¡Qué grande Chiquito! | blog Mundial Brasil 2014
Qué difícil es para mí escribir en este momento. Es que todavía aguanto el temblor de las manos y las ganas de llorar en el pecho. Será porque para mí, como para muchos otros, el fútbol es parte de la vida, y a veces, como hoy, es la vida misma. No en vano, al nacer, antes de tener nombre, ya tenía camiseta, una blanca y roja que llevo en las malas y las buenas. Y tenía bandera, que me acusen de patriotero, no me importa, qué bonita mi bandera hecha camiseta. Qué bonito perder la razón por un juego. Decía que es difícil, pero no imposible, así que manos a la obra.
Holanda vs Argentina, semifinales, Brasil 2014. La previa estuvo plagada de cábalas, ya dije que se me da por perder la razón, como en cada partido que jugó la selección en Brasil, comí empanadas, compradas cuando vi los partidos en la fábrica, hechas por Nadia cuando los vi en casa. Sin pedirle nada a Dios, porque las plegarias me las reservo para cosas más importantes. Sin gorro, camiseta ni bandera. Y sin cantitos, porque el cantito de moda no me gusta ni se me pega, me senté a ver el partido. Sabía que sería un partido poco vistoso. Holanda apostó a su planteo de esperar y contraatacar, probado y recontraprobado en otros partidos. Argentina hizo cambios, bien por Sabella, porque convirtió un equipo que pensaba en atacar con todo, con resultados discutibles, y en defender como sea, en un equipo más equilibrado, con una defensa y un mediocampo mucho más ordenados, un equipo capaz de anular a Sneijder, Robben y Van Persie. Las posturas de las dos selecciones derivaron en un partido trabado, muy “táctico” o, si preferís, muy pensado. Con pocas, muy pocas situaciones de peligro. Un partido que estaba condenado a durar 120 minutos, un boleto a la final que se ganaría en la lotería de los penales. Pero antes de pasar a la definición, quiero resaltar a Javier Mascherano. Cuando el Jefecito debutó en River, yo ya tenía un hijo, así que siento que lo vi crecer. Y hoy, justo hoy, es más grande que nunca antes. Qué claridad mental, si parece un técnico dentro del campo de juego. Que despliegue físico, dicen por ahí que tiene 10 pulmones. Qué despliegue técnico, hizo todo lo que hizo dentro de la cancha sin siquiera comerse una amarilla. Y qué huevos, Javier, qué huevos, suficientes huevos para todo el equipo.
Pero pasemos a lo más destacado de esta semifinal. La definición por penales. Qué nervios me dan los penales, no, mejor soy sincero, más que nervios, me dan miedo. En el ’90 Goyco se atajó todos los penales menos el último, y nos quedamos con las ganas. En el 2006, Alemania en Alemania por penales nos mandó a casa. Y entonces pasa que estamos ahí, definiendo frente a Holanda, por penales, el pase para disputar la final con la, para mí, sobrevalorada Alemania. Y el que ataja para Argentina es Sergio Romero, el “Chiquito” Romero, que es quizás el jugador más criticado de esta selección nacional. Sabella lo bancó a pesar de que lleva una eternidad como suplente en su equipo y a pesar de las críticas de los medios. Y ahí estaba Chiquito, que llevaba un mundial con rendimiento aceptable y aún así seguía siendo criticado, escuchando la arenga de Masche, que le decía “hoy te convertís en héroe”, mientras yo repetía como un mantra “que pateen ellos primero, que pateen ellos primero” y Nadia le prendía una vela a la Virgen de Guadalupe. Y ya, que patean ellos primero, Vlaar patea a la izquierda de Romero, y Romero se tira a su izquierda y con su mano izquierda la saca para que gritemos como si fuera un gol. Lio patea y anota, Robben hace lo mismo, Garay también. Le toca a Sneijder, que la patea cruzada a la derecha de Romero a media altura, y Romero vuela, ¿Qué no decían los periodistas que Romero no sabe volar? Pero vuela y manda la pelota también a volar. Otra vez gritamos, porque casi está. La mete el Kun, la mete Kuyt, y ahora va la fiera Rodríguez, y Maxi no falla, casi casi se la tajan, pero la manda a dentro y a Holanda a casa. Y ahora sí, toda la tensión es un solo grito que se escucha adentro y más allá de las paredes de casa. Mientras veo los festejos y las entrevistas a los jugadores, pienso. Ninguno de los que patearon los penales fallaron, pero Chiquito atajó 2 y por eso estamos en la final. Qué grande Chiquito, cuántos estarán mordiéndose las lenguas viperinas que te criticaban, cuántos estarán dándote las gracias por ese par de atajadas. Gracias por llevarnos a la final de la copa después de 24 años. Gracias por no aflojar cuando la fe de los demás aflojaba.
PD: el domingo nos toca disputar la final con Alemania, que nos es el cuco al que todos temen, ni la maquinita de la que hablan todos. Vamos a por ellos, creo que se puede. Por las dudas ya le llevamos flores a la Virgen y no voy a escribir la palabra con “C” por cábala, pero qué ganas de cantar “¡Volveremos, volveremos, volveremos otra vez, volveremos a ser “C…” como en el ’86!”~
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