Mirada Porteña: Vivir para el gol

A Gonzalo Higuaín le dicen el Pipita. Le dicen así porque a su papá, Jorge Nicolás, lo apodaban el Pipa por sus dotes nasales. A Gonzalo le contaba su viejo que él había sido un gran jugador de fútbol, un central intachable que brilló ni más ni menos que en San Lorenzo, Boca Juniors y River Plate.

Sin embargo, cuando el Pipita buscaba en diarios y revistas, solo encontraba a su viejo por el piso, vencido por el goleador de turno, cuyos nombres él sí se sabía de memoria. Desde entonces, a Gonzalo solo le interesa eso, el gol, el salir el primero de la foto.

Cuando el Pipita recibe la pelota, solo está pensando en el gol, no importa si es en el punto penal o en el centro del campo, él saldrá disparado hacia el arco contrario con la idea fija, con el egoísmo de los grandes goleadores.

De repente, llegan Messi y Tévez tocando y gambeteando, se la pasan al Pipita y él la tira a las nubes, ellos se quedan mirándolo, con cara de “estábamos solos”, y él se queda pensando: “la próxima que venga, sale en la Tapa”.

Johannesburgo, 17-06-2010