URU-POR: Con el alma | Rusia 2018

Por Manuel Polgar

“Yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo, sombrero en mano, y en los estadios suplico una linda jugadita por amor de Dios. Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece”.

Eduardo Galeano.

Asado y vino. Así se lee en un “trapo” que lleva sobre las manos un grupo de uruguayos en la tribuna. Fútbol. Faltó escribirle fútbol, porque el equipo de la República Oriental del Uruguay es hoy una inmensa asociación de esfuerzo, orden y compromiso colectivo con la pelota y con el compañero; con el maestro Tabárez y con el país entero. Lo de Cavani tirando un balón largo, medido hacia Suarez en la otra banda, para después correr hasta un costado de la portería rival y terminar rematando -con-la-clavícula- la devolución del mismo Suarez poniendo el 1-0, es un espectáculo para los ojos rioplatenses, ávidos de festejos tempraneros que calienten las manos, entrado ya el invierno en el cono sur americano.

Y es que no hay secreto en Uruguay. Defiende bien y ataca mejor. A sus tiempos y brincando líneas cuando no puede llegar tocando en corto. Repliega, después. No hay mayor ciencia ni fórmula pretenciosa del querido viejo Tabárez más que jugar al fútbol, así, tal cuál: sencillo y entre sueños.

El once inicial charrúa: Muslera; Cáceres, Giménez, Godín, Laxalt; Torreira, Betancur, Nández, Vecino; Suárez y Cavani. Con laterales que se agregan al frente, centrales impenetrables que van bien por arriba, dos medios volantes, dos contenciones naturales y dos letales en punta, la celeste nos enseña que, como dijo Torreira al final del encuentro: “Uruguay es un país pequeñito pero con un corazón enorme”.

Y probablemente por eso, por ser un país pequeñito, los “grandes” medios de comunicación no le han hecho justicia al fútbol uruguayo. En Sudáfrica 2010 fue cuarto lugar, en Brasil 2014 doceavo y en Rusia -por lo pronto-, se ha metido ya entre los 8 primeros. Menuda hazaña que alecciona, también, sobre la importancia que tiene la paciencia -de un proyecto a largo plazo-, de un estratega limpio y cabal con los sentimientos del buen futbolista.

Después del primero de Cavani, hablando de buenos futbolistas, Uruguay se sintió cómodo en el partido y se replegó hacia atrás de su medio campo para serle fiel a su mas puro estilo. Nunca dejó de ser peligroso en los latigazos, sobretodo en los balones recuperados por Nández y ganados adelante por Suárez y Cavani, mandando al cementerio de los mitos del fútbol aquel que repetía que no se podía jugar con dos centros delanteros clavados.

Desconociendo sus mejores virtudes defendiendo en balón parado, en el 54’ se levantó el portugués Pepe sobre la central uruguaya que lo marcaba, tras el tiro de esquina, y puso el empate en un tanto. Laxalt y Matias Vecino se vieron superados en varias ocasiones por el sector derecho y Uruguay se sentía agobiado por los portugueses. Al 61’, en un rápido desdoble de la celeste, Rodrigo Betancur sirvió para Cavani, quien desde fuera del área cruzó su disparo con la parte interna de la pierna derecha, ante el lance agónico de Rui Patricio. Dos a uno para Uruguay y entonces se vino la experiencia de saber cerrar los partidos. Entra el Cebolla Rodríguez y se va Betancur, quien había corrido lo que todos los portugueses juntos.

Al 71’ Cavani se toma la pantorrilla y azota de nueva cuenta el invierno en las miradas congeladas del país del este. Dos goles y tiene que marcharse -asistido por Cristiano Ronaldo-, y al sentarse en la banca se coloca hielo en la parte baja de la pierna. No regresa y el maestro se decide por Christian Stuani, ocupando la misma posición al frente. Para dar más aire al equipo en los últimos minutos, un Nández incansable se retira, dejando su puesto al jugador de rayados de Monterrey, Carlos Sánchez. Tiempo cumplido.

Se agregan 4 minutos mientras voy escribiendo. Tengo las manos sudorosas y temblando. A mi lado amontono apuntes de lo que analizo en el partido -que por supuesto después no utilizo- y sufro viendo al guardameta portugués subiendo a rematar el córner. Portugal se volvió predecible y repetitivo desde bien temprano en el encuentro, y Cristiano Ronaldo fue borrado por la mejor dupla de centrales que hay en el mundo: Godín y Giménez, ambos del Atlético de Madrid. No pasa nada. Ya miro en la pantalla del móvil la explosión de júbilo en en el patio de la Intendencia de Montevideo. Vuelven las palomas y el eco de los gritos de los niños. Hay gorros de lana, vaho y termos con agua caliente para el mate compañero.Uruguay está en cuartos de final. Uruguay lo tiene todo. Asado y vino. Alma enorme y la vida puesta en cada pelota que se juega como si fuera un picadito en el potrero, en la canchita del barrio o en el estadio Fisht de Sochi, en Rusia 2018.

¡Uruguay nomá!