Oriette D’Angelo: «Si consigue estremecer, entonces logra su cometido»

PRIMERO, PARA HABLAR de la Alt-Lit considero que es necesario empezar hablando de otro tema que me apasiona: la música.

En Estados Unidos, a principio de los años 80’s, surgió el rock alternativo, utilizado en la época para denominar a la ola de artistas que en ese momento estaban haciendo música con sonidos poco tradicionales y que se apartaban un poco de la estética regular seguida hasta esa fecha. Es decir, eran los desadaptados, los diferentes, los raros que no se apegaban a las normas. Músicos que querían hacer algo distinto y que encontraban su forma de expresión en estéticas apartadas de lo que sucedía. Bandas como U2, The Smiths y New Order lograron el éxito inmediato a pesar de las críticas y los duros comentarios de otros músicos de vanguardia. Cuando pienso en la Alt-Lit, pienso forzosamente en esto, a pesar de que representan composiciones distintas. La popularidad de este movimiento literario surgió en el año 2011, pero creo que es algo que pudo comenzar más temprano. En algún momento alguien se encargará de recoger su historia y de estudiar a sus primeros autores, los verdaderos primeros autores. Es una estética que surge a través de lo digital, los ordenadores y el internet, elementos que tienen sus orígenes en los años 70’s. ¿Podríamos pensar en una literatura alternativa escrita en los años 70? Es posible, sólo hay que investigarlo. Con toda esta explicación, quiero decir que este movimiento surge como una necesidad de espacio, como una necesidad de adaptación. En todos los géneros encontramos autores rebelados ante los cánones impuestos. Walt Whitman y su alejamiento del verso libre es un claro ejemplo. Que sea diferente no quiere decir que sea malo o que no sea literatura, sino que debe pasar por un proceso de entendimiento y estudio. Lo mismo pasa con la Alt-Lit, al menos eso es lo que considero.

Con respecto a los autores, debo decir que el primer autor que leí de este movimiento fue Vicente Monroy y me encantó. De alguna manera, me gustó haberme acercado por primera vez a la Alt-Lit leyendo a un autor español, ya que hasta fechas recientes era un movimiento cuyas voces más importantes escribían en inglés. Luego de leer a Vicente, empecé a interesarme por el movimiento y busqué a otros autores, encontrándome con la literatura de Noah Cicero, Gaby Bess, Joshua Jennifer Espinoza, María Yuste, Iván Hernández, Martín Rangel, Caterina Scicchitano y Kevin Castro. Autores que me estremecieron y me fascinaron de inmediato. Los tres primeros son norteamericanos, la cuarta es española y los últimos son, casualmente, latinoamericanos. La mayoría de sus libros los he leído en línea, algo que además es característico más no taxativo del movimiento. Me parece que todos tienen la capacidad de hablar de las roturas y de los desaciertos de la vida sin el drama propio del tema. Son frescos, seductores y capaces de transformar el lenguaje. Muchos, de hecho, llegaron a decir que la Alt-Lit era la «nueva sinceridad», pero creo que este movimiento va mucho más allá. Es una estética que vincula elementos que a simple vista parecen disonantes y los convierte en literatura. Tenemos tweets, conversaciones de chat, emojis, capturas de pantalla y búsquedas en google, pero es algo que va más allá, es un movimiento capaz de cautivar cuando sabe trabajarse. Con esto también quiero decir que no todos los autores que escriben Alt-Lit son capaces de conmover, pero sucede así con todos los movimientos. Todo se fundamenta en el estremecimiento. Si la literatura consigue estremecer, entonces logra su cometido, al menos para mí. Por eso, más allá de la tendencia en que estos textos se manifiestan, está la capacidad de conmoción que el texto mismo te produzca. Hay muchas personas que consideran que sólo hablando de la cotidianidad e introduciendo elementos digitales ya hacen literatura o escriben Alt-Lit, pero no, hay muchas obras sin propósito y que no dicen absolutamente nada. Y repito, es algo propio de la literatura, no sólo de la Alt-lit, aunque algunos generalicen al movimiento por lo «fácil» que aparenta ser la escritura de este género. Aquí quizá surja una de mis críticas a la Alt-Lit: lo fácil que es hacer populares a ciertos autores que en realidad no están diciendo nada. El ego siempre distorsiona la realidad, pero he visto que específicamente en este movimiento hay muchos autores que consideran que se están comiendo al mundo con lo que hacen y en realidad no escriben absolutamente nada que cautive, hay un despropósito, una impostura que logras identificar luego de leer a los autores correctos. Creo que este es uno de los vicios del género, la tendencia a apoderarse de él y creer que diciendo nada lo dices todo, la tendencia a la apropiación y a la publicación masiva sólo para generar likes o buscar el reconocimiento virtual de los demás. Parece ser un círculo vicioso, pero creo que en todo movimiento habrá imitadores y textos de mala calidad, y la Alt-Lit no está ni estará exenta de esto, sólo hay que leer mucho e interesarse en el tema para saber diferenciar el despropósito de la literatura real.~