PERSPECTIVAS: Selecciones y reflejos

ES IMPOSIBLE DEJAR dejar pasar el evento deportivo del año [2006]. Es, probablemente, también el evento social que más masas y expectativas genera. La Copa Mundial de fútbol moviliza a más gente de la que uno cree, o lo gustaría.

hinchas_porrasHay que ver lo que la gente es capaz de hacer por acercarse a la euforia del evento. Ejemplos hay muchos. Desde México se usa de pretexto para tomarse el mes de vacaciones, salir con los amigos rumbo a Europa y aprovechar para pasear por el continente. En Argentina un joven informático pide vacaciones anticipadas, ya se acabó las de este año. Cuidado y no se las den porque renuncia, y le pide al padre que mueva cielo, mar y tierra para conseguir una acreditación como periodista porque, ante la avalancha de peticiones de entradas para el sorteo que realizó FIFA, las posibilidades de conseguir una fueron casi nulas. En Ecuador ponen todas las esperanzas en un equipo que les haga olvidar por un momento las crisis políticas y económicas recurrentes, y el azar da suerte a una pareja que consiguió boletos en el mencionado sorteo y con su federación de fútbol ¡dos partidos en el mundial!

En España una nueva cadena de televisión quiere posicionarse, tiene el tesoro, su tesoro: los derechos de transmisión. Aún no sabemos si los veremos porque hay que llamar a nuestro “antenista” que venga a poner un equipo nuevo para luego engancharlo a la pantalla, y de ahí engancharnos a los partidos.

Brasil se siente favorito y muestra orgullosa a su líder, un Ronaldiño, el mejor jugador del mundo, campeón de liga en España y de la copa de Campeones de Europa. Los argentinos piden a gritos el relevo de Maradona y lo buscan en un joven Messi. Las selecciones modestas se conforman con participar y a las protagonistas solo les vale ganar.

México le reza la Virgen de Guadalupe, España a Santiago en sus múltiples variables. Francia pide un último tirón a Zidane, y Portugal a Figo. Alemania se muestra buena anfitriona y manda a poner prostíbulos para los ratos de ocio. Costa de Marfil quiere dominar en África y mostrarse al mundo. Japón importa el “juga bonito” de un entrenador brasileño.

Vemos en los ocho grupos participantes de todos colores. Hay barras y estrellas, hay un águila devorando una serpiente. Hay cruces y líneas. Hay una hoz, una espada y una media luna. Su majestad, Isabel II es reina de dos participantes, Inglaterra y Australia. Hay un mundo y varios soles. En el grupo C está dos veces la misma bandera, pero invertidas.

Se cuentan los días que faltan. Se hacen planes, se preparan las casas para recibir a los invitados y se reservan los días para no quedar con nadie. Se recuerdan a ilustres exponentes y se inician los debates. Pele, Cruyff, Platini, Maradona, Beckenbauer se disputan el apodo de “El mejor”.

Beckham hace anuncios de lentes, Ronaldo de teléfonos móviles, Adidas junta a todos en un partido en campo de tierra. Niké quiere vender más zapatillas y Umbro, Puma y otras más la miran de refilón; y todos tomamos cervezas.

Para los argentinos llegar a la selección es el sueño de todo deportista y Cataluña echa de menos a sus “españoles” en el partido de su selección contra Costa Rica. Estados Unidos pierde con Marruecos, Croacia gana 4-1 a Austria, y Serbia y Montenegro juegan, al parecer, por última vez juntos bajo una misma bandera.

No hay duda que el mundial es un hervidero, genera pasiones y expectativas. La gente se ve reflejada en sus equipos y les piden que hagan por ellos lo que son incapaces de hacer sus gobernantes: darles una mejor vida, aunque sea efímera, de unas semanas, pero un tiempo feliz.

Se hacen promociones increíbles. Se despliegan las mejores galas, se habla del mundo, y el mundo entero habla de la pelota. Habrá quienes no se despeguen del televisor, quienes recuerden el partido del siglo entre Alemania e Italia y el brazo roto del kaiser. Hablaran de la mano de Dios bendiciendo a Maradona. Del tercer lugar de Turquía en no sé qué mundial. Se acordaran del árbitro en el España-Corea de Sur. Sin duda se hablará, se gritará y se vivirá y, al final, serán los de siempre los que ganen.

“¿Por qué?” “Porque así somos”, me contesta aquel que se va con la ayuda del padre y un pase de periodista a ver todo el mundial.

No hay duda que la selección es el reflejo, nuestro reflejo, como cultura y como país.~