EGY-URU: A lo Uruguay | Rusia 2018
Por Manuel Polgar
“Y yo me quedo con esa melancolía irremediable que todos sentimos después del amor y al fin del partido”.
Eduardo Galeano.
Silencio. Uruguay sufre desde 1970 en sus partidos inaugurales. No los gana. Sufren también sus habitantes -todos- hoy 15 de junio del 2018 y desde hace 89 minutos. Para no perder la costumbre.
Falta por la banda de la derecha que cobra Carlos Sánchez con buena altura y tremenda comba que en el área chica remata de cabeza Giménez el del Atlético de Madrid elevándose sobre la defensa egipcia dirigiéndose el balón furioso rumbo a la malla lateral izquierda mientras el portero que hoy ha sacado metralla estira desesperadamente su cuerpo extendiéndolo todo como queriendo largarlo hasta la mano derecha para que la punta del dedo pueda siquiera llegar al milagro que devuelva la respiración al pueblo africano en el delta del Nilo y de las pirámides faraónicas.
Ha tenido llegada Uruguay. Ha sido dueño del partido con su 4-4-2 plantado, con los laterales –Varela y Cáceres- que se agregan bien al ataque y con un medio campo mucho más dinámico que el de otros tiempos: no tan lento porque la juventud lo ha renovado y, con Nández, Betancur, Vecino y de Arrascaeta, deberían desdoblar para encontrar espacios claros. No lo han hecho como se esperaba porque Egipto, sin su gran estrella Al Salah, se agrupa bien atrás -dejando sólo un hombre al ataque-, y el equipo charrúa -históricamente-, no acostumbra salir a proponer los partidos con base en la posesión de la pelota.
Suárez no está en ritmo, tampoco. Preocupa. Parece que la larga temporada de la liga española lo ha sofocado físicamente y se mira también desconfiado después de fallar un par de remates a boca jarro. Es cierto, sin embargo, que el portero egipcio, Ahmed El-Shenawi, se ha convertido en la figura del partido después de sus espectaculares lances sobre los remates del jugador del Barça, el primero al minuto 8 y el segundo arrancando el segundo tiempo. Hay una buena: Cavani se mira mucho mejor y se mueve por todo el frente buscando tener contacto con el esférico. Van dos disparos al arco impresionantes: uno tras prenderla de aire y otro más en tiro libre que reventó el poste izquierdo del guardameta bajo los suspiros del respetable de la celeste, que con caras y corazones pintados de azul han acudido en gran número al estadio de Ekaterimburgo en Rusia.
En la parte baja, Godín se vuelve a mostrar como un defensor que se anticipa a todo: que lo lee todo y que deja claro que nadie puede ser más líder que él en este equipo, mezclado entre estrellas consolidadas y hombres jóvenes que empiezan a hacer camino. Otro gran baluarte en la central, junto con Diego Godín y compartiendo además la formación cada fin de semana en el Atleti, ha sido José María Giménez. Esta pareja se encarga de defender inmediatamente en el momento en que Uruguay pierde la pelota mientras ataca. Saben jugar sin el balón y obligan a Egipto a retroceder la jugada, quitándole sorpresa al contragolpe.
No hay claridad tampoco para el conjunto sudamericano; Uruguay parece desesperarse después de 13 remates y de una abrumadora mayoría en la posesión del esférico sin lograr, sin embargo, claridad en la rotación de la pelota y en el juego de conjunto. Washington Tabárez -colmillo largo y retorcido- manda los dos primeros cambios para refrescar la media cancha al minuto 58. Busca la recuperación y probablemente mayor dinámica con el ingreso del jugador de los Tigres de la UANL, Carlos Sánchez en lugar de Nández y del “Cebolla” Rodríguez por De Arrascaeta. Se empieza a notar mejoría y la superioridad del conjunto charrúa es evidente. Último cambio al 87, sale el contención Vecino y entra Torreira; Uruguay va por todo faltando 3 minutos. Se mira tarde para revertir 48 años de malos resultados debutando.
Falta por la banda de la derecha que cobra Carlos Sánchez con buena altura y tremenda comba que en el área chica remata de cabeza Giménez el del Atlético de Madrid elevándose sobre la defensa egipcia dirigiéndose el balón furioso rumbo a la malla lateral izquierda mientras el portero que hoy ha sacado metralla estira desesperadamente su cuerpo extendiéndolo todo como queriendo largarlo hasta la mano derecha para que la punta del dedo pueda siquiera llegar al milagro que devuelva la respiración al pueblo africano en el delta del Nilo y de las pirámides faraónicas.
Hay niños festejando en una escuelita de Montevideo. Gritos, abrazos, sombreros y banderas con un sol enorme plasmado en la esquina superior izquierda ilumina las miradas de los chiquillos. El Mercado del Puerto revienta y el tinto y el mate y la cerveza lo han impregnado todo; el grito se escuchó a lo largo de la 8 de Octubre, de la 18 de Julio, de la Avenida del Libertador. En los viejos edificios, grises y nostálgicos como el cielo la República Oriental del Uruguay la mayor parte del año, el estallido sale por las ventanas y recorre las escaleras para hacerse un eco enorme entre los nidos de las palomas de los barrios porteños.
En la banca uruguaya, el maestro Tabárez se levanta sin muletas a gritar el gol en la hora. Estremece. Es la fuerza del Uruguay de los milagros. Uno a cero sobre Egipto.
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