El diario de un suicida
Vivir es una opción, nunca una obligación.
—Bitty Navarro.
01/Mayo/2014
DESDE HACE TRES años el único motivo que tengo para salir de casa, durante el mes de abril, es entregarle a Giovanni un libro por su cumpleaños. Sin embargo la semana pasada me quedé viendo películas, leyendo y jugando Dark Orbit, porque pensé que Giovanni estaba de viaje. Él al igual que su hermano, y demás amigos de la infancia, se han ido a vivir lejos del barrio. O apartado. La escuela, el trabajo, el nuevo círculo de amistades, no sé. Cambio normal, ¿no?
En fin… le envié un mensaje para felicitarlo. ¡Vaya! Cómo si eso ocultara (o compensara) mi verdadera intención: alejarme de las personas a quienes valoro para que la despedida sea menos dolorosa.
Sin más, necesito dejar en orden mis cosas: ¡es un fastidio lidiar con las pertenencias de un fantasma!
02/Mayo/2014
Lidia me llamó a la 1:51 de la tarde y me dijo que estaba cerca de casa, que si podía pasar a verme. Con cierta desgana le dije que sí y le pregunté que en cuánto tiempo llegaría para estar pendiente. Me respondió que en quince o veinte minutos. Bien, afirmé y colgué el teléfono. Después entré al baño a lavarme la cara y a echarme agua en el cabello. Me puse desodorante, una playera limpia y me cambié los calcetines.
Bajé el volumen de la computadora y me dispuse a limpiar un poco la casa antes de que Lidia llegara. Mi mamá había salido temprano y no había limpiado, solía hacerlo para mantener un espacio «estéril».
Antes de que acabara de trapear la cocina, escuché que tocaban la puerta: era Lidia. La saludé y le dije lo que estaba haciendo, ella se ofreció a ayudarme. Me negué y le dije que se sentara en una silla que estaba junto al polvoso árbol navideño.
Al terminar encendí un cigarro, saqué una cerveza de la alacena y nos fuimos a mi cuarto. ¡Jodido!
La espuma del último trago se deslizó lenta hacia el fondo de la botella como mi saliva en el cuerpo de Lidia, como la suya en el mío. ¿Podré cojer?, ¿no me dolerán los músculos, los huesos?, ¿me respetara el cuerpo y la enfermedad?
03/Mayo/2014
Te digo adiós, y acaso te quiero todavía
Quizás no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste… No sé si te quería…
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.
Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho… no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.
Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí…
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.
Poema de la despedida.
José Ángel Buesa.
Me parece una bonita manera de decir adiós. Hace tiempo no leía algo de este estilo. Me ánimo la tarde.
04/Mayo/2014
«Lidia, he corregido el cuento que me comentas un par de veces.» No sé por qué algunas personas se empeñan en que los personajes parezcan acartonados. La idea central es que la protagonista puede ser cualquier personaje. La intención, mostrar lo que sucede en un hospital a través de los ojos de ella. Los conflictos no siempre necesitan ser extraordinarios o llenos de dramatismo para que hagan pensar al lector. De hecho dentro de nuestra cotidianidad estamos resolviendo uno a cada instante.
Quizás ahora estoy escribiendo de mí, y no del cuento.
5/Mayo/2014
A la mierda yo y mi pendeja manera de beber. A la mierda yo y mis comentarios idiotas. A la mierda yo y mi estúpida forma de comportarme. A la mierda yo y mi necedad de llenarme de basura la cabeza. A la mierda yo y mi grandiosa vulnerabilidad humana. A la mierda yo y mi necesidad de imaginar encuentros. A la mierda yo y mi asqueroso aburrimiento. A la mierda yo y mi decidía. A la mierda yo y mi pereza. A la mierda yo y mi intempestiva alegría. A la mierda yo y mi autoengaño. A la mierda yo y mi depresión. A la mierda yo y mi enfermedad.
6/Mayo/2014
Hay algo más jodido que despertar tirado a mitad de la sala sin saber a qué hora te dormiste, o qué hiciste, o por qué quedaste ahí en tales condiciones. Lo difícil es lidiar con la necesidad de beber otro día y tener presente que no hay dinero. Pedir prestado y que te lo nieguen. Buscar, llamar, escribir… a tus amistades o familiares: todo para evasivas o malas caras. Sólo le debo a una persona y no porque yo quiera, o no haya tenido para pagar, o porque evite mi responsabilidad. No. Incluso esa deuda de alguna manera he de saldarla.
7/Mayo/2014
Me disgusta pensar que soy una molestia y un idiota. Olvido las palabras con facilidad. Leo y leo, no memorizo; eso sí, anoto frases o fragmentos que me agradan. Cada día me vivo más ajeno a las personas. Me fastidia que mis músculos duelan, estar fatigado durante horas y horas, el enojo que me provoca el estrés. El estrés que me causa estar deprimido. No escribir por falta de concentración. El miedo diario. La angustia que me mantiene encerrado en mi habitación. Las ganas de llorar incluso bajo un cielo azul desnudo. Mi falta de apetito y que la comida no me sepa.
Además de mi libro, le daré mis Papini a Giovanni. Él sabe que los aprecio demasiado.
9/Mayo/2014
Al fin terminé de leer la novela que me recomendó hace tres meses la nena de la librería: Hambre, de Knut Hamsun. Me gustó mucho porque me recordó algunos cuentos de Kafka, y por el ritmo vertiginoso de la narración. Por el momento en que la leí me identifiqué con el narrador, lo cual posibilitó que me atrapara la lectura.
Le escribí para agradecerle, y aproveché para enviarle un par de detalles. Ella me dio las gracias y recomendó un videojuego que se llama Child of light. Está hermoso, es como estar dentro de un ensueño.
10/Mayo/2014
El único regalo que le di a mi mamá fue la sorpresa de encontrarme bebiendo a salud suya. ¡Linda estupidez! Una y otra vez cometiendo el mismo error. Me quejo de las personas egoístas, y en el fondo soy igual (o peor). No entiendo, o tal vez me faltan agallas y voluntad para decir «suficiente» y pedir ayuda. Motivos deberían sobrar (al menos) para aprender a vivir bellamente y morir de manera hermosa: sin culpas o remordimientos propios o ajenos.
Me desagradan las peleas, los insultos, los gritos: los problemas.
Yo soy un problema: una carga para mí mismo.
11/Mayo/2014
¡Joder! No sé qué pito de hora es, y apenas si puedo escribir. Me levanté a las nueve de la mañana con ganas de unas cervezas para hacer más llevadera la resaca. Fui a la tienda por dos. Mandé a mi mamá por otra. Con demasiada renuencia ella aceptó: la intención era que me quedara en casa.
Música, música, música. Cuentos, poemas y artículos. Más música. La mitad de cerveza por una de cigarro. Antes de terminarme la última, fui a conseguir un trago.
Música. Mareo. Náuseas. Fastidio. Aburrimiento. Demasiado sueño.
Charlé con Lidia. Le escribí a la nena de la librería: Me gustas. Tengo que hablar con Giovanni.
12/Mayo/2014
La culpa, el miedo y la angustia están en el vacío de mis entrañas. En la resaca, en el llanto desolado de esta noche húmeda que se va por las coladeras de la calle.
No soporto los ruidos nocturnos: sus voces, los ladridos, los pasos de sombras que van a algún lugar. ¿Estoy triste y enojado y desesperado? ¿Cuáles son los motivos? ¿A qué le temo?
La oscuridad de mi habitación es perturbadora. Si ya sé que soy estoy enfermo, y que carezco de control sobre mí mismo, ¿qué me incita a hacerlo? ¿Qué me queda? Dormir, sólo eso por hoy.
13/Mayo/2014
Lo primero que pensé, al ver el pequeño alacrán negro entrando a la habitación, fue pisarlo. Así lo hice. Crujió como hoja seca, el miedo se fue por un momento, tuve el control; después vino el desasosiego. ¿Qué tal si hay otro escondido en algún rincón? ¿Y si ese otro se mete a mi oído y me pica? Es cierto, uno busca el sueño permanente. Pero no de manera tan dolorosa ni angustiante.
Tomé precauciones. Encontré polvo y cadáveres de arañas patonas. Pasarán días antes de olvidar que hay extraños venenosos en cualquier lugar.
Me agrada charlar con la nena de la librería.
14/Mayo/2014
Cuando muera quiero que mis órganos sean donados, y lo que sobre de mi cuerpo: incinerado. Que mis cenizas las tiren en alguna de las jardineras que están frente al Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México. Que ese día pongan en casa mi música favorita. Que llore quien quiera llorar. Que ría quien quiera reír. Que si tienen una anécdota conmigo la compartan con otra persona. Que abracen a mi mamá y le digan que me fui contento, y le recuerden que estaré mejor, mucho mejor.
Todo cambia. Nada nos pertenece: siempre hay una posibilidad. ¿Cuál elijo? ¿Disfrutar lo que tengo mientras esté aquí?
15/Mayo/2014
Me resta vender a Nietzsche, Platón, Dumas, Hesse, Harris, Shakespeare, Sade, Dostoievski… y demás libros que tengo. Algunos los he leído, otros hojeado (así que están casi nuevos). Mis favoritos los regalaré o dejaré en casa para que los lean. ¡Qué triste es tener que irte sabiendo que aún queda mucho por leer! Ojalá que, una vez siendo espectro, pueda visitar las bibliotecas o librerías de viejo para pasar las noches leyendo. Y estaría genial poder ver películas, cortos (más de animación), o jugar videojuegos. Tal vez…
Tengo que darle a la nena de la librería dos de las antologías donde han publicado textos míos, mi pequeño poemario y el dragoncito de papel que le hice.
16/Mayo/2014
Primero su blusa, luego su pantalón de mezclilla y sus converse; después su ropa interior de algodón pronto estuvieron en el suelo. Su piel olía a almendra. Sus labios sabían a cítrico almíbar. Su cuerpo núbil temblaba con cada caricia mientras su respiración se aceleraba y perdía en el ritmo de Air conditioning, de DIIV. Su tacto era cálido y suave, como de viento, como de sol. El rubor natural en sus mejillas se veía hermoso. Se desarmó sobre mi pecho. Se apagó durante unos minutos. La abracé fuerte. Comimos helado de mango con chile. Sonreímos. Nos dijimos adiós.
Un dragón cuidará de la nena de la librería.
17/Mayo/2014
Un leve dolor de cabeza y cuerpo me levantaron de la cama. Eran las tres de la tarde. ¿Podría tener más días como el de ayer?, pensé. Desde que se alza el telón y entramos a escena somos farsa, tragedia, drama y comedia. Máscaras, disfraces, utilería. Improvisaciones de la pantomima a la palabra, al diálogo. Adaptaciones propias de otros personajes principales, secundarios, de relleno. Imitadores y representantes de lo ajeno para lo nuestro, para Nada, para Todo, para Ser.
Sobre el escritorio hay una carta dirigida a Giovanni. Él sabrá qué hacer.
18/Mayo/2014
Lidia y la nena de la librería me escribieron para saber cómo estaba. Mi mamá hizo el aseo de casa para animarme y me recordó parte de lo que he soportado. No es mucho ni poco, hay personas que pasan por cosas peores y aun así viven con voluntad. No enumeraré mis enfermedades, basta decir que mi cuerpo se desprecia a sí mismo. Además mi decisión está por sobre ello. Me llevo los buenos recuerdos antes de que mi deterioro los borre de mi memoria. De verdad estoy cansado de mí y mi idiotismo.
Me hubiera gustado ver a mi papá por última vez, y ser un cualquiera memorable.
19/Mayo/2014
En este adiós te llevaré conmigo
tan lejos que la sombra del olvido
jamás nublará el jardín colorido
que el viento invernal traerá consigo.
En este adiós el más duro castigo
es el tiempo caminando perdido
entre el mañana, canto sin sonido,
y el ayer, inarmónico testigo.
En este adiós te he llevado tan cerca
que en un instante encontré inspiración,
luz errante, ilusión, vuelta de tuerca.
A Dios hablo con la imaginación
mientras grillitos cantan a voz terca,
y a ti, en este adiós, con el corazón.
En este adiós.
Hasta siempre.
Liam.~
Leave a Comment