Charla digital con Édgar Adrián Mora sobre Raza de víctimas (libro de relatos)

Édgar Adrián Mora nació en Tlatlauquitepec, en la Sierra Norte de Puebla, en 1976. Es profesor de Historia de América Latina y de Lengua y Literatura. Ha publicado Memoria del polvo (México, UACM, 2005), Claves para comprender a América Latina (México, Unión Radio/ Lazo Latino, 2007) y Agua (México, Tártaro, 2011). Obtuvo el Premio Nacional de Narrativa Joven María Luisa Puga (novela), el Premio Nacional de Narrativa Joven UACM 2005 (cuento) y el premio 33 de la revista Punto de partida (ensayo y crónica). Fue becario del Programa Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes de México en los periodos 2006-2007 y 2010-2011. En la actualidad es un colaborador asiduo de VozEd. Y claro está, es  autor del libro de relatos RAZA DE VÍCTIMAS

Édgar Adrián Mora: Hola a todos.

Humberto Bedolla: Édgar, ¿cuánto tiempo tardaste en escribir este libro?

Aproximadamente un año. La reescritura llevó un poco más de tiempo. Así como la poda. Al final no llegaron todos los cuentos que se escribieron. Algunos se fueron.

Fue durante el 2007 como parte de un proyecto del programa Jóvenes Creadores del Fonca.

Alfredo B: ¿Escribes por chamba, por gusto, por necesidad o por vocación?

La escritura da para todo eso. Hay cosas que uno escribe por encargo y otras por placer. La vocación creo que es algo intrínseco. La idea de sufrir mientras se escribe me parece más una pose que una verdadera postura ante la vida. El placer de dar por concluido un texto y estar conforme con el resultado, creo que es incomparable. Eso puede ser la vocación.

Aloha Triathlon: ¿Qué ha pasado con los cuentos que se fueron?, ¿por qué no están?

Aloha, había por ejemplo un cuento que abordaba una cuestión de clasismo y de violencia entre personas de clases sociales distintas. Concluí que el planteamiento era muy superficial. Tenía que ver, también, con mis prejuicios de ese momento.

Mauricio Aranguren Molina: Édgar, saludos. ¿Cuál es el hilo que une cada relato? Me imagino que el título, raza de víctimas, pero ¿hay algo más?

Mauricio, el hilo es la violencia. Todos los relatos están unidos por guiños con los personajes. El libro es una red en donde los elementos de un relato aparecen en otro. Un personaje secundario en una historia es principal en otra. La idea es, sin embargo, que cada cuento tenga autonomía. Al final no sé si logró, el lector tendrá esa respuesta.

Juan Tallón: ¿Y con los que no llegaste a escribir, que se frustraron, qué pasó? ¿Qué falló? ¿Volverán?

Juan, algunos porque estaban muy forzados con respecto del tema. Otros porque sus ideas centrales ya no coincidían con lo que quería decir. Esto es, el hecho de releer los textos te permite dar cuenta de que uno cambia en el transcurso del tiempo. Y es una señal de que también la obra cambia.

Juan Tallón: ¿Crees que un libro de relatos debe poseer una unidad temática, un vínculo sentimental, cierto aire común entre las distintas piezas?

Creo que un libro de cuentos sí debe tener una unidad. Ésta puede estar determinada por el tema, pero también por el género, los personajes, la propuesta de uso de lenguaje. A veces se puede planear, en lo personal creo que es útil, pero otras veces se construye conforme se escribe.

Alba Reyes Lara: ¿No cuesta trabajo escribir sobre la tortura a un gato cuando alguien ama esos animales? Quiero saber qué mecanismo usas para hacerlo.

En ese sentido entra en juego una cuestión fundamental, la de tener claro que una cosa es el personaje, otra el narrador y otra el autor. Adoro a los gatos. Forman parte de mi vida. En “En qué cabeza cabe”, sin embargo, planteo que existe una parte del ser humano que gusta de experimentar con el sufrimiento de los demás. Si eso es patológico lo determina el lector y emite un juicio sobre las acciones del personaje. Entre el hecho de imaginarlo y experimentarlo hay una gran distancia. Creo que la ficción nos salva de aniquilarnos unos a otros.

Mauricio Aranguren Molina: Sí, la ficción permite eso, pero ¡impresiona!

Mauricio Aranguren: Édgar, ¿por qué le pusiste Raza de víctimas?

Sobre el título del libro, viene del epígrafe. Una frase de un autor que tengo en alta estima que es Héctor Germán Oesterheld. “Pobre raza de víctimas, el ser humano. Nadie es culpable”. Habla de la tendencia que existe en todos para justificar los actos cotidianos asociados a la violencia. Así sea una bofetada como la bomba atómica. Al final resulta que nadie es culpable, todos son (somos) víctimas.

Alejandro Pérez Cervantes: Hola Édgar ¿cómo contar la violencia desde la literatura en un contexto como el actual? ¿Cuáles fueron tus retos?

El libro se escribió en 2007. En ese entonces la violencia que hoy nos abruma no había llegado a tener la dimensión monstruosa que alcanza hoy. No sé si en estos momentos escribiría un libro así. De hecho, la única ficción respecto del narcotráfico dentro del libro es “El hijo del Perro”, un cuento que aborda cuestiones como el narcomenudeo, mezclado con la pugna generacional padres-hijos. Creo que en el momento actual los que escriben las cosas más interesantes sobre la violencia son los periodistas, más que los escritores. No porque la ficción haya sido superada, sino porque la realidad no cesa de sorprendernos.

Bolivia Pérez: ¿Cuál es el relato que disfrutaste más mientras trabajabas en él?

Casi todos, pero me gustó mucho el efecto que causa “Jugar con fuego”. Es un cuento humorístico que va sobre la manera en cómo nos enrolamos en relaciones amorosas equivocadas o bizarras. Está escrito en clave de slapstick, de pastelazo. Es un homenaje a la literatura de gente que admiro mucho como Jorge Ibargüengoitia y Víctor Roura.

Alba Reyes Lara: Dices que crees que un libro de cuentos debe tener una unidad, ¿tú siempre lo logras?

No sé si lo logré. Creo que ese es el diagnóstico que el lector debe hacer. Sí creo en la intención. No creo mucho en la escritura automática. Eso no quiere decir que la unidad signifique monotonía. Los registros deben ser variados, pero debe haber algo que hermane a todos los cuentos que integran un libro, como mencionaba por allá arriba. La respuesta sería: lo intento, no sé si lo consiga. Ojalá que sí.

Nibardo Adrian Chávez Patiño: ¿Hasta dónde la violencia que ha permeado de manera incesante estos últimos años ha influido en lo que escribes en tu libro?

En ese libro está como ruido de fondo. Como algo expresamente callado. Decía que la violencia es algo universal. No es necesario poner a un personaje a disparar una ametralladora. Una mirada de desaprobación a un niño, un gesto de desprecio a un indigente, unos celos provocados a propósito. Ahí está la violencia.

Alba Reyes Lara: ¿Qué relato te gustó más?

Tengo varios consentidos, como decía arriba “Jugar con fuego” me gusta mucho. También “El hijo del Perro” que algún amigo me dijo que tenía un aire casi de realismo socialista. Ese cuento me gusta porque habla de cosas que veo a diario: pobreza, padres peleados con sus hijos, códigos de dominio y de comportamiento basado en el grado de gandallez que uno es capaz de aplicar. Y de la manera en cómo esos códigos se multiplican casi al infinito.

Alejandro Bedolla Careaga: ¿Por qué hacer un libro con violencia como tema?

Porque es un tema universal. Porque pienso que tenemos una idea muy cerrada de lo que implica la idea de violencia, generalmente asociada al maltrato físico o a la guerra. Hay violencia en casi cada acto que llevamos a cabo en nuestra vida. Nuestro nacimiento, por no ir más lejos, es un acto de violencia. La historia, o cierta interpretación de ésta, funciona a partir de pensar que los actos violentos son actos fundacionales de nuevos estadios. Porque personalmente me interesa, más que explicar o solucionar, narrar los actos que se asocian a la violencia. Cabe pensar si la ficción no es un acto violento también, contra lo que queremos llamar “realidad”, por ejemplo.

Alejandro Bedolla Careaga: Pero ¿por qué enfocarse a la violencia y no al amor, que también es un tema universal?

Decía Jaime Sabines que el amor es el aprendizaje de la muerte. El tratamiento de los cuentos y la elección del tema se relaciona con preocupaciones personales que en ese momento me impulsaron a escribir pensando en eso. Creo que el foco de lo que nos interesa a diario se ubica a veces en temas específicos y que, de manera consciente o inconsciente, volcamos eso en nuestra tarea diaria. Uno se pregunta por qué los burócratas siempre tienen mala cara o por qué hay profesores a los que les da placer humillar a sus estudiantes. Tal vez elegí la violencia porque era un sentimiento que estaba en mi entorno inmediato. En una de esas fue un presagio de lo que nos esperaba como país en los años siguientes. De lo que estamos viviendo ahora.

Humberto Bedolla: Édgar, hace tiempo comentaste en tu blog que Raza de víctimas es un trabajo que consideras cercano a lo que quieres expresar y a los caminos que pretendes transitar, ¿qué caminos son estos?

Como tema me parece que es algo que está presente en el resto de mis trabajos. Ideas como el Apocalipsis, como la muerte, como la guerra, como la angustia íntima (que es una violencia autodirigida), como el abuso están ahí. Narrarlos implica pensar que los tratamientos pueden ser múltiples. Uno se pregunta porqué nos causa placer la humillación del otro en cuestiones tan básicas, por ejemplo, el futbol, el box. En el afán de competencia está parte de esa explicación.

Alejandro Badillo: ¿Cuál ha sido tu experiencia con la publicación digital?

Alba Reyes Lara: Me hacía la misma pregunta de Alejandro Badillo.

Creo que estamos todos aprendiendo de lo que significa entrar al mundo digital desde uno de los mundos más tradicionales: el de la letra impresa. La idea de libro electrónico plantea, de hecho, hasta una contradicción que a los más fundamentalistas les parece aberrante. Las complicaciones pasan por la adaptación de los lectores tradicionales a los nuevos medios: acostumbrarse a pensar el libro más que como un objeto, como lo que contiene ese objeto. Hay también obstáculos tecnológicos. Como mencionaba, seguro llegará un momento en el cual los dos formatos convivan sanamente. Los que salen ganando, al final, son los lectores.

Alba Reyes Lara: Eso sí, los lectores salimos ganando.

Estamos llegando a la hora. Édgar Adrián Morar, un último comentario

Agradezco a todos los que me acompañaron a la charla sobre RAZA DE VÍCTIMAS, fue bastante divertido y me ayudó a pensar sobre mi propio proceso creativo. Les agradezco sus comentarios y ojalá disfruten el libro. Feliz fin del mundo (o del año) lo que ocurra primero.

Alba Reyes Lara: Por cierto, felicidades, Adrián. No es lo primero tuyo que leo, y me gusta mucho cómo escribes. Abrazo dicembrino.

Bolivia Pérez: ¡Felicitaciones!

Karina Gonzàlez Casatañeda: Muchas felicidades

Rosa Berenice Garcia Mendoza: Muchas felicidades!!! Pues estoy picada con la lectura!! y más por la accesibilidad del lenguaje. Gracias por hacernos parte de sus nuevos triunfos, y a la vez compartir de su sencillez, gracias de nuevo y lo compartiré con mis amig@s  salu2♥ Más exitos!!!

 

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