EL CASTILLO DE IF: Tres propuestas liliputienses
Un texto de Édgar Adrián Mora
HE LLEGADO A muchas obras y autores excelentes a partir de la lectura de extractos o pequeñas muestras del trabajo de varios autores. Colecciones como “El cuento contemporáneo” publicado por la Dirección de Literatura o la serie “Los cien” que Alianza Editorial lanzó junto con el Conaculta en los años 90 fueron una puerta de entrada a las propuestas de autores que de otra manera, probablemente, no hubiera conocido. Así descubrí a Patricia Highsmith, por ejemplo, o la obra de Jack London. Esos cuadernillos, que reciben el rimbombante nombre de plaquettes, son parte fundamental del trabajo editorial, representan una ventana para asomarse a casas que deslumbran por lo que se encuentra dentro de éstas. De tres de estas propuestas me gustaría comentar en este texto.
La primera de ella tiene que ver con Microlapsos (Paraíso Perdido, 2017), una colección de minificciones de Cecilia Eudave (Guadalajara, 1968). Hay en este conjunto de cuentos una prueba fehaciente del dominio que la autora tiene del género. Textos cortos, algunos de unas cuantas líneas, en donde se desgranan mundos que apuestan por los planteamientos fantásticos, por el juego con el lenguaje, por los planteamientos que confrontan al autor con las obras que produce, por cierto aire ensayístico que permite reflexionar de manera cuidadosa lo que se ha leído antes de pasar la página. Hay lugar, en estas 21 (cabalístico número) minificciones de Eudave más que un atisbo a las posibilidades que su narrativa desarrolla. Cuestiones como lo sobrenatural, la manera en cómo lo literario se mezcla con lo cotidiano y la posibilidad de pensar la literatura como una forma más de pensar el mundo. Sin duda, esta muestra de su trabajo anima a acercarse al resto de su obra que, a estas alturas, tiene varios volúmenes en nómina.
De la misma colección, Instantáneas, es la plaquette Personas (in)deseables (Paraíso Perdido, 2017) de Luis Martín Ulloa (Guadalajara, 1970). En este conjunto de nueve cuentos nos asomamos a la narración de diversas historias que toman como escenario y pretexto narrativo las relaciones que establecen diversos personajes homosexuales entre sí y con otras personas. Encuentros fugaces en baños públicos con reputación conocida, coqueteos en el transporte público, amantes que podrían ser apasionados si no los ubicaran en la perpetua friendzone, perversiones aparentes que conducen a los mismos caminos que las prácticas “comunes”, la iniciación a la prostitución callejera, intensas historias de amor con finales que podrían ser sorpresivos pero que no desnudan sino la predictibilidad de lo que implica ser humano. La lectura es ágil y la disposición de los relatos ayudan a crear momentos de calma y tranquilidad antes de acometer temáticas más inusuales o poco comunes.
Finalmente, La noche estaba afuera (Tres Perros, 2009) de Alfonso López Corral (Navojoa, 1979), desarrolla en siete cuentos el mismo número de historias con toques que van de lo erótico a lo desconcertante. Historias en donde el coito pierde el protagonismo de las tramas siendo desplazado por una especie de alegorías de lo que implica pensar la intimidad de manera distinta. Hombres que contratan prostitutas sólo para platicar y para que los vean arrastrarse por el suelo, parejas que encuentran acomodo a pesar de saber que uno de ellos tiene otro compañero sexual, conversaciones de criminales en medio de algo que se supone el desierto, un negro literario con impotencia sexual, desempleados patéticos que consiguen mecenas cuya distracción es joderle la vida a los demás publicando sus escándalos sexuales, profesores que visitan de manera asidua burdeles en donde son ya parte del inventario, matrimonios destinados al fracaso por culpa de la economía y la falta de incentivos vitales. En fin, un aire de desencanto recorre esta muestra narrativa de López Corral, pero desnuda también a un autor con talento para abordar de manera eficaz esos temas.
Tres propuestas que llegan en tamaño compacto pero que tienden a expandir el mundo que contienen cada vez que se da vuelta a la página. La próxima vez que se topen con uno de estos objetos maravillosos, no sigan de largo y denles una oportunidad. Quizá se atrevan a irrumpir en una mansión al permitirse asomarse a esa ventana.~
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