eso, promesas, pero parece que en los próximos años se convertirán en una realidad.

Ya ahora, bajo el auspicio de grandes corporaciones multinacionales, semillas transgénicas y nuevos medicamentos prometen revolucionar nuestras vidas.

¿Se imaginan ustedes lo que se podría lograr en cuanto a progresos médicos y a creación de riqueza si en lugar de primar los intereses comerciales en su diseño y distribución, lo hiciese el bien común?

En una década podríamos terminar con el hambre, y las grandes epidemias. En dos, con una gran parte de las enfermedades, y quizás en tres, como leía el otro día a Francis Collins en una entrevista, la pregunta no sea cómo queremos vivir, sino cuanto (cito de memoria).

Exploración espacial. Éste área, quizás uno de los más polémicos, es a la vez una de mis mayores esperanzas.

La exploración espacial posee dos cualidades que la hace fundamental para ser una piedra angular de la Singularidad Económica. Primero, por su carácter único como posible sustituto de las inversiones en industria militar y armamentística. Segundo, por la infinidad de recursos que de él podríamos extraer. Energía en cantidades que convertirían nuestra capacidad de generación actual en irrisoria (Helio-3, solar, etc.), materiales en cantidades inmensas, un vasto espacio para ocupar y explorar, innovaciones médicas, en nuevos materiales, en telecomunicaciones, en turismo, la lista detallada nos sorprendería de cómo el acceso al espacio puede convertir a una pequeña nación, en una nación con ingentes y vastos recursos.

Como muestra, yo recomiendo la obra de Warren Ellis “Ministerio del Espacio”, en la que se presenta una realidad en la que en lugar de Estados Unidos y Rusia, la carrera espacial la gana la devastada Gran Bretaña post-Segunda Guerra Mundial.

Medio ambiente. Según algunos cálculos, el medio ambiente podría aportar tanta riqueza a nuestra sociedad como toda la economía productiva. Es decir, algunos cálculos valoran los “bienes y servicios” que la naturaleza nos da de forma gratuita en más de 60 billones de dólares.

Aire limpio, agua, ocio, alimentos…y una infinidad de productos que cada uno de nosotros da por sentados, y que ahora están en grave peligro de extinción y agotamiento. Aumentar la riqueza natural, mediante programas de protección y mejora supondría dejar que la Naturaleza aumente su aportación a nuestro propio bienestar, ayudándonos en nuestro objetivo.

Reciclaje. El reciclaje y la depuración de agua y residuos también aportarían su granito de arena a la Singularidad Económica. Así, además de ahorrar una inmensa cantidad de energía, si lográsemos reciclar la mayoría de nuestros residuos, se liberarían grandes cantidades de materias primas para otras actividades económicas y sociales, beneficiando a toda la sociedad y aportando más recursos a nuestro crecimiento y subsistencia.

Tecnologías de la información. La revolución de Internet, y la Web 2.0, así como de los teléfonos móviles nos ha dejado claro el potencial de desarrollo que ofrecen.

Empresas como Google, han demostrado lo que el acceso a la información proporciona, en breve, en pocos años, si los rumores son ciertos, cada uno de nosotros dispondrá de telefonía e Internet inalámbricos gratis en cualquier lugar de nuestra ciudad.

Las grandes empresas deberían comprender la revolución que se avecina y aprovecharla, dando más herramientas a las personas para producir su propia riqueza aprovechando nuestro interés, y nuestro tiempo para obtener los recursos y el dinero que ahora obtienen del acceso.

Otro ejemplo de cómo las TI revolucionarán la riqueza son las redes de computación distribuida (Grid). Con ellas, cada uno de nosotros puede prestar la capacidad de computación sobrante para proyectos científicos, financieros o empresariales. En el futuro, quizás vendamos la capacidad de nuestro ordenador a una empresa privada dedicada a analizar muestras de ADN, obteniendo beneficios de ello, al tiempo que ayudamos a que una persona pueda hacerse en menos de un día una secuenciación completa de su AND, con los grandes beneficios médicos y preventivos que esto tiene.

El futuro que le espera a este sector es apasionante, y será, como hasta ahora, un gran contribuidor a la generación, multiplicación y acceso a la riqueza.

Construcción. Curiosamente una de las áreas que pienso que va a experimentar un cambio más radical con todo este proceso va a ser la construcción. Hasta ahora, la construcción ha sido tanto lacra como panacea de los países desarrollados y en vías de desarrollo. Enormes fortunas se han logrado a costa del empobrecimiento de un porcentaje significativo de la población.

Con la aparición de nuevos materiales, edificios inteligentes, mejoras en las herramientas de diseño, podemos estar al borde de una revolución que sólo puede ser abortada por la falta de ambición y de dinero.

En las próximas décadas, veremos un resurgir de la edificación en altura. Los rascacielos podrían sustituir los edificios bajos y unifamiliares. Esto no significará, sin embargo, un empeoramiento en la calidad de la vivienda, al contrario. Si consiguiésemos aumentar la altura de los edificios, y su dotación tecnológica, podríamos hablar de viviendas de 200 ó 250 metros cuadrados por familia, con acceso a jardines interiores, centros comerciales dentro del edificio, bajo consumo energético y precios bajos gracias a economías de escala y a los nuevos medios de construcción.
Esto incrementaría la riqueza de la gente, no sólo aumentando el empleo y manteniendo los flujos monetarios y de inversión hacia el sector de la construcción, sino que multiplicaría la riqueza de la gente.

Nanotecnologia. Quizás una de las mayores promesas económicas, la nanotecnología promete hacer realidad todos nuestros sueños. Desde materiales increíbles que nos convertirían en invisibles o metales indestructibles, hasta aplicaciones en generación de energía, en la fabricación en casa y en intervenciones quirúrgicas.

Algunos expertos se atreven a decir que, en combinación con la Inteligencia Artificial y con las Tecnologías de la Información, la nanotecnología podría proporcionarnos nuestros sueños más locos. Realidad virtual, edificios que se elevan en cuestión de días del suelo, células que son reparadas por micro robots haciendo de hecho a las personas inmortales y muchas cosas más. Sea como sea, la nanotecnología es un tren que ningún país debe perder, pues quien lo deseche hoy por vano, verá como su papel en el mundo se reduce considerablemente cuando sus empresas sean compradas por sus rivales de países que sí han apostado por ella.

Robótica. De la misma forma, la robótica podrá contribuir al desarrollo realizando tareas que requieren grandes cantidades de personas, o un esfuerzo físico agotador. O realizando trabajos de baja calidad que ahora nadie quiere prestar. ¿Veremos robots limpiando y desinfectando nuestras alcantarillas? ¿Titanes de acero levantando edificios, o excavando túneles?

Robots mascota o de compañía para enfermos, que medirán nuestras constantes, y avisarán al hospital si un anciano se desmaya, o si tu nivel de azúcar en sangre desciende bruscamente.

Inteligencia Artificial. Las aplicaciones prácticas de la IA (Inteligencia Artificial) serán mayores cada día. Cálculos cada día más complejos que prevendrán desastres serán llevados a cabo por ordenadores más inteligentes que nos dirán qué tenemos que buscar. Juegos más realistas, máquinas más y más productivas, una revolución técnica que cambiará el mundo si apostamos por ella.

Incluso si su destino no es la generación de una IA fuerte (una verdadera inteligencia), los beneficios del desarrollo de los nuevos algoritmos superarán los de Google y otras empresas.

Por último, la combinación de cada uno de estos aspectos tecnológicos, económicos y sociales con los demás supondrá la multiplicación de la riqueza generada. Máquinas microscópicas controladas por IA que repararán los tejidos en los accidentes de tráfico, salvando miles de vidas, o coches computerizados y limpios, que nos permitirán viajar a grandes velocidades de una punta del continente a otra, mientras nos descargamos música y películas de las webs de las productoras, o jugamos a juegos de consola. Teléfonos móviles que traducirán instantáneamente a nuestro interlocutor de cualquier idioma nos permitirán acortar aún más las distancias en el mundo, mientras enormes colectores solares en el espacio nos proporcionan energía generada por células artificiales que captan la energía solar de igual forma que las plantas. Enormes colisionadores de partículas seguros situados en la luna crearán materiales que ni imaginamos, mientras por delante nuestro se extiende una vida de siglos gracias a los avances médicos y científicos.

Todo ello, recordemos, mientras disfrutamos de unas sumas de riqueza ingentes hoy día, y creadas con nuestro esfuerzo e inventiva.
Podrán discutirse las cifras, incluso que la Singularidad Económica se logre en este siglo, pero no puede discutirse que es una posibilidad, y que su llegada depende de dos factores. Que sepamos gestionar la creación de riqueza, elevándola a niveles exponenciales, y que logremos establecer mecanismos de control que eviten que la especie humana se destruya por estos y otros experimentos.

El futuro puede ser brillante, o muy negro. Estamos en un momento crucial en la historia humana, quizás el más importante hasta ahora, y de lo que hagamos, o de los que dejemos de hacer, dependerá que terminemos como un planeta muerto vagando en el espacio, o como una brillante civilización en paz que disfruta de niveles de bienestar nunca soñados.Tú eliges.~