ACTIVISMO DE SILLÓN: una obra en un número aún indefinido de actos

Una obra en un número aún indefinido de actos donde vemos cómo son los activistas de hoy en día. Un texto de Bitty Navarro — ; ene en su columna Punto y coma;


 

Primer Acto

[Año 2017. El mundo ha caído en un nuevo ciclo de sumo malestar social. Los oprimidos no tienen ya mucho que perder. Un porcentaje pequeño, aproximadamente 0.01 % de la población mundial, cegado por la riqueza y el poder, insiste en continuar la opresión y le da poco peso al enojo de las masas.

Dentro de un cuarto con paredes de cartón glorificado —delgadas, frágiles: baratas—, se encuentra un individuo sentado frente a una pantalla que destella una punzante luz blanca. No desvía la mirada de la pantalla. Absorto en una metaexistencia, teclea con furia].

Narrador: Ése individuo eres tú, soy yo, son tus padres, tus tíos, tus amigos, tu jefe, el vecino; ese individuo puede ser cualquiera entre millones y millones de desconocidos. ¿La condición? Tener acceso a internet.

La situación sociopolítica y económica a nivel global destroza día a día al oprimido: hemos llegado a un escalofriante clímax y la incertidumbre del desenlace se manifiesta en forma de histeria masiva. Los oprimidos tienen poco que perder, pero derrotados, no buscan nuevas jugadas para colocar a El Sistema en jaque.

Los miles de millones de oprimidos se encuentran desesperados, derrotados, siguiendo ciegamente cualquier retórica —sea realmente una que les beneficia o no— con tintes de estar buscando y haber atisbado ya a esa legendaria y mítica criatura mágica que aparece espontáneamente para resolver todo rápidamente: El Cambio. Esperan a un hada madrina, esperan y esperan a que suceda un milagro, aunque en lugar de llamarle milagro le llamen ahora progreso.

El sentimiento de impotencia es quizá una de las pocas cosas que une a estos miles de millones, pues tristemente los oprimidos se aferran a ideas caducas, sin poder subversivo, y forman tribus para oprimir al Otro oprimido.

Individuo: Salgo a marchar; nada mejora. Comparto ideaslinksimágenesvideosygifs en Facebook, en Twitter, en mi blog; nada mejora. Firmo peticiones de Change.org; nada mejora. Hago activismo público; nada mejora. No hay salida.

[ATENCIÓN: se quiebra una de las cuatro seudo-paredes del cuarto. Entra Narrador].

Narrador: Individuo, te entiendo. Pero caer en la desesperación, permitirte sentir miedo, terror; reaccionar con la víscera; el autoengaño; la necesidad de ser aceptado por una tribu moral, la cegadora soberbia, y más, ¡esas son las reacciones que buscan crear en ti! ¡Estás cayendo como cae el primer peón en cada juego de ajedrez!
Mira, individuo, treinta segundos de concentración: eso te pido. Garantizo que mis palabras no cambiarán drásticamente lo que sientes y si sigues mi consejo no se hará ningún milagro inmediato, pero sentirás empoderamiento. Cualquier triunfo, por más pequeño que parezca, es un golpe contra nuestros opresores. No, no vengo a revelarte un embrujo que cree la apariencia de progreso inmediato: no me gusta engañar. Treinta segundos. Eso es todo.

Individuo: No tengo nada que perder. Habla.

Narrador: En este el primer acto de esta obra sin número definido de actos te revelo la intención de quién nos ha creado, La Autora: sugerir pequeñas acciones que puede tomar cualquiera, que no le quitan a nadie más de dos o tres minutos de su tiempo, acciones en apariencia irrelevantes, pero en potencia estridentemente subversivas si decidieran hacerlo tú y a la vez un número significativo —hablo de millones— de individuos. La Autora busca que veamos el potencial subversivo de actos pequeños, simbólicos, en apariencia intrascendentes; actos pequeños que puede tomar cualquiera y que en base a la acumulación de individuos que deciden actuar sobre una sugerencia con potencial subversivo, pasar de un grito individual a un estridente grito colectivo, imposible de ignorar.

Individuo: Bueno, bueno, a ver ya pasaron 30 segundos. Hablas mucho, ocupas demasiado tiempo, apúrate que tengo prisa. Me entraron varios mensajes, tengo que contestar. Además necesito subir una imagen de Pictoline a Facebook, quiero ver qué filtros salen hoy en Snapchat y además tengo que entregar un proyecto mañana. De algún lado tengo que sacar el pan. Ya, al grano: me vas a revelar tu grandiosa sugerencia con potencia subversiva, ¿sí o no?

Narrador: No te quito más tiempo. Empieza por dejar de seguir las cuentas o páginas oficiales de tu presidente, sea Enrique Peña Nieto, Rajoy, Trump, Maduro o Trudeau. Después prosigue a dejar de seguir las cuentas o páginas oficiales de los presidentes de países ajenos. Ley del hielo.

Individuo: Pfff. Eres de esos luchadores para la justicia social. A ver si un día de estos me explicas qué subversión crees que se lograría si nos unimos millones y dejamos de seguir a esos payasos en Twitter y Facebook. ¡Ja!

Narrador: Disculpa, el potencial subversivo me parecía obvio. No darles tiempo ni atención en foros públicos con la capacidad de difusión que tienen las redes sociales; no ser parte del seguimiento de un déspota opresor; deslegitimizar su voz. Juraba que las consecuencias subversivas a nivel individual, idealmente colectivo, se revelaban por sí mismas.
Individuo: Tusmamadas. ¿Y si mejor te regresas a tu tierra? Tengo que organizar la salida a la marcha con mis amigos, ¿vale? Voy a hacer trabajo subversivo que sí sirve, ¡simbolismo! ¡Ja! Mira, corre de regreso al hoyo del que saliste y no vengas a mi tierra con tus idiotas ideas foráneas. ¡Ah!, de paso te aviso que vas a pagar la reconstrucción de esa cuarta pared.

Narrador: Vale, pero piénsalo. O no. Te ofrezco mi foránea sugerencia para que declares con un par de clics que no sigues a ningún tipo de pensamiento tiránico. Me voy, pero el costo de arreglar la pared lo pagas tú.

[Sale narrador. Individuo regresa a ver fijamente la pantalla. Teclea. Da clicks. Habla consigo mismo].

Individuo: Bueh, suena idiota y algo loco, pero, ¿qué pierdo si dejo de seguir páginas y cuentas oficiales de todo individuo que tenga título de presidente, primer ministro o rey? Nada.

[Vemos al individuo dando clics. Acercamiento a la pantalla. Atisbamos que cada clic que da el individuo es para dejar de seguir las páginas y cuentas en redes sociales —Facebook, Twitter, Snapchat y demás— de los opresores más notorios.

Fundido a negro].~