La última cena

Un cuento de Jaqueline Pérez-Guevara

 

QUERÍA COGERLO. CADA vez que se acercaba la hora de la cena, yo veía el minutero impaciente. Quería que él regresará a casa, cenáramos juntos y luego, platicar. Fantasear juntos. Me encantaban sus ojos verdes, sus inteligentes tratos con empresas trasnacionales, su sentido del humor. Era el hombre perfecto y desde hace un par de meses lo conocí. Me encantaba escuchar cómo había fundado su gran empresa, percibir su audaz olfato para los negocios. Entre más escuchaba de él, más me enamoraba. Su porte elegante, sus manos fuertes, su cabello. Me volvía loca su creatividad, lo atento que era y lo sensible. A pesar de tener todo el éxito y dinero el mundo, Dan hacia donaciones, tocaba el piano, salía a bailar y a divertirse. ¿Quién no se iba a enamorar de él?

Por eso cuando cogía con Sebastián, cuando me recorrían sus dedos, cuando estaba su cuerpo sobre mí, pensaba en Daniel, en su empresa, en sus manos sobre el piano y en cómo deseaba que fuera él quien estuviera conmigo. Los ojos de Sebastián, sus gritos, los años juntos, su voz, convivir con él los domingos y su patética rutina, me parecían insoportables. Comencé a detestarlo, pero no podía hacer nada. Y simplemente tenía que esperar impaciente a que llegara la hora de la cena. Volteaba a ver el minutero de cada reloj que había en la casa. Tenía que esperar hasta las 9 de la noche cada maldito y bendito día para que Sebastián volviera junto a mí. Tenía que esperar a que el estúpido de mi novio comenzara, entre bocados, a contarme cada noche de mi amado Daniel, el protagonista de su nueva novela.~