Murmullos
Un texto de Cástulo Aceves
CONECTANDO……….
DESENCRIPTANDO SECUENCIAS……….
Seguros abiertos……….
Iniciando murmullo……………………………………………………………………………
El día del ataque lo primero que hice fue conectarme a una terminal visual. Alguien estaba observando. En su monitor, en uno de ellos, apareció mi mensaje: He invadido su sistema, vengo en busca del ECO número P-3dr0p-4&4w0. Para ese momento yo tenía ya control de los sistemas de seguridad, incluyendo conexión a las cámaras. El guardia encargado de vigilar estaba él mismo bajo una, con la cual lo observe sonreír, parecía un gato relamiéndose los bigotes antes de lanzarse a cazar un ratón. Solo que yo no soy un roedor. Empezó a escribir los comandos para cerrarme los muros, para detectar mis arañas, para quemar mis registros y limpiar así el sistema. Seguramente pensaba que después rastrearía mi posición global, desdoblaría los protocolos y mandaría a la policía internacional militar a arrestar al chiquillo pasado de listo que intentaba entrar a los servidores de la Ala.com, una de las compañías más importantes del mundo. Pero yo soy profesional, esa distracción era sólo el primer trueno de la tormenta.
Reiniciando proceso ECO. Accediendo.
Secuencia 1/1’651,917: Un cuarto enorme, paredes azules, muñecos de peluche, un hombre mirando hacia ti, enorme, una mujer que te toma en los brazos. Ella dice: Lucas, te presento a tu hijo. Secuencia 36/1’651,917: Un cristal, te acercas, a través de él, allá abajo, una ciudad gigantesca cuyos límites se pierden en el horizonte. Las luces se empiezan a prender, el cielo se torna rojizo, atardece, una voz dulce te habla: Pedrito, bonito, ven con mamá. Secuencia 11,307/1’651,917: Muchos niños sentados alrededor de mesas redondas, sus ojos puestos al frente, un monitor mostrando figuras. Una mujer muy alta les sonríe a todos mientras explica la clase. Tú volteas hacia tu derecha, prefieres ver el rostro de esa niña, sus ojos aguamarina. Suspiras pronunciando su nombre: “Susana”. Secuencia 192,842/1’651,917: un parque lleno de árboles y fuentes, corres en el pasto, ella está junto a ti. Presionas la consola personal, el zumbador se eleva, le pides ayuda y ella pone su mano sobre la tuya, se enredan sus dedos. Te susurra al oído: Estabilízalo. Llegan al borde del jardín-terraza en uno de los últimos pisos del rascacielos.
Cóbraselo caro, me dijo la mujer al inicio, el olvido en que nos tuvo. Era un ECO. Exploré en sus recuerdos, grabando cada pensamiento, cada imagen que pudiera ayudarme a encontrarlo, a entenderlo, a lograr descubrir su personalidad, su forma de guardar secretos. Por ella me enteré que el padre de mi objetivo era el dueño de una multinacional, una importante y poderosa. Creció rodeado de lujos en el gigantesco edificio corporativo. Los altos ejecutivos eran asignados a vivir en los pisos superiores, donde había jardines enormes, plazas comerciales exclusivas y escuelas privadas. El hombre que buscaba apenas conoció el nivel del suelo hasta la adolescencia.
Secuencia 294,555/1’651,917: Oscuridad, tus manos apretadas contra tu pecho. Intentas en vano bajar el sonido de tu respiración. Estás agitado, tiemblas, escuchas sus pasos. Llega a la sala, habla con una mujer, discuten, él grita, tu nombre en su voz colérica te causa dolor en el estómago, te va a encontrar, está enojado por tus calificaciones, porque a pesar de ser el hijo del dueño tus profesores te han reportado. Repite una y otra vez la palabra “inútil”. Secuencia 476,003/1’651,917: Lo ves allí, en el ataúd, en medio de cientos de arreglos de flores. QEPD Don Lucas, dice en la cinta de uno de ellos. Una mujer a tu lado, tu madre, llora y te abraza, al igual que tu abuela a la izquierda. Allí hay una multitud, te dicen que seas fuerte, pero no sientes deseos de estar triste, aún te duelen sus golpes, aún te quema cada vez que se refería despectivamente a ti. Casi quieres sonreír, pero no lo haces. Secuencia 527,322/1’651,917: Se abren las puertas, entra la luz exterior. Bajas el cristal en la puerta del automóvil y sientes tu garganta arder de inmediato. Toses. El conductor dice que el aire es más gris aquí, que no estás acostumbrado. Finalmente vuelves a subir el vidrio, quedas encerrado mientras recorren la ciudad. Revisas los papeles en tu mano: boletos de avión, documentos de viaje y carpetas con la información de los cursos de negocios que tomarás en el extranjero.
Ella sólo fue el primer paso. Necesite de muchas arañas, multihilos concurrentes y procesos hiperrecursivos para encontrar a otros que lo conocieron. Era necesaria cada memoria posible para lograr construir una simulación convincente, una que lograra engañar a los seguros cifrados en los servidores de tecnología cromosomática de última generación. A diferencia de otros trabajos, yo sabía dónde estaba mi objetivo. El problema es que la compañía que el sujeto había heredado se dedicaba, entre otras cosas, a la seguridad informática y de redes. Una empresa tan grande que era proveedora de inteligencia militar de varios países, la cual además contaba entre sus filas con hackers traidores. Esto, en vez de disuadirme, me convenció de tomar el caso. Cómo resistirse a una confrontación así, a demostrar que hasta los círculos más amurallados podían ser invadidos, que hasta los guardianes más feroces podían ser burlados, que incluso el hombre más poderoso del mundo es susceptible de robo.
Secuencia 714,997/1’651,917: A tu alrededor una oficina gigantesca, en los monitores frente a ti hay gráficas y tablas, páginas financieras y reportes. En tu comunicador personal aparece una llamada, al contestar ves el rostro de un hombre. Habla de la alegría que le da tu regreso, después agrega que es muy tarde, comenta de pérdidas financieras terribles, de mercados en crisis, de la venta inminente de la compañía. Tú le das varias instrucciones: recortes de personal y trámite de amparos para los proveedores. Le aseguras que los acreedores no serán problema. Al terminar la conversación abres una ventana y contactas a una mujer, le propones una cita, ella parece encantada. Apenas te despides de ella haces una llamada, una voz artificial contesta con monosílabos, das dos nombres y concluyes: haz que parezcan accidentes. Secuencia 812,224/1’651,917: El salón de la funeraria: las paredes sobrias y el ataúd abierto. Ahora el lugar está casi vacío y no hay coronas de flores. Le dices que se lo advertiste, que debía bajarle a ese ritmo de vida, que cuando bebiera usara a un guardaespaldas de chofer. Lo siento por tu hijo Miguel, dice una mujer a tus espaldas, pero recuerda que no es el único que tienes. Volteas y la ves, lleva de la mano a un niño de cinco años. Le reclamas que tenga el valor de estar allí. Ella empieza a gritar que la engañaste, que si no fuera por ella toda la riqueza que tienes le pertenecería a la empresa de su familia. Con una orden un par de sujetos la sacan a rastras, el niño llorando va confuso tras ella. Secuencia 1’123,571/1’651,917: Entras a una habitación en penumbra. Te acercas a la cama. Amor, le dices a una mujer recostada, despierta, es hora de tus medicamentos. Ella abre con parsimonia los ojos, se sienta y te ve con una mirada inexpresiva. Le das el puño de pastillas en la mano, miras los vendajes en la muñeca, ella las ingiere una por una. ¿Cómo te sientes? Triste, dice ella en voz baja. Sientes los ácidos gástricos revolverse en tu estomago. Por favor, hacia meses que no tenias una recaída, vístete, tenemos una cena hoy, todos esperan a la esposa del CEO junto a él. Tienes varias para escoger, responde ella. Susana, por favor, ruegas hasta el cansancio. Ella insiste en que prefiere quedarse en casa, dormir hasta olvidar.
Infiltrar esa fortaleza virtual fue una tarea de meses de paciencia sutil. Utilizaba arañas mínimas escondidas en las aplicaciones de los comunicadores personales de los directivos, pequeñas fisuras en los muros y cortafuegos. Bit a bit fui invadiendo y conociendo ese enorme sistema de la compañía. El día del ataque todo fue una distracción: los procesos que robaban y borraban proyectos ultrasecretos, los virus consumiendo feroces cada correo corporativo, las entradas que abrí para que otros hackers me ayudarán a consumar el asalto. Por supuesto me persiguieron, usaron sistemas de rastreo para encontrar mi ubicación. Con cada espejo topaban con un sistema de encriptación diferente, les tomó muchos días, y con cada falso logro una sorpresa. Aún tengo grabada en video la primera visita de los militares internacionales a una de las cabañas desde donde reboté mis conexiones. Su mirada al ver la bomba que detonó apenas pusieron un pie dentro del lugar.
Secuencia 1’651,917/1’651,917: Ves abrirse la puerta de la oficina. El reloj en el mayor de tus monitores indica que es media noche. Tú aún sigues repartiendo órdenes y revisando las estadísticas de la compañía. El hombre que entra tiene el rostro perdido, cuello y camisa sudados. ¡Padre!, te dice, por favor, mi esposa esta en emergencias, si no pago simplemente la dejarán morir. Te he dicho que no me llames así, le reprendes, ya con la pensión que le he pagado a tu madre he cumplido con mi obligación, me sobran bastardos que quieren quedarse con lo que he construido, el problema es que eres un holgazán. Por favor don Pedro, te repite mientras se acerca, pasa tu escritorio y se hinca a tu lado, empieza a llorar. Vete, le ordenas, los guardaespaldas ya vienen. Sientes en ese momento el dolor en tu abdomen, agudo y repentino, después uno en el pecho. Miras el mango del cuchillo encajado en tu, su mano ensangrentada que se aleja. Murmura algo que ya no alcanzas a escuchar. Cierras los ojos, oyes los gritos y los balazos cuyo estruendo llena la habitación. El aliento sólo te alcanza para repetir el nombre de la mujer que amaste toda la vida. Secuencia 1’651,918/1’651,917 [Error en proceso ECO. Índice superado, memoria desconocida]: Ves neblina alrededor, un lugar vacío de objetos. Entre la bruma distingues a alguien que se acerca. Es casi una sombra, no logras distinguir su rostro. Te lo merecías, dice ese hombre, destruiste la vida de tantos. Quería tener el placer de decírtelo: Ya estás muerto, eres sólo una memoria grabada en un sistema proteínico de alta densidad, un ECO que se repite una y otra vez pensando que sigue vivo, que sueña, que sólo se dedica a recordar. Tratas de ver tus manos y no puedes, sabes que está tu cuerpo debajo de tu mirada pero no logras moverlo, no puedes sentirlo. No te esfuerces, te dice el extraño, estoy interviniendo en lo que queda de tu mente, deseaba dar un toque final a tu agonía. He mirado tu vida, he cargado tu ECO entero en mi memoria y la he sentido como propia, me integré al sistema como murmullo para encontrar tus más recónditos secretos. Me contrató uno de tus hijos, uno de tantos que dejaste sin reconocer, el de aquella mujer con la que te casaste sólo para terminar con una deuda enorme y después dejaste en la calle usando trucos legales. Pero tenías enemigos de sobra, los demás acreedores que mandaste matar, al igual que al mismo esposo de la que llamas tu único amor. Irónico que mientras perdiste al único hijo que reconociste, te asesinó uno de tus bastardos. Intentas moverte, acercarte a él, callarlo, pero es inútil. En el contrato no estaba destruir tu cuerpo, los de la compañía guardaron tu memoria a sabiendas de que el proceso criogénico hasta la fecha resulta en una amnesia terrible. Esperaban volver a insertarla en tu cuerpo una vez que lograrán los avances para prolongar tu vida, estaba en el proyecto que desarrollaste, pero no mereces ser inmortal. La mente humana es sorprendente, tu murmullo repite tu vida cientos de veces al día, y cada vez que llegues al final, me encontrarás a mí, y la tristeza y desesperación que estas sintiendo permearán tus futuras repeticiones. Supongo que puedes llamarlo infierno. Final de respaldo alcanzado. Reiniciando proceso ECO. Accediendo. Secuencia 1/1’651,917.
Aún me siguen buscando. Quieren venganza. No se dieron cuenta del proceso de descriogenización hasta muy tarde. El rostro de desesperación de ese hombre al despertar en un líquido congelante debe haber sido aterrador. Fueron minutos antes de que se ahogara. A su hijo le entregué los secretos de la compañía, me quedé para mí las cuentas secretas de donde ya extraje varios millones. Esos pobres piensan que me encontrarán algún día, desconocen que los verdaderos profesionales hace ya años que volvimos nuestras mentes murmullos interactivos. Qué mejor forma de controlar la nube que ser parte de ella, variaciones del proceso ECO que convierten una memoria en una inteligencia que sigue pensante, aprendiendo y multiplicándose por replicación. Apenas termine de relatar esta memoria, será respalda en mis servidores escondidos. Cada día aprendo miles de cosas nuevas, mi mente se expande sin límites en la nube. Prácticamente soy inmortal. Final de bitácora, generación de nuevas secuencias terminada.
Finalizando murmullo………………………………………………………………………..
Cerrando seguros……………….
Secuencia de encriptación renovada………..
Desconectando…….~
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